En Estados Unidos, el crecimiento se ha consolidado para transformarse en una auténtica recuperación (se prevé un avance de más del 3% en 2010 y 2011). La contratación se ha reactivado y los beneficios de las empresas (previsiones revisadas al +27%) parecen animarlas a lanzarse a un nuevo ciclo de inversión.


Entretanto, la reducción del efecto de apalancamiento de la economía estadounidense está claramente en marcha, pese a que la reabsorción de la deuda de las empresas financieras y no financieras, así como la de los hogares, llevará su tiempo.
La economía estadounidense parece haber comenzado una dinámica virtuosa alentada por el alza de los beneficios, la inversión y el empleo, que compensan los efectos de la caída en el endeudamiento privado. La posibilidad de que se produzca un verdadero crecimiento autosostenible al otro lado del Atlántico está cada vez más cerca, tanto es así que el actual repunte ya parece contribuir a la estabilización del déficit presupuestario.

Con la aceleración del crecimiento en los países emergentes, la actividad mundial vuelve a sincronizarse En los países emergentes, el crecimiento ya de por sí intenso se ha acelerado. China ya no es la única que conoce un ritmo elevado de actividad, presentando también
India (+8%) y Brasil (+7%) un buen ritmo de crecimiento. A lo largo de estos tres últimos meses, el crecimiento mundial ha sido realmente significativo y un avance cercano al 4% en 2010 (frente al 5% obtenido durante los años anteriores a la crisis) ya no parece inalcanzable. En cuanto a los mercados, entre sus mínimos respectivos de octubre de 2008 a marzo de 2009 y sus niveles de finales de marzo de 2010, el índice Morgan Stanley de países emergentes se ha apreciado un 126%, el índice Standard and Poor’s 500 estadounidense un 76% y el Eurostoxx un 66%. Así pues, los mercados de renta variable han confirmado claramente el optimismo que nos vienen transmitiendo desde marzo de 2009, cuando basamos nuestras previsiones de recuperación económica en la puesta en marcha de políticas presupuestarias y monetarias expansionistas que no frenarían la amenaza de inflación.


La zona euro bajo fuerte presión

En Europa, el aumento del déficit público debido a la crisis hace que la situación sea insostenible para algunos países miembros. Por su parte, el BCE se ve obligado a continuar con su política monetaria flexible. Aparte del caso de Grecia, la deriva de las finanzas públicas se está convirtiendo en algo difícilmente aceptable para los mercados: Portugal, España, Italia e incluso Francia se enfrentan a la imperiosa necesidad de reabsorber su déficit y deuda pública en un contexto actualmente recesivo con motivo de la reducción de créditos bancarios y de la deuda de las empresas. La falta de una política común, o incluso concertada, añade dificultad y evita la puesta en marcha de un dispositivo económico europeo capaz de atenuar los efectos de contención derivados de la reducción fiscal impuesta por el mercado de deuda gubernamental. Ante esta coyuntura, nos parece casi inevitable que el euro continúe cayendo.


Los países emergentes gestionan hábilmente las presiones inflacionistas.

Teniendo en cuenta su fuerte crecimiento, los países emergentes se enfrentan a presiones inflacionistas. Si bien es posible que el banco central indio, pese a su impresionante historial en materia de política monetaria, se encuentre hoy en día algo rezagado en su lucha contra el alza de los precios, consideramos que las autoridades chinas gestionan hábilmente las tensiones que van surgiendo. Reticentes a subir sus tipos directores, han incrementado el coeficiente de reservas obligatorias en 100 puntos básicos, adoptado medidas concretas para luchar contra la especulación inmobiliaria y ordenado la reducción de la tasa de crecimiento de créditos otorgados al sector privado en un 40%.

Estas medidas chinas probablemente se reforzarán a corto plazo, sin que pueda excluirse la posibilidad de subidas de los tipos directores. Sin embargo, tal y como sucede con Australia o India, el alza moderada de dichos tipos, que los mercados juzgan justificada, no evita que los mercados bursátiles sigan avanzando. Por otra parte, la última arma de las autoridades chinas contra el riesgo inflacionista es la revaluación del yuan. Ante la reciente disminución de las presiones exteriores, sobre todo estadounidenses, en favor de una decisión china en este sentido, es posible que dicha decisión vea la luz en un futuro relativamente cercano. La reanudación de la reevaluación del yuan constituirá una etapa adicional del reequilibrio mundial, en el que China adoptará definitivamente el papel principal.