Los bonos verdes se crearon para financiar proyectos que tienen beneficios ambientales y/o climáticos. La mayoría de los bonos verdes emitidos están vinculados a proyectos ecológicos, pero respaldados por el balance del emisor. La diferencia clave entre los bonos verdes y convencionales es el uso específico de los ingresos.

Por el lado del inversor, éstos se benefician de financiar proyectos ecológicos sin asumir ningún riesgo o coste adicional, con una mayor transparencia del uso de los recursos de un bono. Además, los emisores están obligados a informar sobre el impacto climático de las inversiones en renta fija al propietario de sus activos finales.

Cabe destacar, que para que haya un mercado creciente, la demanda debe serlo. Los principales inversores institucionales que demandan este tipo de bonos son Amundi, Axa, State Street, BlackRock, especialistas en ESG y inversores responsables como Natixis y Mirova, gobiernos soberanos y entidades como IFC, Banco Mundial, etc.

El paquete histórico de rescate de 750.000 millones de euros para la UE tras la pandemia, supondría un aumento en el mercado de bonos verdes, ya que el 30% del mismo debe ser destinado a proyectos respetuosos con el clima. La agencia calificadora S&P señala que esto puede traducirse en un potencial de 225.000 millones de euros adicionales de instrumentos financieros verdes, como lo son los bonos verdes, convirtiendo a la UE en el “mayor proveedor supranacional de liquidez para un activo verde”.

Según el último informe de Unicredit a julio de 2020, durante la primera mitad del año,la emisión global de bonos verdes a junio fue de 13.600 millones de dólares (una caída del 35,4% vs mismo periodo año anterior) mientras que la emisión de bonos sociales creció el 430% en el mismo periodo alcanzando los 12.500 millones de euros.

 

 

En esta primera mitad del año, el mercado ESG de bonos se caracterizó por un cambio de bonos verdes a bonos sociales y de sostenibilidad, debido a una mayor emisión de bonos sociales relacionados con el Covid-19, impulsado por agencias y  supranacionales. Sin embargo, estiman que se terminará el año con el mismo volumen de bonos ESG que en 2019.

Entre los principales usos de los recursos de las emisiones de bonos verdes destacan: energía, transporte y construcción, con c. 83%. Entre los países que en el año han sido muy activos en emisión de bonos verdes destaca Francia y EE.UU, aunque considerando el volumen del mercado total son EE.UU, China y Francia:

China está siendo muy activa también en este sentido, y se espera que impulse aún más la emisión de acuerdo con su declaración de lograr la neutralidad de carbono para 2060.

Pero no sólo es cuestión de oferta, sino que la demanda de estos bonos verdes se ha disparado a medida que lo inversores buscan “ecologizar” sus carteras. NNIP estima que cuando la Unión Europea introduzca su Estándar de Bonos Verdes en 2021, sirva de un nuevo impulso para el mercado.

Según NNIP el mercado de bonos verdes llegará a los 2 billones de euros en tres años, y con fuerte y sólido desempeño vs bonos tradicionales. El índice Bloomberg Barclays MSCI Euro Green Bond alcanzó una rentabilidad del 20,2% en 5 años, mientras que la del Bloomberg Barclays MSCI Euro Aggregate Index en el mismo periodo fue del 14,07%. Nuevamente se comprueba que la inversión ESG no resta rentabilidad.

En los siguientes días analizaremos fondos de bonos verdes para poder dar opciones a aquellos inversores que quieran unas carteras más comprometidas con el medio ambiente.