El modelo de banca española, basado en el negocio minorista, junto a la ausencia de exposiciones a productos tóxicos y de vehículos de inversión fuera de balance, ha hecho que las entidades de depósito españolas se hayan visto "comparativamente poco afectadas por la primera oleada de la crisis financiera internacional", dice.
CRECIENTE MOROSIDAD, DIFÍCIL FINANCIACIÓN
No obstante, el Banco de España advierte de que el agravamiento de la crisis y el notable deterioro del entorno macroeconómico que se ha desencadenado, han desencadenado un rápido incremento de los activos dudosos y unas mayores dificultades para obtener financiación.
Esto se ha traducido en una "intensa ralentización" del crecimiento del negocio bancario, en parte por el intento de los agentes de reducir su nivel de endeudamiento en un proceso general de desapalancamiento mundial, lo que limita la capacidad de expansión del negocio y justifica la necesidad de medidas.
Para el instituto emisor español, "ya es posible apreciar los primeros efectos adversos del nuevo escenario", como la ralentización de la expansión de los balances, lo que supone un importante reto para un modelo de negocio descansado fuertemente en el continuado incremento del volumen de fondos intermediados.
La reducción de los resultados por operaciones financieras a raíz del comportamiento desfavorable del mercado de valores y el significativo incremento en las pérdidas por deterioro de inversiones crediticias, son otros factores que explican el descenso del resultado consolidado en 2008 y la caída de la rentabilidad de los fondos propios, indica.