Dado que el impacto de los países emergentes en la economía mundial ha aumentado de manera significativa, no hay duda de que la desaceleración en casi toda la zona ha aumentado el riesgo de contagio a los países desarrollados. El desacoplamiento en el entorno globalizado actual no puede prolongarse mucho tiempo. Y si bien es cierto que la caída de los precios de las materias primas compensará el impacto negativo de la desaceleración de los países emergentes en las regiones desarrolladas, todavía hay riesgos
. Aun así, todavía no ha habido una evidencia tangible de esto en los últimos datos de los países desarrollados, a pesar de las turbulencias del mercado durante el verano.

Por ejemplo, no hay ninguna señal de que se esté produciendo una desaceleración en Estados Unidos y en Europa, donde los datos del PMI de septiembre se situaron en 53 y 52, respectivamente, a pesar de ser altamente sensibles al comercio internacional. El panorama es aún más favorable en el sector servicios. Esta realidad es todavía más evidente en un país como Alemania, que es un gran exportador de bienes de capital a los países emergentes. Por tanto, para que se produjese un contagio significativo, sería necesario probablemente que los mercados emergentes sufriesen un accidente mayor.

Los inversores siguen centrados en China, donde el PMI de septiembre cayó a 47. El impacto de las últimas medidas del gobierno debería notarse hacia finales de 2015 y es probable que Pekín tome más medidas si no se alcanzan sus objetivos de crecimiento. Los inversores han aplicado lógicamente una prima de riesgo a los mercados de los países desarrollados, pero han ido demasiado lejos ya que el contagio de los países emergentes todavía no se ha producido. Sin embargo, es probable que esta prima de riesgo se mantenga vigente mientras que el contexto de los países emergentes siga siendo tan difícil de analizar. La estabilización económica de China desencadenaría sin duda un fuerte repunte de los activos de riesgo. En el contexto actual, el riesgo de mercado nos parece asimétrico.
Por otra parte, la Reserva Federal ha provocado una caída de los activos de riesgo tras aplazar su decisión de comenzar con la restricción monetaria. En nuestra opinión, la Fed ha ganado puntos en cuanto al pragmatismo, pero ha reducido la visibilidad de sus intenciones. Por un lado, la Fed probablemente esté dispuesta a introducir ajustes monetarios escalonados con el fin de seguir siendo predecible. Con la excesiva incertidumbre actual, es lógico que la Fed haya decidido esperar antes de actuar sobre los tipos ya que no existía ninguna presión especial para subirlos. No obstante, por otro lado, la forma más probable de reaccionar se ha vuelto ahora más compleja.

En su conferencia de prensa, Janet Yellen utilizó la tasa de participación para poner en perspectiva la sólida situación del mercado laboral y parecía también confiar menos en que que la inflación aumentara al 2%. Esto fue una sorpresa después del discurso de Stanley Fischer, el número dos de la Fed, en Jackson Hole a finales de julio, en el que se mostró más claro acerca de ambos temas. Esto sugiere que los puntos de vista de la Fed sobre estas cuestiones clave han cambiado en las últimas semanas a pesar de que los datos se han mantenido estables. El resultado es que la Fed es ahora menos predecible: más sensible a las condiciones financieras (y, por tanto, a la presión del mercado) y también al momentum de los países emergentes, una zona mucho más gris. Esto ha eliminado las marcas en las que los inversores están tan interesados, pero pensamos que, por otro lado, ofrece garantías de que la Reserva Federal tiene la intención de mantener intacta la recuperación.

Benjamin Melman, Director de Asignación de Activos y de Deuda Soberana en Edmond de Rothschild AM (France)