Mucho se ha escrito ya de uno de los años más complicados en la historia para los mercados financieros. En la coctelera se mezclaron todos los factores ya conocidos, que contribuyeron a provocar caídas tanto en la renta fija como variable, un fenómeno que según Morgan Stanley no se había visto en más de 150 años, y por si fuera poco, la curva de tipos se invirtió, situación muy inusual y generalmente percibida como un indicador adelantado de un escenario recesivo y un posicionamiento de inversión defensivo:

Y en un entorno así de complicado, los fondos sostenibles globales obtuvieron un rendimiento ligeramente inferior (-19%) al de los fondos tradicionales (-16%) por primera vez desde 2018. Gran parte de este rendimiento inferior se debió probablemente a factores de mercado, ya que los mercados de renta variable rotaron hacia el valor frente al crecimiento, y los bonos a más corto plazo obtuvieron mejores resultados en renta fija. Ambos factores impactaron considerablemente en los fondos sostenibles debido a su enfoque más orientado al crecimiento en oportunidades a largo plazo.

A pesar de que los fondos de renta variable fueron los que más caída registraron en 2022, sin embargo, el desempeño relativo de los fondos sostenibles fue peor en renta fija:

Sin embargo, el estudio apunta a que muchos de los fondos sostenibles que registraron los mejores resultados en 2022 eran los más rezagados en 2020 y viceversa, poniendo en relieve el cambio de paradigma en los mercados en 2022.

Además otro dato curioso es que los fondos sostenibles generalmente lo han hecho mejor que los tradicionales cuando el growth o crecimiento. No obstante, los fondos de renta variable sostenible orientados a crecimiento superaron a sus homólogos tradicionales:

En cambio, en renta fija los fondos con mejores resultados se situaron en la categoría Morningstar de sensibilidad limitada a los tipos de interés (menor duración), reflejando la respuesta más amplia del mercado a la rápida subida de tipos en 2022. Destacando, dentro de la categoría, aquellos situados en el extremo superior del espectro de calidad crediticia, en consonancia con las condiciones macroeconómicas que favorecen un posicionamiento más defensivo. Así los fondos de renta fija sostenible cayeron un 16% en 2022, frente al 11% de los fondos tradicionales, como se puede observar en el gráfico más arriba, con las categorías con resultados notablemente inferiores la de riesgo crediticio medio.

La demanda permaneció firme

A pesar de todo lo anterior, la demando de fondos sostenibles no se vio minada,  como demostraron las entradas positivas a lo largo del año (115.000 millones de dólares), en contraste con las salidas constantes en los fondos tradicionales, que fueron de 565.000 millones de dóalres.

A finales de año, los activos gestionados (AuM) de los fondos sostenibles ascendían a casi 2,8 billones de dólares, según apunta un estudio de Morgan Stanley for Sustainable Investing. Además, siguieron creciendo como proporción del total de AuM (7%, en constante aumento desde el 4% de hace cinco años), y como proporción del total de activos alcanzaron niveles récord:

Con Europa manteniendo el liderazgo, con una cuota del 89% del total de activos a nivel mundial en fondos sostenibles mientras que en Norteamérica es del 10%. Y si vemos del total de fondos sostenibles, Europa acapara el 78% de esos fondos cuando en Norteamérica es del 11% y 7% en Asia.