En esta encrucijada se encuentran las autoridades monetarias y legislativas, mientras los gritos unánimes que negaban una salida de la crisis del país en forma de W, ahora discrepan.

Los expertos reconocen que la teoría de una posible vuelta a la crisis puede caer en desuso si se llevan a cabo las medidas necesarias para ello pues, si bien es cierto que los datos macro muestran una desaceleración de la locomotora estadounidense, “las autoridades harán todo lo posible para no volver a la crisis”, mantiene Damián Querol, director de análisis de Banco Gallego. Ahora bien, esto puede ser la pescadilla que se muerde la cola si tenemos en cuenta la opinión del ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, quien dice que ha llegado la hora de retirar los estímulos fiscales para apuntalar el tremendo déficit del país (1,3 billones de dólares en los once primeros meses del período fiscal 2010, un ratio del 120% sobre el PIB). Pero la consecuencia tradicional de la retirada de estímulos es una retracción del consumo y EE.UU. no está como para permitirse que su consumo interno se reduzca. El consumo privado en el segundo trimestre subió un 3,4%, mientras que el PIB sólo un 1,6%, por lo que el diferencial se ha ido a las importaciones. “El problema está en que el crecimiento no se está quedando en EE.UU. y en sus empresas y se está exportando vía importaciones pues, con un dólar tan fuerte, los países externos son más competitivos que los propios EE.UU.”, explica Querol.


Para poner solución a esta sangría, el experto considera que “a medio plazo es muy probable que veamos una apreciación del euro frente al dólar para que el crecimiento se quede en EE.UU. y proteja también su moneda”. Aquí entraría en acción la Reserva Federal que el pasado 21 de septiembre sacó su barita mágica en forma de palabras y dejó caer que se mostraba partidaria de inyectar más liquidez. Con sólo unas palabras el dólar perdió fuerza en el mercado monetario y, si finalmente esa declaración de intenciones de Bernanke tomara forma, se traduciría en la compra de más bonos para hacer subir el IPC (IPC agosto +0,3%, IPC interanual 1,1%), es decir, la inflación y ahuyentar con ello al fantasma de la deflación que planea sobre el país. La explicación está en que “una depreciación del dólar apoyaría las exportaciones y las presiones al alza en los precios de las importaciones, previniendo la repetición del escenario deflacionista japonés”, dicen Adrien Pichoud y Fabrizio Quirighetti, analista y economista del Banque Syz. Pero, ¿cuándo materializarán estas medidas? Bernabé Gutiérrez, consejero delegado de Arthur Global Practice, cree que “la Reserva Federal no quiere entrar en el debate político electoral y evitará tomar decisiones de calado en los pasos previos y posteriores de las elecciones del 2 de noviembre. Si la Fed tomara una decisión importante durante esas semanas, seguramente Bernanke hipotecaría su credibilidad—ya muy mermada por sí misma”.

No sólo las medidas proyectadas por la Fed encontrarían una barrera el 2 de noviembre, también las barajadas desde la Administración Obama, pues en esta fecha los estadounidenses están llamados a elegir cargos del Congreso y el Senado. Estos comicios “relegarán o suspenderán la mayoría de las medidas legislativas, entre ellas las económicas, hasta la nueva conformación de las Cámaras”, avisa Bernabé Gutiérrez. Además, algunos expertos, como Antony Gifford y Nick Cowley, de la gestora Henderson, mantienen que “es probable que las elecciones muestren un cambio significativo a favor de los republicanos. Esto forzará a los demócratas a cooperar en las líneas de partido y les hará más difícil sacar adelante más medidas regulatorias del tipo de las que este año han impactado en el sector financiero y sanitario. Además, la preocupación de los republicanos acerca del déficit presupuestario reduce la posibilidad de más iniciativas de gasto fiscal”. Con retraso o no, parece que el Gobierno y la Fed son más partidarios de poner medidas en el candelero que de quitarlas, por lo que “los americanos seguirán soportando con gasto público y estímulo monetario la recuperación, lo que demuestra la debilidad de la demanda privada como motor autónomo de crecimiento”, critica Ángel de Benito, gestor de Banif, Banca Privada.

A pesar de la que está cayendo, la Fed proyecta que la economía estadounidense crecerá más del 3,5% en 2011 y, aunque los expertos privados fijan sus expectativas algo más abajo, en el 2,8%, la Reserva sí admite que los tipos se mantendrán bajos “durante un largo periodo de tiempo”. Quizás no veamos subidas del precio del dinero “hasta finales del 2011” consideran los expertos de Banque Syz.

Por si no fuera poco todo lo que está sucediendo dentro de las fronteras de EE.UU., a las cuentas públicas les sobreviene otro problema: el anunciado regreso de las tropas de Irak. Este conflicto ya le ha costado a las arcas públicas 747,3 billones de dólares, a lo que habrá que sumar el coste del regreso de los militares a su tierra. Además, esta vuelta tendrá repercusiones empresariales negativas, sobre todo en “los proveedores logísticos y de servicios (como KBR), proveedores de camiones militares (como OshKosh) y de dispositivos de supervivencia”, consideran desde Banque Syz.

El sector inmobiliario cimienta su recuperación

Antes de que las elecciones del 2 de noviembre le corten las alas a Obama, el presidente de EE.UU. solicitó ya el 6 de septiembre ante el Congreso una fuerte inversión de 50.000 millones de dólares para la modernización de infraestructuras, así como un recorte de los impuestos a las empresas. Todo ello para potenciar el sector en el que echó raíces la crisis y fomentar el empleo, pata de la que más cojea la economía estadounidense (el paro ascendió al 9,6% en agosto). Y, es que, a pesar de ser el desencadenante de la crisis mundial, parece que el sector inmobiliario estadounidense ha tocado suelo mucho antes que otros. Ahora los expertos ven con buenos ojo a las empresas del ladrillo: “es el sector que mejor lo está haciendo y con mucha diferencia”, afirma convencido José Manzanares, director de Productosymercados.com

La migraña financiera se hace crónica

Para poner solución a la endémica enfermedad del sistema financiero, a comienzos de septiembre los principales representantes de las economías desarrolladas pactaron un nuevo acuerdo para la banca mundial: Basilea III, con el firme pretexto de evitar otra crisis financiera ¿el antídoto? Triplicar las reservas de capital propias frente a pérdidas. Se exigirá un mínimo de ratio capital Tier 1 del 4,5% más un colchón adicional del 2,5%, en total un del 7%. Los principales mandatarios celebraron la decisión que entrará definitivamente en vigor el 1 de enero de 2013 pero, ¿están las financieras estadounidenses preparadas para acatar Basilea III? Según José Manzanares, “deberíamos ver ampliaciones de capital dentro del sector financiero americano en función de la situación económica porque, si empeora, requerirán recursos adicionales de capital porque se van a debilitar los activos en balance de los bancos”. Si bien, financieras como Bank of America se apresuraron a desmentir la toma de estas medidas. El presidente ejecutivo de BoAf afirmaba que “no necesitaremos recaudar capital nuevo para cumplir con los requisitos establecidos por las nuevas normas bancarias internacionales de Basilea III debido a incrementos recientes en el capital del banco”.

El analgésico tecnológico

Ante el dolor de cabeza que las financieras han provocados en los mercados los inversores han buscado un paliativo en las tecnológicas, cuyas fusiones y adquisiciones dentro del sector muestra su fortaleza frente a la que está cayendo fuera. Estas compañías fueron previsoras ahorrando para la época de escasez y ahora se han encontrado con suficientes provisiones como para salir de compras y darse un caprichito. Como explica José Manzanares “es lógico que haya movimientos corporativos entre las tecnológicas, ya que han acumulado mucho cash y estas operaciones les sirven para posicionarse”. Así pues, “es el sector que más está tirando de los índices, podría soportarlos, y es el que mejor expectativa presenta para los inversores”. Si quiere seguir leyendo el artículo suscríbase a la Revista Estrategias de Inversión.

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