La segunda revolución, pero en esta ocasión se trata de la digital comenzó en la década de los 80's, cuando tuvimos acceso a Internet y permitió la conexión entre ordenadores. Esa conectividad dio impulso a la digitalización de varias industrias, no sólo la de entretenimiento sino también la banca, la manufactura hasta la atención médica. La pandemia que vivimos hace pocos años aceleró la adopción de tecnologías disruptivas a medida que las empresas y trabajadores tuvimos que adaptarnos al nuevo orden de quedarnos en casa. 

A pesar de la falta de un consenso claro en cuanto a la definición de la Economía Digital, en términos generales, se hace referencia a todas las actividades económicas que dependen o se benefician de recursos digitales, como tecnologías de la información y comunicación (TIC), infraestructura digital, productos, servicios y datos digitales. Medir el alcance de la Economía Digital y su contribución al crecimiento económico general es un desafío, ya que los recursos digitales se integran a lo largo de toda la cadena de valor global.

En líneas generales, se estima que la Economía Digital representó cerca de la mitad del valor agregado y la mitad de los nuevos empleos en las economías del G20 entre 2006 y 2017, según datos de la OCDE. En los países en desarrollo, su importancia es menor, representando aproximadamente una cuarta parte del empleo total. Se anticipa que la transformación digital aumentará la productividad a largo plazo, reducirá los precios, impulsará la demanda de nuevos productos innovadores y, en última instancia, generará empleo en sectores digitalizados. En contraste, se espera que los sectores con baja presencia digital experimenten pérdida de empleos debido a la automatización.

La transformación digital de los modelos de negocio

Las innovaciones digitales están transformando todo el ecosistema. Surgen nuevos modelos de negocio en todos los servicios, desde el entretenimiento hasta las finanzas, con modelos de suscripción (por ejemplo, Netflix), modelos gratuitos (por ejemplo, Instagram, Facebook, etc.), modelos a pedido (por ejemplo, Uber) o modelos de intercambio (por ejemplo, AirBnB), por mencionar algunos. De manera similar, las empresas tecnológicas están transformando el modelo de negocio tradicional de la fabricación al incorporar análisis de datos en el hardware, lo que ha llevado al surgimiento de modelos de negocios de IoT (Internet de las cosas) como el mantenimiento predictivo y modelos de negocios basados en resultados, donde se vende y se fija el precio en función del rendimiento en lugar del hardware9. El modelo de negocio centrado en el hardware en la fabricación está cambiando hacia un modelo de negocio más amplio que incluye hardware, software y servicios, difuminando la línea entre los sectores tradicionales.

Pero en esta carrera digital se busca la dominancia

La adopción de tecnologías digitales es heterogénea en diferentes industrias y países, lo que ha generado disparidades crecientes en términos de infraestructuras digitales, habilidades, regulaciones y preferencias sociales, dando como resultado una Economía Digital fragmentada. La mayoría de las empresas tecnológicas se encuentran en los Estados Unidos y Asia, mientras que Europa solo captura el 10% de la financiación global para sus startups.

La tecnología se ha convertido en una fuente creciente de tensiones geopolíticas tanto dentro de los países occidentales como entre los Estados Unidos y China en los últimos años. Como respuesta, está emergiendo la cooperación internacional en tecnologías digitales entre las naciones occidentales. La victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos revivió las conversaciones en torno a una agenda transatlántica entre Estados Unidos y la Unión Europea, que abarca propuestas de políticas en el entorno digital, incluyendo enfoques comunes para la aplicación de leyes antimonopolio y ciberseguridad6. Esta agenda subraya la determinación de la UE y los Estados Unidos de dar forma al entorno regulador digital.

La disrupción es la temática central en la digitalización en la construcción de carteras

La naturaleza disruptiva de la economía digital desafía los marcos de inversión tradicionales. La construcción convencional de carteras se estructura a menudo en torno a la gestión de asignaciones tradicionales de sectores en relación con un punto de referencia para generar rendimientos excedentes o reducir riesgos. Sin embargo, los sectores tradicionales ya son segmentos bien establecidos de la economía y tienden a inclinarse fuertemente hacia las empresas que han tenido éxito históricamente. Por otro lado, las empresas líderes en temas disruptivos, como aquellas que implementan el Internet de las cosas (IoT) para mejorar el proceso de fabricación, suelen ser de menor tamaño y pueden abarcar diferentes sectores y geografías. Capturar con precisión a estas empresas requiere, por lo tanto, un enfoque de inversión orientado hacia el futuro que vaya más allá de los marcos tradicionales de sectores para identificar las tendencias de rápido crecimiento de la próxima década.

La inversión temática es un enfoque de inversión que implica una investigación en profundidad para identificar las tendencias disruptivas que impulsarán la creación de valor en el futuro, así como las empresas mejor posicionadas para beneficiarse de la materialización de estas tendencias.

Los ETFs temáticos al igual que fondos mutuos que pueden ayudar a los inversores a obtener una exposición específica a estas tendencias disruptivas en una sola inversión. Utilizan un proceso de inversión sistemático para reunir canastas de valores que proporcionan una exposición distintiva y diversificada a las tendencias disruptivas.

Para dirigirse con precisión a estas disrupciones, los ETFs temáticos deben incluir únicamente empresas especializadas que tienen más que ganar con la aparición de estas tendencias. Por lo tanto, la inversión temática es una estrategia orientada al crecimiento que no solo tiene el potencial de superar a largo plazo, sino que también constituye bloques de construcción únicos para preparar carteras de acciones globales para un mundo cada vez más digitalizado.