Echando la vista atrás, hemos tenido un 2025, que pese a todo, ha ido mejor de lo esperado. Observando el MSCI World desde octubre del año pasado lleva una revalorización de casi un 20%, agosto no ha ido tan mal y septiembre continúa siendo una incógnita.

La incertidumbre sigue latente en los inversores porque hay muchos frentes abiertos. Y es que, en el noveno mes del año se acumulan tensiones en la economía, los mercados y la geopolítica: la Fed enfrenta dudas sobre su independencia, el libre comercio se ve sustituido por una ola de aranceles, y la política monetaria se redefine con la expansión de las criptomonedas y la liquidez. Las cadenas de producción globales, ya golpeadas por la pandemia, sufren nuevas distorsiones por las exigencias de fabricar en Estados Unidos, mientras el liderazgo norteamericano y la libre circulación de capitales se ponen en entredicho. Y en el plano internacional, Trump no logra avances en Ucrania y China refuerza sus aspiraciones de dominio.

Por lo que, con todo esto sobre la mesa, es esencial saber cómo configurar las carteras para el final de año. Ahora bien, hay que saber en qué factores fijarse para ello y los expertos coinciden en que la Reserva Federal iniciará en breve un ciclo de bajadas de tipos, lo que relajará las condiciones financieras y condicionará la evolución de los mercados. Sin embargo, la inflación se mantiene por encima de los objetivos y podría intensificarse por los aranceles, lo que supone un riesgo si la Fed recorta demasiado rápido. En Europa, el escenario es más débil, con una economía que se enfría más deprisa y con mayor vulnerabilidad política y fiscal. Por lo que el marco general es de desaceleración sin recesión, con la estrategia de carry como opción destacada, pero con la inflación como el factor más decisivo a vigilar.

¿Cómo debemos conformar nuestra cartera?

Desde Santander Asset Management, Delfina Pérez, Directora de Estrategia de Mercados en Santander AM España comenta que en la recta final del año, la estrategia de inversión pasa por combinar cautela y crecimiento selectivo. Afirma que “la base de las carteras debería estar en activos defensivos, con mayor peso en renta fija de alta calidad y duración corta, aprovechando estrategias de carry que permiten capturar rentabilidad sin asumir excesiva sensibilidad a tipos o spreads”

En renta variable, recomiendan mantener una posición neutral y centrada en compañías de calidad y baja volatilidad, sin perder exposición a la tecnología y a la innovación, que siguen siendo motores de crecimiento. 

Entre los sectores con más potencial destacan la tecnología, impulsada por la inteligencia artificial; el sector salud, atractivo por su defensividad y valoraciones; y la defensa, con un aumento estructural del gasto a nivel global. Geográficamente, Latinoamérica, especialmente México, que “se perfila como beneficiaria de la reconfiguración de las cadenas de suministro”

Y en divisas, creen que "el euro podría mostrar debilidad a corto plazo, pero apreciarse frente al dólar en el medio; la libra ofrece un tono más constructivo aunque con riesgos fiscales, mientras que yen y franco suizo han perdido atractivo como refugios”. En contraste, “las divisas latinoamericanas ofrecen oportunidades selectivas en un entorno de fragmentación comercial”.

Por su parte, Miguel Castells, director de Inversiones de Unicaja Asset Management declara que en este tramo final del ejercicio, “el entorno de desaceleración económica y tipos moderadamente a la baja aconseja sobreponderar defensivos y compañías con sesgo value, con salud y consumo básico como principales candidatos tras su mal comportamiento reciente, mientras que materiales y consumo discrecional podrían perder impulso. 

En Europa, los valores ligados a defensa, industriales e infraestructuras mantienen atractivo, al tiempo que “las compañías de pequeña y mediana capitalización ofrecen valoraciones más interesantes”. En EEUU, las grandes tecnológicas “están capeando bastante bien el temporal”, pero “preferimos esperar a una toma de beneficios antes de aumentar exposición”

En renta fija, afirma que mantienen prudencia con los activos de riesgo y se centran “en los tramos medios y cortos de la curva, que deberían beneficiarse más en un contexto de bajadas de tipos, evitando los ultralargos por riesgos políticos y fiscales”

En cuanto a sectores, creen que la tecnología sigue mostrando resiliencia, que salud ofrece valoraciones atractivas y defensa e infraestructuras en Europa siguen teniendo recorrido. 

Y en divisas, “vemos un dólar más débil frente a sus principales pares, en especial frente al euro, mientras que el yen previsiblemente seguirá debilitándose tras los últimos acontecimientos”.

Desde Renta 4 aseguran que en este tramo final del ejercicio, mantienen un mayor peso en sectores defensivos dentro de la renta variable, priorizando empresas de alta calidad, líderes en sus sectores, con activos difíciles de replicar, sólidos flujos de caja y bajo endeudamiento

José Hinojo, del departamento de Gestión de Activos en Renta 4 Banco sostiene que creen que “el sesgo defensivo debe seguir siendo relevante tras la fuerte evolución de las bolsas, con especial atención al sector salud, que ofrece oportunidades tras su peor comportamiento relativo”

En renta fija, evitan deuda pública y prefieren la corporativa, que “ofrece mayor rentabilidad y ha resistido mejor la volatilidad reciente”. Además comenta que han reducido algo la exposición a bolsa recogiendo beneficios, pero continúan sobreponderados porque mantienen una visión positiva a largo plazo

De cara al cierre de 2025, salud y tecnología se perfilan como sectores ganadores: “el primero por el envejecimiento poblacional, el gasto sanitario y la innovación; el segundo por el papel de la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la automatización”. Además, asegura que “las pequeñas compañías cotizan con descuentos atractivos y, si se confirma la estabilización económica, podrían liderar la recuperación”, impulsadas por su agilidad, su presencia en sectores innovadores y su atractivo en operaciones corporativas. 

Y en gestión de riesgo y liquidez, apuestan por una cartera diversificada, con bonos corporativos de corta duración y algo de liquidez en monetarios o plazos muy cortos, para poder aprovechar eventuales oportunidades de mercado y reasignar a activos de mayor riesgo.

Y por último, desde Beka Finance, David Azcona, Chief Economist comenta que su estrategia de inversión sigue girando en torno a las decisiones de la Reserva Federal. “El riesgo de recesión en EEUU se mantiene elevado, cercano al 60%”, lo que podría obligar a la Fed a recortar tipos de forma agresiva en 2026, en un contexto además de crecientes presiones políticas sobre su independencia. 

Ante este escenario, asegura que prefieren reforzar la exposición a renta fija de calidad, especialmente Treasuries de mayor duración, que podrían converger hacia rentabilidades en torno al 3,25%”. En renta variable mantienen un sesgo táctico bajista, dado que “las valoraciones están tensas y el potencial alcista es limitado”, con preferencia por sectores defensivos frente a cíclicos

En divisas, aunque el dólar está sobrevalorado a largo plazo, a corto plazo “podría repuntar hacia 1,08 frente al euro” por la debilidad de otras economías; el yen se consolida como cobertura natural en caso de recesión, mientras que divisas ligadas a materias primas muestran fortaleza relativa. 

En alternativos, “el oro destaca por su tendencia alcista, el private equity y el crédito privado conservan valor para horizontes largos, y los criptoactivos solo encajan en carteras con alta tolerancia al riesgo”. Entre emergentes, Asia y Latinoamérica se ven favorecidas por un dólar más débil y precios firmes de metales. 

Y de cara a la gestión de riesgos, creen que el mayor peligro es caer en un escenario de “mini-estanflación”, por lo que recomiendan mantener mayor liquidez de lo habitual, extender de forma prudente la duración en renta fija, priorizar coberturas y posiciones defensivas, y aplicar disciplina en la gestión del riesgo para afrontar un cierre de año que anticipamos con elevada volatilidad”.

En definitiva, la recta final de 2025 exige carteras equilibradas, con un sesgo claro hacia activos defensivos y de calidad, pero sin perder exposición selectiva a motores de crecimiento como la tecnología y la innovación. La renta fija corporativa y los Treasuries de mayor duración ganan protagonismo en un contexto de tipos a la baja, mientras que la renta variable requiere prudencia, privilegiando sectores como salud, defensa e infraestructuras. En divisas, el euro y el dólar concentran la atención, con oportunidades en monedas ligadas a materias primas y en Latinoamérica. Y todo ello bajo un denominador común: “liquidez, diversificación y gestión disciplinada del riesgo” como claves para navegar un cierre de año marcado por la incertidumbre política, económica y monetaria.

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