Los expertos lo tienen claro: Asia sí pero con cautela para los próximos años. Tiene sentido si pensamos en la volatilidad que ha tenido este activo desde el pasado mes de agosto y el efecto que ha manifestado sobre el resto de mercados. Y todo por un factor común: el cambio en el modelo de crecimiento de China y su impacto sobre su propio crecimiento.

El hecho de que esta economía esté poniendo rumbo a una economía más dominada por el sector consumo en detrimento del sector exportaciones está impactando, y mucho, en los países emergentes exportadores de materias primas.



“Ahora la economía china ha decidido que quiere añadir más valor a su producción y subir el nivel de vida de su población, muy deprimida por la sobreproducción para garantizarse las exportaciones en años anteriores. Hasta ahora todo el mundo ha creído en el milagro chino y en los poderes de su gobierno pero ese cambio será más difícil porque es complicado mantener la demanda interna mientras haces esos cambios”, reconoce Paul Moran, profesor del IEB.


Unos cambios que ¿durarán mucho? A juicio de los expertos de Fidelity es de esperar que las reformas estén concluídas antes de 1949 “que es cuando el partido comunista chino hace 100 años”

Ahora la clave está, dice este profesor, en tratar de cruzar el río mientras cae la tormenta. Ahora, hay que reconocer que no todo Asia es China. Y hay muchas divergencias entre las distintas economías, a razón de la importancia que tienen sus gobiernos. Un ejemplo: tras la elección de Modi en India, en 2014, el Sensex subió un 44% en euros gracias a las reformas que esté gobierno está implantando para que el estado esté menos implicado en la economía, como la supresión de las subvenciones a la gasolina y la activación de un programa de privatización de las empresas públicas. A su vez, prevé un incremento del gasto público en el sector infraestructuras, reducción de la fiscalidad de las empresas y un nuevo programa de ayuda social destinado a