Estamos volviendo a observar entradas netas en la renta fija emergente global. ¿Qué aspectos han provocado que el inversor institucional vuelva a tener apetito por la renta fija emergente?

Hay varios elementos detrás de este renovado interés. En primer lugar, el atractivo de los rendimientos y los retornos. La renta fija de mercados emergentes ha ofrecido resultados muy competitivos en lo que va de 2025, superando incluso los obtenidos en el crédito estadounidense, tanto en grado de inversión como en alto rendimiento. Aun con la compresión reciente de los spreads —que hoy se sitúan por debajo de los 300 puntos básicos— el rendimiento promedio del universo soberano emergente ronda el 7%, un nivel que sigue siendo atractivo.

Además, conviene recordar el punto de partida: los flujos hacia deuda emergente habían sido fuertemente negativos en los años anteriores. Entre 2022 y 2024 se registraron salidas cercanas a los 150 o 160.000 millones de dólares. En contraste, en lo que va de 2025 las entradas —tanto en deuda externa como local— rondan los 16.000 millones de dólares. Es un cambio de tendencia, aunque todavía modesto si se compara con los cerca de 200.000 millones que han captado los fondos de crédito estadounidense de grado de inversión.

Por último, los fundamentales de los países emergentes siguen mostrando una base razonablemente sólida, lo que refuerza un contexto constructivo para la clase de activo.

Visión sobre los emisores principales de América Latina

América Latina presenta un espectro muy amplio en cuanto a tamaño de economías, composición y, sobre todo, perfil de riesgo. En un extremo, tenemos países de alta calidad crediticia como Chile, con bajo riesgo y amplio acceso tanto a los mercados internacionales como a los domésticos. Esto les da la flexibilidad de elegir entre emitir deuda externa o interna según sus necesidades, y suelen hacerlo de forma bastante eficiente.

En un rango intermedio se ubican países como Brasil, que también goza de un acceso sólido a los mercados. Este año ha realizado un par de emisiones, pero todo indica que no tendrá necesidad de volver al mercado externo en 2025. Un caso especialmente interesante ha sido el de México, que emitió cerca de 40.000 millones de dólares en 2025, gran parte de ellos destinados a un apoyo financiero explícito a Pemex, algo que no habíamos visto con esa magnitud anteriormente.

Finalmente, están los países de mayor riesgo, como Ecuador, que aún no cuentan con acceso pleno a los mercados internacionales, aunque no están tan lejos de lograrlo. Generalmente, cuando los rendimientos bajan del 10%, se considera que un emisor de este perfil podría volver a colocar deuda.

En conjunto, el mercado ha estado muy activo este año en mercados emergentes globales: se espera que las emisiones brutas de deuda soberana emergente alcancen alrededor de 240.000 millones de dólares este año, un máximo histórico en al menos una década. Es un reflejo de la solidez del apetito inversor, impulsado tanto por los flujos hacia los propios mercados emergentes como por el llamado crossover money —inversores de mercados desarrollados que buscan rendimientos más atractivos en emergentes—. Esta combinación ha creado un entorno de demanda particularmente robusto.

Este año América Latina vive un intenso ciclo electoral, con múltiples comicios y una percepción creciente de que la región se inclina hacia la derecha. ¿Qué impacto podría tener en los mercados?

Efectivamente, estamos viendo un giro político hacia la derecha en varios países de la región. Todo comenzó con la elección de Daniel Noboa en Ecuador en abril, y la tendencia se ha ido consolidando. En Argentina, por ejemplo, las elecciones de medio término mostraron un fuerte respaldo al partido de Javier Milei, que superó incluso las previsiones más optimistas al obtener más del 40% de los votos para la cámara baja. En Chile, de cara a las elecciones de noviembre, se espera que un candidato de centro o centroderecha tenga ventaja, mientras que en Bolivia, la reciente segunda vuelta se disputó entre dos opciones de derecha, lo que muestra un cambio claro en la orientación del electorado. Más adelante, Perú celebrará elecciones en abril y Colombia en mayo; en este último caso, aunque aún no hay candidatos definidos, el presidente Petro no puede presentarse a la reelección y todo apunta a que podría surgir una figura de centro o centroderecha. Finalmente, Brasil cerrará el ciclo en octubre con un probable nuevo enfrentamiento entre Lula y un candidato del bloque bolsonarista.

Ahora bien, más que un fenómeno regional uniforme, este giro responde a dinámicas nacionales específicas. En Bolivia, por ejemplo, el desgaste de dos décadas de gobiernos del MAS, con resultados económicos muy débiles, abrió el espacio para opciones más moderadas o de derecha. En general, las victorias de candidatos de centro o centroderecha suelen generar optimismo inicial en los mercados, porque se asocian con programas de reformas y políticas económicas más favorables a la inversión. Sin embargo, la experiencia demuestra que la implementación de esas reformas lleva tiempo, mientras que los ciclos económicos y la paciencia de los votantes suelen ser mucho más cortos.

En todo caso, un eventual giro político en países como Colombia o Chile hacia gobiernos más promercado podría traducirse en un impacto positivo para los activos locales, al mejorar las perspectivas de estabilidad macroeconómica y confianza inversora.

¿Cómo están influyendo el entorno macroeconómico de Estados Unidos, los aranceles y el ciclo de política monetaria de la Fed en los mercados emergentes?

La expectativa es que la Reserva Federal realice un recorte adicional de tasas este año, tras el de la semana pasada, y probablemente uno o dos más en 2026. Esto marca un giro hacia una política monetaria más expansiva, lo cual históricamente ha sido positivo para los mercados emergentes. Un entorno de tasas más bajas en EEUU tiende a debilitar el dólar, y un dólar más débil mejora las condiciones de financiamiento externo de los países emergentes, ya que reduce el costo de servir su deuda denominada en esa moneda. En ciclos anteriores de relajamiento monetario combinados con un dólar débil, los retornos de los activos emergentes han sido consistentemente positivos.

El otro factor relevante son los aranceles. Este tema es más complejo y su impacto varía significativamente por región. En América Latina, con excepción de México, la mayoría de los países mantienen déficits comerciales moderados con Estados Unidos y tienen un volumen de intercambio relativamente bajo. Esto contrasta con los grandes déficits que EEUU mantiene con economías asiáticas como China, Vietnam o Taiwán, que son los principales objetivos de las medidas arancelarias.

México, por su parte, se encuentra protegido por el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), vigente hasta su próxima revisión en 2026. En el resto de la región —países como Brasil, Argentina o Colombia— las tarifas aplicadas han sido generalmente básicas, del orden del 10%, salvo casos puntuales motivados por razones políticas, como el aumento temporal del 50% a ciertos productos brasileños.

Desde una perspectiva global, las políticas tarifarias son negativas para el crecimiento y aumentan la incertidumbre, pero en términos relativos, el impacto directo sobre la deuda externa de los emergentes —especialmente en América Latina, África y Europa— es limitado. Hasta ahora, las economías han mostrado resiliencia ante este entorno incierto. Sin embargo, el riesgo sigue presente: las tensiones comerciales con China y otros socios, como Canadá, podrían volver a escalar, lo que sugiere que el factor arancelario será un elemento estructural con el que los mercados deberán convivir durante la actual administración estadounidense.

¿Cuáles son las principales oportunidades en el mercado de deuda emergente?

El mercado de deuda emergente sigue siendo muy atractivo, especialmente en el segmento de alto rendimiento. Este abarca un espectro amplio: desde países con calificación BB, como Colombia, que presentan spreads interesantes, hasta economías de mayor riesgo, con calificaciones B o CCC, que están saliendo de situaciones de estrés, como Ecuador, donde vemos un momento positivo respaldado por un mandato presidencial estable.

En Argentina, la reciente evolución política ha generado un sentimiento sorprendentemente positivo hacia la fórmula de Milei, apoyado además por factores externos, como intervenciones bilaterales de Estados Unidos que aportan mayor confianza al mercado. Emisores específicos también muestran oportunidades: Pemex, por ejemplo, continúa beneficiándose del soporte explícito del Tesoro mexicano, lo que refuerza su atractivo.

Más allá de los grandes emisores, algunas economías más pequeñas también destacan. Costa Rica, por ejemplo, ha implementado reformas fiscales y de crecimiento que podrían acercarla a una calificación de grado de inversión en el futuro cercano.

Este interés por los emergentes se refleja en los flujos positivos hacia la región, impulsado por la solidez de los fundamentales: muchos países tienen cuentas fiscales ordenadas y niveles de deuda pública relativamente bajos en comparación con mercados desarrollados como EEUU, Japón, Francia o Reino Unido.

Además, la evolución de las calificaciones soberanas refuerza este atractivo: tanto en 2024 como en 2025, los upgrades superan ampliamente a los downgrades, mostrando una tendencia positiva en la percepción de riesgo crediticio de los mercados emergentes. Esto convierte a la deuda emergente en una oportunidad tanto para rendimiento como para exposición a fundamentales sólidos.

Neuberger Berman Short Duration Emerging Markets Debt: ¿por qué tiene sentido invertir en renta fija emergente de corta duración en el entorno actual?

La renta fija emergente de corta duración ofrece un perfil de rendimiento atractivo combinado con un riesgo controlado. La estrategia que seguimos en Neuberger Berman Short Duration Emerging Markets Debt está diseñada para ser más conservadora: su calificación promedio es BBB- y la duración promedio ronda los 2,5 años, lo que limita la sensibilidad a movimientos de tasas de interés. El portafolio combina deuda externa soberana y corporativa emergente en proporciones aproximadas de 50/50, y está exclusivamente en monedas duras, principalmente dólares y euros, con cobertura de tipo de cambio, lo que reduce riesgos cambiarios.

A pesar del reciente entorno de bajas tasas, esta estrategia sigue ofreciendo un rendimiento cercano al 5,7-5,8%, lo que resulta muy atractivo considerando la duración y la calidad crediticia del universo. En otras palabras, permite a los inversores obtener un yield elevado por unidad de duración sin asumir riesgos excesivos, lo que la convierte en una opción sólida dentro del segmento de renta fija emergente hoy.

Perfil al que va dirigido el Neuberger Berman Short Duration Emerging Markets Debt

Este producto está diseñado para un perfil más conservador que busca rendimiento atractivo sin asumir riesgos excesivos. La estrategia de corta duración limita la volatilidad frente a movimientos de tasas de interés, lo que la hace más adecuada para inversores que priorizan estabilidad y preservación de capital dentro del universo de deuda emergente.

En contraste, los instrumentos de mayor duración, como el Emerging Markets Global Reversal Fund, con duración promedio de 6,5 años, se benefician más en escenarios de caída de tasas, como la que hemos visto en 2025, pero incorporan un nivel de volatilidad significativamente mayor. Por eso, la estrategia de corta duración se presenta como una opción intermedia, que combina un perfil conservador con exposición a rendimientos atractivos en el contexto actual.