
La tabla que ponemos a continuación nos permite distinguir de un vistazo el comportamiento en lo que va de 2025 y en diversos periodos. Y como verás, hay de todo: activos brillando como si nada hubiera pasado, y otros con mucho vaivén.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
Si hablamos de ganadores en 2025, el oro se lleva la medalla de oro (valga la redundancia). Con un impresionante +22,3%, el metal precioso no solo confirma su papel como refugio en tiempos de incertidumbre, sino que lo hace con fuerza. En el último mes todavía suma un +2,4%, demostrando que su tendencia sigue viva. Aunque en la última semana ha corregido algo, sigue siendo líder indiscutible. Y eso que lleva dos años más que buenos.
Pero si hablamos de recuperación explosiva, el Bitcoin se lleva la palma. En lo que va de año sube un +6,8%, lo que ya sería interesante. Pero lo llamativo está en su rally reciente: +22,5% solo en el último mes y un asombroso +43,9% en 6 meses. Ha pasado de la sala de urgencias al podio sin escala.
Los mercados desarrollados fuera de EE. UU. (RV EAFE) también están teniendo un muy buen año: +15,1% YTD. En el último mes suman un nada despreciable +6,7%, confirmando una reactivación de regiones que llevaban tiempo a la sombra de Wall Street.
Por su parte, la renta variable emergente se apunta al rebote con un +10,4% en 2025 y +6,3% en el último mes, beneficiándose de un entorno de tipos algo más relajado y del optimismo renovado sobre el crecimiento en Asia y América Latina. Los últimos acontecimientos arancelarios y la debilidad del dólar también han sido factores relevantes que no podemos dejar de mencionar.
Aunque no han sido protagonistas de grandes titulares, los bonos están haciendo su trabajo: recuperarse sin hacer ruido. La mayoría de bonos soberanos tradicionales (EE. UU., IG, largo plazo) avanzan poco, aunque en positivo.
Pero cuando llegamos a lo que muchos queréis, empiezan las dudas. El Nasdaq, tras subidas espectaculares en 2023 y 2024, apenas suma un +1,7% YTD, aunque en el último mes se anota un buen +10,7%. Algo parecido, lógicamente, ocurre con el estilo Growth estadounidense, que lleva un modesto –0,4% en el año, pero también rebota un +10,6% en abril-mayo. No sé si será todo un respiro por la pausa arancelaria, pero es un recordatorio de no caer en pánico. No nos cansaremos de decirlo. De hecho, algunos gestores se jactaban de haber reducido a mínimos la exposición con las primeras caídas. Pues bien, en los mercados nadie sabe lo que pasará mañana, así que es mejor no cantar victorias por adelantado. Y quizá mañana caiga mucho otra vez y sea un acierto haber reducido mucho, no digo que no. Pero cuidado. esto es como el golf, el deporte de la humildad. Después de una gran salida, estás visualizando el berdie y das un filazo. Hasta que no acabe el recorrido, mejor no hablar muy alto.
Lo preocupante, quizá, es lo que está pasando con las Small Caps y Mid Caps estadounidenses. En 2025 caen un –5,6% y un –1,7%, respectivamente. No solo no recuperan del todo, sino que siguen en negativo a pesar del buen tono general del mercado. Esto puede deberse a una menor visibilidad de beneficios en un entorno aún incierto. Como sabéis, la inversión de CAPEX se ha reducido mucho porque nadie sabe cómo saldrá Trump al día siguiente. De todos modos, seguimos pensando que es un activo interesante. Esperemos que el mercado nos acabe dando la razón.
Lo que llevamos de 2025 demuestra que la recuperación no es homogénea. Algunos activos —como el oro, el Bitcoin o la renta variable internacional— han iniciado o recuperado con fuerza. Otros —como las small caps o los bonos a largo plazo— siguen rezagados. Y algunos, como el growth americano, están dando señales mixtas: puede ser el inicio de una nueva subida… o solo un rebote técnico.
Lo importante, como siempre, no es intentar adivinar el próximo ganador, sino construir una cartera que combine cierto sesgo defensivo con potencial. Y, como repetimos en muchos artículos, a veces las mejores oportunidades surgen precisamente en los activos más castigados.