
Si miramos los datos de inversión en fondos, según Inverco, hasta junio de este año, el patrimonio total gestionado por fondos de inversión en nuestro país supera los 421.180 millones de euros. Unas cifras que han superado a las del anterior mes con 2.940 millones de euros más, o lo que es lo mismo, un incremento del 0,7%. ¿Qué significa esto? Que en España gusta este tipo de inversiones.
Y atención, porque las previsiones para final de año, estiman que seguirá creciendo esta cifra un 8,2% más, llegando a alcanzar los 431.600 millones de euros. Todo esto podrá variar, porque en estos momentos el mundo se rige por inestabilidad geopolítica transformada en volatilidad en los mercados, por eso es esencial elegir bien.
Pero, ¿cómo podemos hacerlo? Es una pregunta que hay que estudiar, porque no todos los fondos son los mejores para todos, por eso lo mejor es hacer caso a los expertos.
¿Qué tenemos que tener en cuenta?

Aquí “cada maestrillo tiene su librillo”. Por ejemplo, Juan Hernando, director de Advisory de Morawealth cree que es clave conocer la estrategia del fondo, el historial del gestor y cómo se comporta en distintos entornos. Más allá de la rentabilidad, hay que analizar el riesgo, la consistencia, los costes y el volumen gestionado, ya que todos estos factores influyen en los resultados y en la capacidad del gestor para mantener su estilo.

Por su parte, en Indexa Capital, Unai Ansejo, cofundador y co-consejero delegado declara que ellos consideran clave que un fondo ofrezca “liquidez, comisiones bajas y una buena réplica del índice”.

Jordi Mercader, CEO y co-fundador de inbestMe opina que el criterio principal al elegir un fondo o cartera es tener claro el objetivo financiero, lo cual suele estar ligado al horizonte temporal. Si no se puede definir el “para qué”, al menos debe definirse el “para cuándo”.

Y Carlos Arenas, analista de fondos de Estrategias de Inversión considera que lo primero es analizar el binomio rentabilidad/riesgo, “con especial atención al ratio Sharpe y al Alpha, pero sin dejarse llevar solo por la rentabilidad pasada. También es clave definir dónde se quiere invertir, según intereses temáticos o geográficos, y revisar métricas como la máxima caída, las ratios de captura en mercados bajistas y alcistas, y la beta”.
También, algo en lo que coinciden todos, es esencial conocer el perfil de riesgo del inversor, para determinar la cartera más adecuada para cada cliente, porque permite exponerle a un riesgo que pueda asumir sin retirar el dinero. Por lo que establecer bien ese perfil de riesgo es fundamental puesto que hay una relación intrínseca entre riesgo y rentabilidad.
El historial del gestor o la gestora también es algo esencial y es que, aunque hay que tener en cuenta que, como advierten los expertos, los resultados pasados pueden ofrecer una referencia sobre cómo se ha comportado un fondo o un gestor en distintos entornos, no garantizan rendimientos futuros y no deben ser el único criterio de decisión. En la gestión activa, la rentabilidad pasada suele ser poco persistente y es clave analizar también la estabilidad del equipo gestor, los intereses alineados (como que el gestor invierta en su propio fondo) y los costes, que sí tienen poder predictivo. En la gestión indexada, el seguimiento preciso del índice es un factor relevante, siempre con control periódico. En ambos casos, centrarse solo en el retrovisor puede llevar a errores, especialmente si se ignora el contexto de mercado o el enfoque estratégico del fondo. Y es este sentido, desde Indexa Capital sugieren que es recomendable buscar gestores independientes, ya que los fondos gestionados por bancos suelen tener conflictos de interés que pueden afectar negativamente la rentabilidad.
Esto nos hace poner el foco en las comisiones. Aquí, desde InbestMe e Indexa Capital señalan que las comisiones son un factor clave al invertir en fondos, ya que impactan directamente en la rentabilidad final del inversor. Entre los costes más relevantes están el de gestión, la custodia, el depositario, el corretaje, los cambios de divisa y el TER (Total Expense Ratio), que agrupa varios gastos, aunque no todos. Algunos son explícitos, como la gestión y la custodia, y otros implícitos, como los del fondo o ETF, que se descuentan del valor liquidativo. En la gestión activa, estos costes suelen ser más altos. En la indexada, se reducen significativamente, lo que mejora la rentabilidad neta para el inversor, especialmente si se compara con el índice de referencia.
¿Y el entorno macroeconómico? Influye, pero todos coinciden en que no hay que volverse loco, más allá de hacer rotación de carteras de vez en cuando y tener una serie de comportamientos claros como: Tener un plan de inversión y un perfil inversor con el que uno está cómodo y que se pueda mantener a largo plazo; no retirar tras las caídas; realizar aportaciones periódicas y no cambiar el perfil de riesgo en función de la situación del mercado
Con todo esto, la siguiente duda es si es mejor un fondo de gestión activa o pasiva. La respuesta no es única, ya que lo ideal es combinarlo.
De hecho, desde Morawealth afirman que no existe una única solución válida entre gestión activa y pasiva. La gestión pasiva es útil por su eficiencia operativa y para movimientos tácticos, o cuando no se identifican gestores con valor añadido. La gestión activa, en cambio, puede ser más eficaz en mercados menos eficientes y cuando se cuenta con gestores capaces de batir consistentemente al índice.
Mientras que Carlos Arenas de Estrategias de inversión considera que “gestión activa e indexada no son excluyentes; cada una tiene sus ventajas. La indexada encaja bien en entornos de crecimiento, mientras que en escenarios de mayor volatilidad se valora más la gestión activa”.
InbestMe apuesta claramente por la gestión indexada, que consideran adecuada para el 95% del patrimonio de la mayoría de los inversores. Señalan que la gestión activa debería limitarse a un porcentaje pequeño, salvo en perfiles muy sofisticados. Dado que la mayoría de los fondos activos no baten a sus índices, seleccionarlos bien requiere conocimientos y controlar sesgos psicológicos, lo cual no es fácil.
Y en Indexa Capital, Unai Ansejo dice que para la mayoría de los inversores, los fondos indexados son la opción más eficiente. “La razón principal es que la mayoría de los fondos activos no superan consistentemente a sus índices de referencia, además de tener mayores costes y menor transparencia. En cambio, la gestión indexada ofrece menores comisiones, más diversificación y, en promedio, mejores resultados”.
Errores de los inversores y cómo evitarlos
Muchos inversores cometen errores al dejarse llevar por emociones, modas o rendimientos recientes, lo que los lleva a comprar en máximos y vender en mínimos, perdiendo rentabilidad.
Otros errores frecuentes son no diversificar bien, cambiar de activo por impulso, no invertir según el perfil de riesgo y horizonte temporal, o seguir gestores “de moda”.
Para evitarlos, se recomienda mantener una estrategia disciplinada y automatizada, invertir de forma periódica, formarse financieramente, planificar objetivos, y utilizar fondos indexados como núcleo de la inversión, limitando las apuestas alternativas y teniendo en cuenta la fiscalidad.
Al final, elegir un buen fondo de inversión no tiene una fórmula única, pero sí una serie de claves: definir bien el objetivo y perfil de riesgo, controlar las emociones, fijarse en las comisiones y no dejarse guiar solo por la rentabilidad pasada. La gestión indexada gana terreno por su eficiencia, aunque la activa sigue teniendo espacio en ciertos contextos. Lo esencial es construir una estrategia diversificada, disciplinada y adaptada a cada inversor ayudándose de los mejores profesionales.
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