El fondo CT Lux Us Contrarian Core Equities sigue un enfoque contrarian (inversión contracorriente respecto al consenso del mercado). ¿Qué ofrece este tipo de estrategia en un entorno como el actual?

Este fondo es particularmente interesante porque, cuando hablamos de una estrategia contrarian, nos referimos a un enfoque que busca invertir en compañías que están atravesando momentos de menor favor en el mercado, generalmente penalizadas por eventos coyunturales, pero que nuestros análisis indican que tienen sólidos fundamentales. Este enfoque no debe confundirse con estrategias de "valor" que simplemente buscan empresas baratas. En nuestro caso, no se trata solo de precio, sino del momento: invertimos cuando detectamos una oportunidad provocada por una percepción negativa temporal que no refleja el verdadero potencial de la empresa.

Es una estrategia que lleva más de 30 años funcionando con éxito en Estados Unidos, y el fondo US Contrarian Core es uno de nuestros productos más sólidos allí. El mismo gestor lidera también la versión europea del fondo, aplicando la misma filosofía.

Un ejemplo claro es Nvidia. Compramos esta compañía en 2018, cuando el mercado la castigó por su fuerte exposición a videojuegos y hardware para consolas. Sin embargo, nuestra visión a largo plazo —apoyada por el potencial de la inteligencia artificial— nos llevó a identificar valor antes que el consenso. Esa es la esencia del enfoque contrarian: actuar con convicción cuando el mercado duda.

¿Qué impacto cree que tendrán factores como los tipos de interés, la evolución del ciclo económico o las elecciones estadounidenses?

Ya hemos visto en ocasiones anteriores como eventos políticos, como las elecciones en EE.UU. o la llegada de Trump, pueden generar volatilidad en los mercados, especialmente por cuestiones como las tarifas comerciales. Aun así, nuestro escenario base no contempla una disrupción total ni una recesión inminente. El mercado actualmente descuenta alrededor de 97 puntos básicos de recortes por parte de la Reserva Federal hasta final de año y, de materializarse, estas bajadas serían en general positivas, especialmente para empresas más orientadas al mercado doméstico, ya que reducirían sus costes de financiación. Desde nuestra perspectiva, aunque el ciclo económico podría verse afectado, no anticipamos una recesión. En este contexto, seguimos viendo muchas oportunidades de inversión, sobre todo en compañías de calidad que, por situaciones de mercado o noticias puntuales, han sido castigadas de forma excesiva.

El fondo invierte en unas 70-80 compañías estadounidenses que consideramos entre las mejores, pero lo hace aplicando un enfoque contrarian: preferimos entrar en momentos de corrección o incertidumbre, no cuando las valoraciones están ya muy elevadas. De hecho, el último mes ha sido especialmente positivo para nosotros. La elevada volatilidad generada por las tensiones geopolíticas y comerciales ha creado muchas oportunidades: hemos rotado cerca de 8 posiciones en cartera, lo que muestra lo dinámico que puede ser el fondo en momentos como este

¿Qué sectores o temáticas dentro del mercado estadounidense ofrecen actualmente, en su opinión, más oportunidades en una gestión contrarian? 

    Lo primero que hay que entender es que la gestión contrarian no está ligada a un estilo de inversión concreto como growth o value. Nuestro enfoque no se basa en etiquetas, sino en identificar buenas compañías que, por ruidos de mercado o situaciones puntuales, se colocan a precios atractivos. En ese sentido, seguimos viendo oportunidades en sectores como tecnología, donde compañías como Nvidia —a pesar de su calidad y liderazgo en innovación— han atravesado periodos de corrección que hemos aprovechado para reforzar posiciones. Otro sector que nos parece interesante es el de servicios industriales; un buen ejemplo es General Electric, una compañía que fue duramente penalizada durante años, pero en la que vimos potencial antes que el mercado y que ahora está mostrando una recuperación notable.

    Nuestro fondo está estructurado para batir al S&P 500, y por tanto tiene una cartera diversificada que incluye tecnología, salud, industria, y más. No nos enfocamos en un único sector, sino en compañías líderes con ventajas competitivas claras —como la capacidad de fijar precios (pricing power)— que ofrecen algo diferencial en su sector. Microsoft, por ejemplo, es una compañía que difícilmente pierde clientes por pequeños cambios macroeconómicos; su presencia estructural en áreas como la nube o los servicios empresariales es difícil de sustituir.

    La reciente volatilidad ha sido, de hecho, una oportunidad. Muchas empresas que anteriormente estaban caras han corregido, permitiéndonos entrar en ellas a valoraciones más razonables. A pesar del ruido político o geopolítico, seguimos viendo grandes compañías estadounidenses que lideran a nivel global y que creemos fundamentales para construir una cartera sólida y resiliente a largo plazo.

    ¿Qué criterios utiliza para determinar cuándo una acción ha sido castigada injustamente por el mercado?

      Contamos con una metodología rigurosa respaldada por un equipo muy sólido: más de 30 analistas en EE.UU. que trabajan en el análisis fundamental de las compañías, dentro de una gestora con más de 600.000 millones de dólares bajo gestión. Nuestro objetivo es identificar el valor intrínseco de las empresas y detectar discrepancias con su valoración de mercado.

      En cuanto a la selección de nuevas oportunidades, aplicamos un enfoque sistemático: analizamos el tercio inferior del Russell 1000 en términos de rendimiento en las últimas 52 semanas. Es decir, buscamos entre aquellas acciones que peor se han comportado en el último año. A partir de ahí, analizamos si el castigo que han recibido está justificado o si se debe a factores exógenos o temporales que no afectan los fundamentales del negocio. Este análisis nos permite separar los casos donde la penalización tiene una base estructural de aquellos donde hay una oportunidad real. Cuando encontramos compañías con sólidos fundamentales, pero castigadas por factores que consideramos transitorios o sobrerreaccionados por el mercado, es ahí donde actuamos.

      Por otro lado, también tenemos procesos definidos para revisar nuestras posiciones actuales. Si una acción cae más de un 15% en relación con el índice de referencia, reevaluamos la tesis de inversión con el equipo de análisis. Puede haber razones válidas detrás de ese comportamiento —como un cambio competitivo, un problema de gobernanza o una alteración del entorno macroeconómico— y si detectamos que algo ha cambiado de forma sustancial, consideramos salir de la posición. Es una forma de asegurarnos de que mantenemos la disciplina y estamos continuamente revisando nuestras decisiones.

      ¿Cuántas acciones suele mantener en cartera, y qué rango de peso máximo y mínimo tienen las principales posiciones?

      Actualmente gestionamos una cartera compuesta por unas 80 acciones. El objetivo del fondo es generar valor con baja volatilidad, buscando superar al índice —en este caso, el S&P 500— pero sin incurrir en grandes desviaciones ni concentraciones excesivas. Por eso, aunque tenemos convicciones altas en compañías como Nvidia o Microsoft, sus pesos en cartera rara vez superan el 3%, 4% o, como mucho, el 5%. Nuestra filosofía apuesta por una cartera diversificada, tanto en número de valores como en distribución del riesgo.

      Este enfoque responde a dos motivos principales: por un lado, controlar la volatilidad y limitar el riesgo específico de cada compañía; y por otro, aprovechar la amplitud del mercado estadounidense, que nos ofrece una enorme variedad de oportunidades dentro del Russell 1000. Así, podemos construir una cartera sólida, bien diversificada y con una gestión activa del riesgo, sin depender de unas pocas apuestas concentradas.

      ¿Qué mecanismos utilizan para controlar el riesgo cuando invierten en activos que pueden seguir siendo impopulares durante un tiempo prolongado?

      El valor diferencial de este fondo, y lo que define su carácter contrarian, es precisamente no dejarnos llevar por la moda del mercado o el ruido de corto plazo. Apostamos por compañías que, aunque puedan estar fuera del radar del consenso —lo que en EE. UU. se conoce como out of favor—, presentan catalizadores claros de cambio que nuestros analistas identifican antes que el mercado. Un ejemplo es General Electric, una empresa en la que entramos cuando estaba atravesando un momento complejo y era poco atractiva para otros gestores; sin embargo, detectamos elementos clave, como una transformación estructural o nuevos desarrollos estratégicos, que nos indicaban que el mercado estaba infravalorando su potencial.

      Para controlar el riesgo en estos casos, aplicamos varios mecanismos. El primero es la profunda labor de análisis: no invertimos por intuición, sino cuando tenemos una tesis sólida respaldada por datos y conocimiento del negocio. Además, el fondo está ampliamente diversificado —con unas 80 posiciones—, lo que evita una concentración excesiva en ideas individuales. También monitorizamos de forma constante el comportamiento relativo de nuestras posiciones: si una acción cae más de un 15% en comparación con el índice, revisamos de inmediato la tesis de inversión para detectar si ha habido un cambio estructural o si el mercado simplemente sigue penalizando sin razón de fondo. Por último, la volatilidad —como la vivida en abril— es una aliada clave para nosotros. Cuando el mercado reacciona con miedo o pánico, aparecen oportunidades en compañías de gran calidad que temporalmente se ajustan en precio. Si tenemos convicción y sabemos lo que valen, esas oscilaciones nos permiten generar valor de forma consistente, sin asumir riesgos desproporcionados

      ¿Tiene algún objetivo de rentabilidad? 

      Nuestro objetivo principal es batir al índice de referencia, el S&P 500, a lo largo del tiempo. Sabemos que superar al índice no es sencillo, especialmente en un mercado tan competitivo como el estadounidense, pero lo hemos logrado de forma consistente en el largo plazo.

      Este fondo forma parte de una estrategia global con más de 30.000 millones de dólares en activos bajo gestión en EE.UU., y replicamos esa misma filosofía para inversores europeos. A pesar de que últimamente se ha generado cierto escepticismo sobre el mercado americano, seguimos muy positivos: Estados Unidos alberga algunas de las mejores compañías del mundo, especialmente en sectores como tecnología. Además, el entorno actual de volatilidad nos ha permitido acceder a grandes empresas a valoraciones atractivas. Y si bien el mercado descuenta bajadas de tipos por parte de la Fed, nuestro escenario base no contempla una recesión en EE. UU., lo que refuerza nuestra convicción en que estas compañías seguirán generando buenos resultados