¿Cuáles son las ventajas de incluir pequeñas y medianas compañías en una cartera de inversión?
Victoria Torre. Nosotros pensamos que son muchas. A veces, un inversor que está empezando puede preguntarse por qué invertir en compañías pequeñas y medianas cuando puede hacerlo en las más grandes y reconocidas del mercado. Y ahí aparece el primer error: identificar “grande” con “bueno”. Hay compañías pequeñas y medianas excelentes, que han sido pioneras en sus negocios, líderes y referentes dentro de sus sectores. Por tanto, no debemos dejarlas fuera a la hora de construir una cartera de inversión.
Este tipo de compañías cuentan con ventajas intrínsecas y otras derivadas de la coyuntura de mercado. Por ejemplo, suelen ser empresas menos seguidas por los analistas, por lo que es más fácil encontrar anomalías en las valoraciones y detectar oportunidades.
Además, hay factores coyunturales que pueden beneficiarlas, como los tipos de interés bajos o en descenso, que les permiten obtener mejores condiciones de financiación.
Obviamente, también tienen su contrapartida: en momentos de recesión profunda, pueden sufrir algo más que las grandes por su menor capacidad de adaptación o acceso al crédito. Pero, en general, consideramos que tiene todo el sentido incluirlas en cartera y combinarlas con otros tipos de activos.
¿Estáis positivos con las small y mid caps en el momento actual?
Victoria Torre: Sí. Uno de los motivos principales es precisamente ese entorno de tipos de interés a la baja, que las beneficia. Además, cotizan con descuento frente a las grandes compañías, especialmente en Europa.
También hay factores específicos que pueden jugar a su favor. En Estados Unidos, por ejemplo, la filosofía MAGA (“Make America Great Again”) impulsada por Trump, que busca dar más importancia a las empresas domésticas, puede favorecer especialmente a las pequeñas y medianas compañías.
Nosotros estamos positivos sobre todo en Europa, porque pensamos que se dan algunas circunstancias propicias: los planes de reactivación en Alemania o la posibilidad de más operaciones corporativas en el entorno actual. Son factores que pueden apoyar a las compañías de menor tamaño en este momento.
¿Podría ser este, por fín, el año de Europa?
Carlos Aparicio. Es cierto, cada enero parece que se repite el eslogan de que “este será el año de Europa”, y normalmente no ocurre. Pero este año no ha sido malo, de hecho, ha sido muy bueno para Europa, incluso mejor que para Estados Unidos si lo medimos en euros. La situación macro no es perfecta, pero venimos de un punto complicado y estamos mejorando. La inflación ha bajado significativamente desde la etapa pospandémica, los tipos más bajos han favorecido la financiación empresarial, y el consumo se mantiene fuerte incluso en países como Alemania o Francia.
Además, hay que destacar las valoraciones. Hay que remontarse a los años 90 para encontrar un descuento tan importante de Europa frente a Estados Unidos, y en el caso de las small caps, el diferencial es aún mayor.
También estamos viendo un cambio estructural en el régimen inversor. En la última década, mucho capital se dirigió al software, la nube y la tecnología estadounidense, pero ahora observamos una rotación hacia sectores como infraestructuras, defensa o aeroespacial, así como la relocalización industrial en Europa. Y Europa es fuerte en muchos de estos ámbitos.
Por tanto, creemos que hay que ser positivos. Hacía mucho tiempo que no veíamos puntos de partida tan atractivos en Europa. Coincidimos con la visión de Victoria: no se trata de sustituir Estados Unidos por Europa, sino de añadir Europa a la asignación global, que ya está muy concentrada en el mercado americano.
¿Hasta qué punto las políticas de Trump están impulsando a las small caps en Estados Unidos?
Bruno Ruiz de Velasco: Sin duda ha sido un punto de inflexión. La victoria de Trump en noviembre del año pasado y, sobre todo, la aprobación el pasado 4 de julio del “One Big Beautiful Bill”, que contempla 4 billones de dólares de gasto adicional en los próximos diez años, supondrán un gran impulso para la industria local estadounidense. Sectores como el industrial o el de infraestructuras se verán directamente beneficiados por este aumento del gasto público.
Por otro lado, las políticas de onshoring y reshoring, que buscan repatriar las cadenas de producción de las grandes multinacionales, son también un factor positivo. Durante décadas, las empresas deslocalizaron para reducir costes, pero ahora Trump busca revertir ese proceso y favorecer a las empresas locales que forman parte de esas cadenas.
Esto beneficia especialmente a las pequeñas y medianas compañías estadounidenses, líderes en nichos específicos dentro de los procesos productivos.
Además, Trump ha anunciado posibles recortes en el impuesto de sociedades, algo a lo que las small y mid caps son especialmente sensibles. La desregulación también es un factor de impulso, porque beneficia al sector financiero y fomenta la actividad de fusiones y adquisiciones, donde las grandes compañías suelen comprar a las medianas y pequeñas, pagando primas. Todo esto supone un viento de cola muy relevante para las small caps americanas.
¿Cómo está posicionándose el fondo MFS Meridian European Smaller Companies Fund?
Carlos Aparicio. Sin duda, creemos mucho en este segmento. En los últimos 25 años, las pequeñas y medianas compañías han superado en más de un 200 % la rentabilidad de las grandes a nivel global.
Las estimaciones de consenso apuntan a un crecimiento anualizado de beneficios cercano al 20 % para los próximos cinco años, frente al 10 % de las grandes compañías europeas. Esto puede venir tanto por expansión de múltiplos como por crecimiento real de beneficios. El problema es que, para tener exposición a este tipo de empresas, ya no basta con invertir en índices globales. Hace quince años, el índice MSCI All Country Global tenía un 45 % de exposición a small y mid caps. Hoy solo es del 15 %, porque la concentración en grandes compañías ha sido enorme.
Por eso, para acceder a este universo, hay que hacerlo de forma activa y explícita. En nuestro caso, el MFS Meridian European Smaller Companies Fund nació hace 25 años con un enfoque defensivo: ofrecer al inversor exposición a este tipo de activos, pero con menor volatilidad y riesgo.
Buscamos líderes de mercado con productos esenciales para el consumidor, pero con bajo peso en el coste final del producto. Por ejemplo, Symrise, que fabrica fragancias; Elopak, especializada en envases sostenibles; o Euronext, dentro del sector financiero. Son compañías poco conocidas, pero líderes globales.
Creemos que tiene sentido participar en las subidas, pero también defenderse bien en las caídas, ya que es un segmento volátil y utilizado tácticamente por muchos inversores. Por eso, la gestión activa es clave
¿Cómo lo estáis enfocando en T. Rowe Price con vuestro fondo US Smaller Companies Equity Fund?
Bruno Ruiz de Velasco. Coincido plenamente. Si miramos las valoraciones relativas, las pequeñas compañías estadounidenses están en niveles mínimos de los últimos 60-70 años frente a las grandes. Solo vimos algo parecido en 1973, tras los Nifty Fifties, y en el año 2000, después de la burbuja dot-com.
Desde el punto de vista de diversificación, el índice Russell 2500, que agrupa pequeñas y medianas compañías, solo tiene un 1 % de solapamiento con el S&P 500, y ningún sector pesa más del 20 %. En cambio, el S&P 500 tiene más del 50 % concentrado en tecnología.
Por tanto, incluir small y mid caps estadounidenses no solo amplía el número de compañías en cartera, sino que también diversifica por sectores y estilos.
En cuanto a nuestro enfoque, en T. Rowe Price creemos en la gestión activa apoyada en una fuerte investigación interna. En Wall Street, las grandes compañías del S&P 500 pueden tener 20 o más analistas cubriéndolas, mientras que en el Russell 2000 apenas hay tres o cuatro por empresa. Ahí es donde podemos generar valor añadido: tenemos más de 60 analistas especializados exclusivamente en este universo, que abarca unas 3.000 compañías.
Buscamos empresas de calidad, con bajo apalancamiento y capacidad de generar beneficios sostenibles. Excluimos las que no presentan modelos de negocio sólidos o rentables.
Construimos carteras diversificadas entre 165 y 185 valores, con una exposición sectorial similar a la del índice, para que la generación de rentabilidad provenga de la selección de compañías, no de decisiones tácticas sobre sectores.