¿Cómo valoráis desde BNP Paribas AM el momento actual de los mercados? ¿Qué factores macro están pesando más en la evolución de la renta variable y la renta fija?
Son varios los factores que están marcando la evolución de los mercados en este momento. El primero es la situación de los tipos de interés. Si analizamos las últimas decisiones, vemos escenarios distintos en Europa y en Estados Unidos. El Banco Central Europeo, la semana pasada, decidió no recortar tipos por segunda vez desde el inicio del ciclo bajista, acompañando esa decisión de un discurso algo más “hawkish”, pese a que el control de la inflación a futuro parecía relativamente asegurado. Por su parte, la Reserva Federal sí redujo tipos recientemente, aunque los precios aún no están del todo controlados. Conviene recordar que la Fed tiene un doble mandato —control de la inflación y apoyo al crecimiento— y que el mercado laboral estadounidense ha mostrado ciertas señales de debilidad, lo que podría derivar en una situación de estanflación. Aun así, el mercado descuenta hasta cinco bajadas adicionales en los próximos 18 meses.
A este entorno hay que añadir el tensionamiento de las curvas de tipos, especialmente en los tramos largos y en distintas divisas (dólar, euro y libra esterlina), motivado por el alto endeudamiento de los Estados y por cierta inestabilidad política en varios gobiernos europeos. Todo ello se ve además agravado por la inestabilidad geopolítica de las últimas semanas.
Con este cóctel, nuestra visión es la siguiente: mantenemos un sesgo ligeramente positivo en renta variable, sobre todo en la parte global y en Estados Unidos; también somos constructivos en materias primas, especialmente metales preciosos. En cambio, en renta fija nos mostramos más cautos, aunque seguimos viendo valor en el crédito europeo de alta calidad.
Recientemente habéis lanzado la familia de ETF Alpha Enhanced. ¿Qué diferencia a estos productos respecto a los ETF tradicionales?
En las últimas semanas hemos listado nuestros ETF Alpha Enhanced tanto en la Bolsa de París como en la de Alemania. La principal diferencia frente a los ETF tradicionales es que estos productos buscan generar alfa, es decir, obtener un rendimiento adicional respecto a sus índices de referencia. Hemos lanzado seis ETF: tres de renta variable —centrados en Europa, Estados Unidos y mercados globales— y tres de renta fija —crédito europeo, crédito norteamericano y global high yield—. Los productos de renta variable tienen un objetivo de alfa en torno a 75 puntos básicos, mientras que en renta fija el rango está entre 25 y 50 puntos básicos. Todo ello con un control muy ajustado del tracking error. En lo que sí mantienen continuidad con nuestra gama tradicional es en la orientación sostenible: al igual que el 90% de nuestra oferta, estos ETF también estarán categorizados como artículo 8 en materia de sostenibilidad.
¿Qué grado de flexibilidad ofrecen estos ETF activos en la gestión del riesgo y la búsqueda de rentabilidad?
Conviene recordar que estos productos se basan en una inversión factorial sistemática, lo que significa que no existe un sesgo discrecional por parte de los gestores. Se apoyan en estrategias consolidadas, con un largo historial: en BNP Paribas AM llevamos más de 10 años aplicándolas, con cerca de 50 productos y unos 12.000 millones de euros bajo gestión siguiendo este enfoque.
La clave está en el uso de modelos y algoritmos cuantitativos que seleccionan en cada momento los factores más adecuados —como baja volatilidad, calidad o momentum— para aplicarlos dentro de un marco de riesgo muy controlado. En ningún caso se supera el objetivo de tracking error: en renta variable se sitúa en torno al 2% y en renta fija alrededor del 1%.
BNP Paribas AM ha sido pionero en soluciones ESG enhanced. ¿Cómo ha evolucionado la demanda de este tipo de productos entre los inversores?
Nuestra gama ESG Enhanced se lanzó el verano pasado, por lo que ya cumple un año de recorrido, y en este tiempo hemos visto una demanda de unos 3.000 millones de euros a nivel europeo. Nació como respuesta a lo que pedían los clientes —principalmente institucionales e inversores de largo plazo—, que buscaban productos sostenibles pero con un tracking error muy limitado. Para ponerlo en contexto, el año pasado se produjo un trasvase de aproximadamente 15.000 millones de euros desde productos dark green —de muy alta sostenibilidad pero con un tracking error elevado— hacia productos light green, que ofrecen cierto nivel de sostenibilidad pero con un tracking error mucho más ajustado, en el entorno del 1% o 2%. En línea con esta demanda decidimos lanzar la gama ESG Enhanced.
Se trata de productos activos, pero sin objetivo de generar alfa. Es decir, el presupuesto de riesgo se destina a dotarlos de características sostenibles superiores, en lugar de buscar batir al mercado. Por eso no siguen un índice sostenible, sino un índice tradicional. En cada rebalanceo —trimestral en renta variable y mensual en renta fija— se optimiza la cartera para que esas características sostenibles estén por encima de las que ofrecen los productos no sostenibles.
En un mundo donde la gestión indexada sigue ganando terreno, ¿qué espacio queda para la gestión activa dentro del formato ETF?
Si miramos las cifras, la industria global de ETF alcanza actualmente entre 17 y 18 billones de euros. Para 2030 se espera que ese volumen prácticamente se duplique, hasta situarse en torno a los 30-33 billones. Esto refleja un enorme potencial de crecimiento.
A nivel regional, en Estados Unidos casi la mitad de las inversiones ya se canalizan a través de ETF, mientras que en Europa la cifra está bastante por detrás, entre el 20% y el 25% según el país. Esto significa que, si se produce una convergencia hacia los niveles estadounidenses, hay todavía un amplio margen para que los ETF sigan ganando peso en Europa.
En cuanto a la gestión activa dentro de este formato, hoy representa en Europa unos 65.000 millones de euros sobre un total de 2,27 billones, es decir, apenas un 2,8% de cuota de mercado. Sin embargo, si miramos los flujos, hasta agosto habían entrado 200.000 millones en ETF, de los cuales 15.000 millones —un 7,5%— correspondían a productos de gestión activa. Esto nos lleva a pensar que la capacidad de crecimiento de la gestión activa en ETF es todavía muy significativa.
¿Qué tendencias de futuro identificáis en el ecosistema de ETF: tokenización, nuevas temáticas, más hibridación con gestión activa...?
En primer lugar, conviene destacar la distribución actual del mercado: aproximadamente el 75% de los ETF están invertidos en renta variable y solo un 25% en renta fija. Si tenemos en cuenta que el mercado global de renta fija es mucho mayor que el de renta variable, desde BNP Paribas AM pensamos que esta proporción tenderá a equilibrarse en el futuro. Por ello, anticipamos un fuerte crecimiento de los ETF de renta fija.
En cuanto a temáticas de inversión, vemos un interés creciente en áreas como la inteligencia artificial, el blockchain o los criptoactivos, que previsiblemente seguirán captando la atención de los inversores. En el caso concreto de la renta fija, como señalaba antes, actualmente apenas supone un 2,8% del mercado de ETF, pero se espera que esa cuota prácticamente se duplique hasta el 5%. Esto abre la puerta a la aparición de nuevos ETF de renta fija con perfiles de rentabilidad-riesgo diversificados.
Por último, otra tendencia que observamos —muy presente en el mercado norteamericano— es el lanzamiento de clases de ETF sobre fondos mutuos ya existentes. En BNP Paribas AM llevamos tiempo aplicando este enfoque: nuestra sicav luxemburguesa ofrece tanto clases de fondo índice como de ETF para la misma estrategia. Creemos que este modelo se extenderá, ya que aporta mayor volumen y un track record más amplio a los productos.