Acacia Inversión se caracteriza por una gestión activa y multiestrategia. ¿Podrías contarnos cómo definís el proceso de construcción de carteras y qué papel juega la gestión del riesgo en él?

Uno de los aspectos más importantes que define nuestro ADN es la co-inversión: tanto los accionistas como los propios empleados de Acacia Inversión somos los principales inversores de la gestora. Esto marca de forma decisiva nuestro proceso de inversión y la manera en que gestionamos las carteras en el día a día. Para explicarlo de forma sencilla, podríamos representarlo como una pirámide. En la base —la parte más relevante— está la estructura fundamental de la cartera, caracterizada por una diversificación muy amplia; esto nos permite incorporar activos no tradicionales, con el objetivo de lograr verdaderas descorrelaciones respecto al mercado. Así, podemos encontrarnos en situaciones donde no acompañamos al mercado ni en sus subidas ni en sus caídas, porque la composición de nuestras carteras está diseñada precisamente para eso: mantener una mirada de medio y largo plazo. Esta base incluye inversiones en acciones, bonos, private equity, activos alternativos, materias primas, oro e incluso derivados. Es un enfoque similar al de los endowments universitarios anglosajones, donde prima la visión a largo plazo sobre cualquier otro factor. A partir de ahí, vamos incorporando capas más tácticas, que ajustan la cartera al corto y medio plazo. Es como si a esa base de arroz y agua de una paella le fuéramos añadiendo ingredientes: introducimos ideas que responden a la coyuntura actual, a las oportunidades o riesgos que identificamos en el mercado en el horizonte más inmediato. Y en la punta de esa pirámide situamos la parte oportunística, donde tomamos decisiones muy tácticas para aprovechar situaciones concretas a corto plazo. Sin embargo, siempre teniendo claro que no podemos permitir que esta parte nos deslumbre o desplace el foco de lo verdaderamente esencial: la estructura básica y bien diversificada que sustenta toda la estrategia. Al final, esa gestión del riesgo es lo que asegura la solidez de nuestras carteras.

Estamos en un entorno marcado por tipos de interés que parece que empiezan a estabilizarse, pero con ciertas tensiones geopolíticas. ¿Cómo estáis posicionando actualmente las carteras frente a estos desafíos y dónde encontráis las mejores oportunidades?

En este momento, los tipos de interés —si bien siguen siendo relevantes— nos preocupan algo menos que otros factores. Nuestra mayor atención está puesta en la evolución económica y, sobre todo, en el ruido que generan las tensiones geopolíticas y comerciales, especialmente las que provienen de Estados Unidos, con todo lo relacionado con los aranceles y cómo puede terminar configurándose esa situación. Por eso, nuestra estrategia actual difiere poco de la que manteníamos a comienzos de año. Seguimos viendo ciertos niveles de complacencia en las valoraciones, sobre todo en el mercado americano, donde no consideramos que los activos estén baratos como para invertir con total convicción. Esto nos lleva a mantenernos prudentes, con un nivel de exposición algo más bajo y con coberturas que reducen el riesgo direccional de la cartera.

En cuanto a los tipos de interés, en Europa ya hemos visto recortes y podrían continuar, aunque ahora parece que el ritmo se ha frenado. En Estados Unidos, en cambio, no esperamos bajadas a corto plazo. Pero, más allá de eso, lo que realmente observamos con detenimiento es el impacto de estas tensiones —incluyendo el elevado déficit en países como Estados Unidos— en el crecimiento económico global. Creemos que ese será el factor determinante para el comportamiento de los mercados en el medio y largo plazo, y por eso lo tenemos en el centro de nuestro análisis.

En un escenario donde los inversores demandan tanto protección como rentabilidad, ¿cómo equilibráis estos dos objetivos dentro de vuestros fondos o mandatos?

Para nosotros, el equilibrio entre protección y rentabilidad parte de un concepto muy claro: la diversificación total. No nos limitamos a los activos tradicionales —renta variable y renta fija— que concentran la mayoría de las carteras mixtas del mercado, sino que buscamos ampliar el abanico hacia otras clases de activos. Incorporamos commodities como el oro, inversiones alternativas y productos semilíquidos, lo que nos permite tener un perfil de riesgo diferente y más equilibrado. El objetivo es construir carteras que, en momentos de tensión o caídas de mercado, puedan salir incluso beneficiadas o, al menos, mucho menos impactadas; ejemplos de ello son nuestras posiciones estructurales en oro o incluso en deuda china, que nos aportan estabilidad y descorrelación. A esto sumamos un componente adicional muy relevante: el uso de coberturas a través de derivados, especialmente opciones. Esto nos da una protección extra y añade convexidad a las carteras; por ejemplo, cuando la volatilidad está relativamente baja —en torno a niveles de 17, como hemos visto recientemente—, vemos una oportunidad para comprar protección a un coste razonable. Estas opciones funcionan de manera que, si el mercado sube, nuestra cobertura resta progresivamente menos rendimiento, pero si el mercado cae, su efecto protector aumenta, amortiguando el impacto negativo.

En definitiva, la gestión del riesgo no solo se aborda mediante coberturas externas, sino que empieza ya en la propia composición de la cartera, seleccionando activos con características que aporten protección estructural sin renunciar a la rentabilidad a medio y largo plazo.

¿Qué clases de activo o regiones consideráis hoy más atractivas? ¿Hay alguna convicción especial en el corto o medio plazo?

Nuestro posicionamiento siempre ha tenido un sesgo más europeo, algo que este año claramente nos ha beneficiado. ¿Por qué? Principalmente porque manteníamos ciertas reservas respecto a las valoraciones, especialmente en el sector tecnológico estadounidense; entendemos que la tecnología es el futuro y que hay que estar ahí, pero también creemos que las valoraciones exigían mucha prudencia. Por eso, en Estados Unidos hemos optado por mantener una exposición más contenida. Por el contrario, Europa presentaba unos niveles de valoración mucho más atractivos, con un margen de seguridad considerablemente mayor. Esto nos llevó a apostar con más confianza por la región. Es cierto que Europa ya ha corrido bastante este año, pero sigue siendo un mercado que miramos con interés. En otras regiones, destacaría los mercados emergentes y, en particular, China. A pesar de toda la incertidumbre que rodea a su economía y de que lleva tres años prácticamente sin aportar rentabilidad —salvo algunos repuntes puntuales como el de septiembre y octubre del año pasado—, sigue siendo para nosotros un “gigante dormido” con valoraciones muy atractivas. Lo mismo ocurre con Japón, donde la debilidad del yen ha generado oportunidades interesantes, haciendo que los activos allí resulten muy baratos en términos relativos.

En cuanto a sectores, seguimos viendo oportunidades en compañías ligadas a materias primas, ya sea de forma directa o a través de mineras y negocios vinculados. También nos ha gustado tradicionalmente el sector bancario, aunque estamos reduciendo algo nuestra exposición. Además, mantenemos una preferencia por activos cíclicos que pueden beneficiarse del contexto actual.

En definitiva, buscamos aquellos activos y regiones que todavía ofrecen un margen de seguridad razonable y valoraciones atractivas, que es la base de nuestras convicciones para el corto y medio plazo.

¿Qué mensaje le darías a un inversor conservador que duda sobre si mantener liquidez o empezar a construir cartera en este momento?

A cualquier inversor que parte de cero le diría que no puede quedarse esperando indefinidamente. Nadie tiene una bola de cristal para saber si el mejor momento para entrar será dentro de una semana o de cuatro meses. Por eso, siempre recomendamos empezar a construir la cartera desde ya, pero de manera gradual. Lo sensato es hacerlo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, salvo que aparezca una oportunidad extraordinaria que justifique una entrada más agresiva —algo que ahora mismo no vemos con claridad. Eso significa empezar hoy con una primera parte, continuar dentro de un mes con otra, y así sucesivamente. Insistimos en ello porque permanecer fuera del mercado también tiene un coste. Hoy en día, con tipos positivos, incluso mantener el dinero en una cuenta corriente en lugar de en un fondo monetario o un fondo de muy corto plazo ya supone perder en torno a un 1% o 2% al año, simplemente por no estar invertido. Este es el consejo que damos a cualquier inversor, sea conservador o más agresivo: siempre es momento de empezar, pero de forma escalonada, adaptando el ritmo a su perfil y a las condiciones del mercado.