El mayor nivel actual de los rendimientos de los bonos refleja el fuerte aumento registrado durante 2022 tras las subidas de tipos de los bancos centrales. Esto hace que el amplio mercado de renta fija y crédito con grado de inversión sea más atractivo, ya que el rendimiento es una buena aproximación a la rentabilidad total futura.
Esa revalorización de 2022 fue dolorosa y, comprensiblemente, ha hecho que algunos inversores se muestren cautelosos respecto a la duración, especialmente cuando se considera en el contexto de los aranceles y la creciente incertidumbre geopolítica. Sin embargo, creemos que es importante distinguir entre el entorno macroeconómico tan diferente que existía entonces y el actual.
En 2022, los bancos centrales tuvieron que responder a un choque inesperado de la oferta y a un fuerte repunte de la demanda tras la crisis de los noventa. La situación actual es muy diferente. La inflación se ha vuelto más persistente al acercarse a los niveles objetivo de los bancos centrales, mientras que los aranceles han aumentado la perspectiva de estanflación. Navegar en un entorno de crecimiento más lento con presiones sobre los precios exige que los bancos centrales adopten un enfoque más matizado.
La Reserva Federal de EE.UU. (Fed) es consciente de estos retos y sabe que puede encontrarse en un escenario en el que los objetivos de su doble mandato entren en tensión con los distintos horizontes temporales. Creen que la estabilidad de precios es clave para lograr unas condiciones de mercado laboral sólidas y están vigilando pacientemente los datos duros, como las nóminas y la inflación. Por lo tanto, su actuación se convierte en una cuestión de calendario; la Fed puede mostrarse reacia a recortar los tipos rápidamente a menos que el desempleo empiece a aumentar, ya que aún existen incertidumbres en torno a los aranceles y su impacto en la inflación. Sin embargo, si la Fed se muestra reacia a recortarlos ahora, podría verse obligada a hacerlo de forma más agresiva más adelante, ya que es probable que la economía se deteriore.
Es importante destacar que creemos que la atención se centra en el momento de los recortes; no es un entorno en el que esperemos que la Fed revierta su política y comience a subir los tipos. En igualdad de condiciones, se trata de un entorno positivo para la duración.
La normalización de los tipos de interés hasta 2022 ha contribuido a que la duración vuelva a ser un diversificador eficaz cuando los mercados se vuelven más volátiles. Sin embargo, la expectativa de que los bancos centrales flexibilicen su política suele provocar una caída de los tipos, que es captada por la duración.
Esta dinámica se reprodujo en abril, cuando los mercados de riesgo se vieron sometidos a una presión extrema tras la aplicación de los aranceles. La renta variable fue la más afectada, y los productos de diferencial, como el alto rendimiento, también sufrieron presiones. Sin embargo, los bonos corporativos con grado de inversión resistieron bien. Como muestra el siguiente gráfico, desde el máximo alcanzado por los mercados de renta variable el 19 de febrero hasta el 8 de abril1, los resultados de los bonos corporativos con grado de inversión fueron prácticamente planos. Esto se debió en gran parte al impacto de la duración.
En general, creemos que la duración puede aportar varios beneficios potenciales a las carteras de crédito y resultados más resistentes en un escenario de aversión al riesgo.