En un entorno de dudas fiscales en Europa y crecimiento moderado en EE. UU., ¿qué hace hoy más atractiva a la renta variable emergente frente a los mercados desarrollados?

Creemos que, en el contexto actual, los fundamentales y las perspectivas de crecimiento nos hacen ser más constructivos con la renta variable emergente que con los mercados desarrollados. Estos últimos se enfrentan, como comentabas, a unos déficits fiscales que consideramos especialmente desafiantes. En Europa, han aumentado tras la reforma del freno de la deuda y el mayor gasto en defensa aprobado en Alemania. En Estados Unidos, con el One Big Beautiful Bill (OBB), es previsible que el Gobierno de Trump incremente todavía más el déficit, que ya de por sí es elevado, lo que empieza a generar ciertas dudas sobre la sostenibilidad de los niveles de deuda del país.

En comparación, muchos mercados emergentes —especialmente China— adoptaron durante la pandemia una política fiscal mucho más estricta que la de sus homólogos desarrollados. Esto les permite hoy contar con una menor carga de deuda y un mayor margen de maniobra fiscal, lo que les otorga una resiliencia adicional desde el punto de vista fundamental. Además, los emergentes ofrecen una prima de crecimiento atractiva frente a los desarrollados, y el consenso espera que los beneficios empresariales en estas economías aumenten más de un 14% en el próximo año.

Dicho esto, conviene matizar que, aunque agosto ha traído nuevos máximos históricos en algunos índices bursátiles —como el S&P 500, el Nasdaq, el FTSE y, por muy poco, el Euro Stoxx 600—, nos encontramos en una nueva era de fragmentación global. En ella, la volatilidad ha dejado de ser un riesgo marginal para convertirse en una característica estructural del actual régimen de mercado. Esto genera tanto desafíos como oportunidades, especialmente para la gestión activa. Por ello, creemos esencial abordar la inversión en renta variable emergente con prudencia, de forma selectiva, diversificada y con una visión de largo plazo.

Cabe destacar, además, que la imprevisibilidad de la política comercial de Estados Unidos seguirá condicionando las decisiones económicas y corporativas a escala global, aunque un dólar más débil debería aportar cierto apoyo. La ampliación de la tregua arancelaria entre Estados Unidos y China supone un alivio parcial, pero será clave analizar el impacto concreto de los aranceles en cada sector e industria para entender cómo afectarán a sus dinámicas comerciales antes de tomar decisiones de inversión y construcción de carteras.

¿Qué regiones emergentes presentan un mayor potencial en este momento: Asia, Latam, Europa del Este, África? ¿Y cuáles serían los principales riesgos a vigilar?

Los mercados emergentes no son un bloque homogéneo, sino una amplia región compuesta por distintos países que reaccionan de manera desigual ante los acontecimientos globales. Nuestro equipo macro, por ejemplo, dentro de las carteras multiactivo está favoreciendo especialmente a China, India y Corea.

En Asia, la reciente relajación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China —al menos de momento— ha propiciado un resurgir del MSCI China en agosto, con una subida en el año del 29% en dólares, casi tres veces la rentabilidad acumulada por el S&P 500. A este comportamiento también ha contribuido la debilidad del dólar estadounidense, que ha actuado como viento de cola. Los sectores relacionados con la innovación, en particular biotecnología e inteligencia artificial, han destacado especialmente; de hecho, la biotecnología acumula un desempeño sobresaliente en lo que va de año.

En el caso de China, quizá aún sea pronto para hablar de un mercado alcista sostenido, pero ya se observan señales de recuperación en el sector inmobiliario, cuya consolidación debería continuar. La credibilidad de las autoridades ha mejorado gracias a las políticas anticorrupción y de lucha contra la llamada anti-involution, destinadas a frenar la competencia destructiva de precios y a fomentar un entorno competitivo más equilibrado. Asimismo, se ha registrado una mayor participación de inversores minoristas y un repunte en la actividad manufacturera, lo que ha respaldado los resultados de compañías como Alibaba o Tencent. No obstante, persisten riesgos. Entre ellos, las negociaciones con Estados Unidos sobre aranceles y restricciones a los chips, que podrían afectar de forma significativa al sector tecnológico. En biotecnología, un posible fracaso en desarrollos clínicos innovadores (en cáncer, esclerosis múltiple u obesidad) también podría comprometer el buen desempeño, al igual que cambios en la política regulatoria que limiten la capacidad de encontrar socios de distribución global o una eventual mala ejecución empresarial.

Corea, por su parte, podría estar en un punto de inflexión gracias a las reformas en materia de buen gobierno corporativo, lo que ya se refleja en una mayor remuneración al accionista. Sin embargo, también aquí los aranceles representan un factor de riesgo.

En la región ASEAN se observa una marcada divergencia. Singapur lideró las subidas tras la publicación de buenos resultados empresariales, mientras que Tailandia e Indonesia quedaron rezagadas por la inestabilidad política.

En Latinoamérica, el comportamiento también fue positivo en agosto, con Brasil a la cabeza, apoyado en la fortaleza de su divisa, datos de inflación más contenidos y señales de una moderación en la actividad económica que reforzaron las expectativas de recortes de tipos más rápidos de lo previsto. Tras LATAM, Asia emergente y EMEA completaron el buen tono del mes.

En cualquier caso, conviene recordar que los flujos de capital hacia los mercados emergentes siguen estando muy condicionados por los ciclos de tipos de interés en Estados Unidos y en la eurozona. Los cambios en los rendimientos globales continúan siendo determinantes a la hora de definir las preferencias de los inversores.

¿Hasta qué punto el ciclo de tipos de la Fed y del BCE condiciona los flujos hacia emergentes?

Cuando los tipos de interés suben, los mayores rendimientos pueden provocar salidas de capital de los mercados emergentes, ya que aumentan los costes de endeudamiento y ejercen presión adicional sobre las divisas locales. Por el contrario, los recortes de tipos tienden a generar entradas de flujos hacia los activos emergentes, impulsados por un mayor apetito de riesgo por parte de los inversores y por la reducción de la carga de deuda en estos países.

En Fidelity, nuestros analistas realizan un seguimiento muy activo de factores como la carga de deuda de los emisores y sus costes de financiación. Este análisis continuo les permite ajustar los ratings o calificaciones a medida que evoluciona la política monetaria.

Fidelity ofrece tanto el FAST Emerging Markets (long-short) como el FF Emerging Markets (long-only). ¿En qué escenarios resulta más interesante cada estrategia?¿Y cuál es el proceso de inversión?

El Fidelity Funds Emerging Markets es un fondo long-only, mientras que el Fidelity FAST Emerging Markets sigue una estrategia long-short. En ambos casos, las exposiciones responden a una misma filosofía de inversión centrada en la calidad. Buscamos mantener posiciones en compañías con retornos sobre el capital elevados y sostenibles, con niveles atractivos de flujo de caja libre, dirigidas por buenos equipos de gestión y que apliquen sólidas prácticas de gobierno corporativo. Por lo tanto, ambos fondos tienen un sesgo hacia calidad y, en cierta medida, también una inclinación marginal hacia el crecimiento (growth).

En el caso del FAST Emerging Markets (long-short), la parte larga de la cartera incluye un mayor peso en compañías de mediana capitalización en comparación con el fondo long-only. Esto hace que pueda tener, en determinados momentos, un sesgo más value. En consecuencia, en periodos en los que el estilo value se comporta mejor que el growth, el fondo long-short tiende a mostrar una rentabilidad superior.

Por otro lado, la parte corta del FAST Emerging Markets se centra en compañías con un potencial bajista estructural o cíclico, generalmente con balances debilitados. Esto le confiere un perfil de estilo opuesto al crecimiento y alejado de la calidad, lo que permite capturar alfa en entornos en los que determinadas compañías sufren presión. Aunque ambos fondos han logrado en lo que va de año una rentabilidad superior a la de sus índices de referencia, el fondo long-short puede destacar en escenarios en los que tanto las posiciones alcistas como las bajistas generan alfa.

Un ejemplo claro serían los entornos de tipos de interés más altos, donde las empresas con fundamentales débiles o con elevados niveles de endeudamiento suelen verse especialmente afectadas.
Además, conviene subrayar que las empresas de mediana capitalización en mercados emergentes suelen estar mucho menos cubiertas por los analistas que sus equivalentes en mercados desarrollados o que las grandes compañías de los propios emergentes. A menudo, la información pública es más limitada, lo que genera ineficiencias de mercado y, con ello, oportunidades de inversión atractivas en términos de valoración.

El FAST ha mostrado buenos resultados gracias a posiciones cortas y mayor peso en mid caps. ¿Cómo valoran hoy el papel de las compañías medianas en emergentes frente a las grandes?

Las empresas de mediana capitalización en mercados emergentes suelen estar menos cubiertas por los analistas que sus homólogas en los mercados desarrollados o que las grandes compañías dentro de los propios emergentes. En muchos casos, esto se debe a una menor divulgación de información pública, lo que genera ineficiencias y, en consecuencia, oportunidades interesantes desde el punto de vista de valoración. Nuestro equipo de analistas especializados en mercados emergentes realiza un seguimiento muy cercano de estas compañías de mediana capitalización, lo que nos permite identificar oportunidades que a menudo pasan desapercibidas.

Un ejemplo es TBC Bank, en Georgia, una posición fuera del índice MSCI Emerging Markets. Georgia cuenta con una población ligeramente inferior a los 4 millones de habitantes, y TBC Bank es uno de los dos bancos dominantes del país. Entre ambos concentran aproximadamente el 80% de la cuota de mercado.

TBC Bank ofrece un retorno sobre capital superior al 25%, lo que consideramos muy atractivo, y cotiza a unas cinco veces su beneficio, un múltiplo especialmente bajo para un banco con este nivel de rentabilidad y posición dominante. Además, acaba de lanzar un banco digital en Uzbekistán, un mercado con una población diez veces mayor que la de Georgia, lo que le abre un importante margen de expansión. Otro aspecto clave es la calidad de su equipo gestor. Su CEO cuenta con un historial probado en la gestión de fintechs, lo que aporta un valor adicional en términos de innovación y ejecución. Esta incursión en Uzbekistán añade, además, una opcionalidad estratégica muy relevante para el futuro crecimiento de la entidad.

Este tipo de compañías —menos analizadas, con modelos de negocio sólidos, métricas atractivas y potencial de expansión— son las oportunidades que nuestro equipo busca identificar en los mercados emergentes.

¿Qué grado de descorrelación real ofrece la estrategia long-short respecto a la renta variable global?

Las estrategias que invierten en mercados emergentes aportan una importante diversificación frente a la renta variable global, al ofrecer exposición a una amplia variedad de motores de crecimiento —los llamados drivers— que varían entre países y sectores.

Por ejemplo, los precios del petróleo son un factor clave para los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) —Bahrein, Kuwait, Catar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos—, pero no lo son para otras economías emergentes. De hecho, los países importadores de crudo, como Sudáfrica, India o gran parte de la Europa emergente, se benefician precisamente de un escenario de precios bajos del petróleo.

Por otro lado, mercados como Taiwán y Corea están fuertemente condicionados por la demanda mundial de tecnología e inteligencia artificial, dado su papel fundamental en la cadena global de suministro de semiconductores y componentes tecnológicos. China, a su vez, cuenta con motores propios de crecimiento y debería verse favorecida por el reciente giro de su gobierno hacia un mayor estímulo público.

Esta dispersión de factores macroeconómicos y sectoriales dentro de los emergentes genera un amplio abanico de oportunidades para la gestión activa, con correlaciones reducidas no solo entre los distintos países de la región, sino también frente a los mercados desarrollados.

A ello se suma que el contexto fiscal y monetario en los emergentes difiere del observado en las economías avanzadas. En muchos países emergentes, los tipos de interés reales siguen siendo elevados, lo que abre margen para una mayor flexibilización de sus políticas monetarias en los próximos meses. En cambio, en los mercados desarrollados, el incremento de las presiones fiscales está ejerciendo presión alcista sobre los tipos reales. En conjunto, estas diferencias refuerzan la capacidad de los mercados emergentes para aportar una diversificación atractiva en relación con el mundo desarrollado y con el índice global MSCI ACWI.