En un panorama cambiante, creemos que la convergencia cíclica del crecimiento entre Estados Unidos y el resto del mundo, una tendencia que identificamos en primavera, continuará vigente. Sin embargo, a nivel secular, el panorama es menos claro, ya que EE. UU. se encuentra atrapado entre la inteligencia artificial y el estímulo fiscal, por un lado, y el deterioro de la confianza institucional, por otro.
Convergencia cíclica
La aplicación de aranceles y la reordenación del comercio mundial por parte de Estados Unidos siguen repercutiendo en la economía global. Aunque aún no se ha percibido todo su efecto, creemos que el impacto estanflacionario de los aranceles en Estados Unidos continuará a medida que las empresas se adapten a un entorno comercial más restrictivo. En nuestra opinión, esto afectará a la actividad de los consumidores y a la inversión, y provocará una moderación del crecimiento económico estadounidense. Sin embargo, es poco probable que se produzca una recesión, ya que los estímulos fiscales y la política de la Reserv Federal (Fed) ayudan a compensar los obstáculos comerciales.
Por el contrario, Europa tiene un mejor potencial de crecimiento cíclico, gracias en gran parte a los planes de gasto fiscal propuestos por Alemania. Este aumento del gasto, que se produce en un contexto de mayor resistencia económica en la zona del euro, podría aumentar las presiones inflacionistas en la región y traducirse en una subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) el próximo año. La economía china también muestra signos de que podría estar tocando fondo, a lo que se añade la estabilización del mercado inmobiliario y el posible impacto positivo en la confianza de los consumidores.
Mientras tanto, en Japón continúa la reflación, en medio de un crecimiento económico positivo y una inflación por encima del objetivo. Aunque la elección de la nueva primera ministra, Sanae Takaichi, que hizo campaña con un programa de estímulo fiscal, inversión estatal y represión financiera, ha aumentado las expectativas del mercado de una política más flexible, el Banco de Japón (BoJ) ha vuelto a insistir en la necesidad de nuevas subidas en un contexto de debilitamiento del yen y presiones reflacionistas. Los mercados emergentes (ME) constituyen otro motor potencial del crecimiento mundial. Los fundamentales de esta clase de activos son sólidos, ya que el sector sigue disfrutando de un crecimiento económico robusto, con niveles de deuda manejables y una inflación limitada. Es importante destacar que, gracias a los altos rendimientos reales y al contexto de debilidad del dólar, muchos bancos centrales de los mercados emergentes tienen mayor flexibilidad que sus homólogos de los mercados desarrollados y pueden flexibilizar su política monetaria.
En conjunto, esto sugiere que el crecimiento mundial se moderará, pero seguirá siendo positivo en 2026 y podría volver a acelerarse en la segunda mitad del año.
El impulso de la IA
El fuerte crecimiento de la inteligencia artificial (IA) proporciona un potente catalizador adicional para el crecimiento que contrarresta el efecto estanflacionario de los aranceles.
Por lo tanto, la cuestión no es necesariamente si Estados Unidos seguirá liderando el mundo en productividad, sino en qué medida la IA puede aumentar la ventaja productiva de Estados Unidos y si puede contrarrestar los efectos perjudiciales del populismo.
Dicho esto, la economía estadounidense es diferente a la de otros países. Desde hace tiempo se ha reconocido que el estatus del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial le confiere un privilegio exorbitante. Esto se ve reforzado por el hecho de que existen pocas alternativas a los activos estadounidenses a gran escala, así como por el dominio militar y comercial de Estados Unidos.
Implicaciones cíclicas para los mercados clave
Teniendo en cuenta la incertidumbre, creemos que sigue siendo adecuado mantener una postura conservadora en las carteras. Los fundamentales económicos positivos y la política favorable en Estados Unidos (al menos a corto plazo) se ven contrarrestados por unas valoraciones históricamente caras y una incertidumbre política continuada. Sugerimos que el posicionamiento de la cartera de renta fija puede beneficiarse de la atención a tres áreas clave:
- Equilibrar la captura de rendimientos esperados atractivos como resultado de un alto carry.
- Gestión del riesgo a la baja mediante una selección prudente de valores y un posicionamiento de duración/curva.
- Diversificación dentro de las clases de activos y las zonas geográficas, en lugar de utilizar únicamente los bonos del Tesoro estadounidense como diversificador.
El momento actual sigue siendo crucial para la economía mundial, ya que muchas de las certezas de los últimos 40 años o más parecen estar en constante cambio. La posible convergencia del crecimiento económico y la divergencia de las políticas entre Estados Unidos y Europa ofrecen algunas oportunidades de inversión potencialmente interesantes. Sin embargo, dada la incertidumbre actual y la rigidez de las valoraciones, la gestión activa sigue siendo fundamental, por lo que continuamos posicionando las carteras de forma defensiva, centrándonos en oportunidades idiosincrásicas y siguiendo de cerca la evolución de la situación.