
La clave de esta descorrelación reside en la propia naturaleza de los indicadores. Los datos como el desempleo, la inflación o el crecimiento del PIB se derivan de registros contables, datos, cuantitativo, y metodologías estandarizadas. Son métricas objetivas de la evolución económica.
En cambio, tanto el índice de confianza del consumidor como las expectativas de inflación se basan en encuestas de percepción: expectativas futuras, sensación de estabilidad laboral, valoración del entorno económico… Es decir, mide cómo se siente la población, no cómo están realmente las variables.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
Esta diferencia de planos —objetivo contra subjetivo— genera inevitablemente resultados curiosos. El consumidor puede estar plenamente empleado y, sin embargo, sentirse inseguro. Puede haber crecimiento económico, pero si los precios suben más rápido que los salarios, la sensación dominante será de pérdida. El entorno puede ser favorable desde un punto de vista macro, pero si hay incertidumbre política, conflictos internacionales o alta volatilidad en los mercados, la confianza se resiente. Que es exactamente lo que está sucediendo, con el añadido de que en la parte macro no están las cosas muy claras.
Históricamente, la relación entre confianza y variables como desempleo o inflación ha sido inversa. Cuando el desempleo sube, la confianza cae. Lógico. Pero no siempre sucede así. De hecho, la correlación inversa no es perfecta, aunque en la gráfica lo parezca. Es de -0,49 si no he calculado mal el coeficiente de correlación. Incluso, a veces el desempleo baja mucho y los mercados se calientan, pero la confianza no sube, y en ocasiones incluso cae. Cada cual podrá analizar los motivos por los que sucede esto. Yo doy los míos.
1. Memoria: la confianza responde más a los sustos recientes que a las mejoras progresivas pero lentas. Es lo que se llama efecto memoria en finanzas conductuales. Tras una crisis (como la de 2008 o la del COVID), la percepción tarda en recuperarse.
2. Presión inflacionaria: si el desempleo cae, puede aumentar la presión sobre los precios. Y aunque eso no sea un síntoma de decrecimiento, el ciudadano lo percibe como pérdida de poder adquisitivo.
3. Crisis de expectativas: cuando los datos son buenos, pero el entorno mediático o político es negativo (riesgos geopolíticos, elecciones polarizadas, aumento de aranceles, guerras comerciales), la confianza cae por la expectativa de que va a terminar mal.
4. Desfase temporal: los indicadores económicos agregados reflejan mejoras acumuladas. La percepción, en cambio, reacciona con más rapidez a los cambios inmediatos (precio de la gasolina, factura de la luz, encarecimiento de la cesta de la compra). Es muy parecido al efecto memoria.
En términos estadísticos, una correlación de –0,49 es relevante. Pero lo importante es que esta correlación no es una anomalía reciente, sino que se ha mantenido con relativa estabilidad en distintos periodos.
Desde el punto de vista del análisis de ciclo, esto me sugiere cierta cautela: no se puede usar la confianza del consumidor como un simple espejo de los datos macro, ni tampoco al revés. Son herramientas complementarias, no equivalentes. Pero desde luego, me genera, por lo menos, dudas.
Para el inversor, esta descorrelación representa una fuente de oportunidades… y de trampas. Cuando los indicadores objetivos mejoran, pero la confianza sigue deprimida, puede tratarse de un retraso en la percepción que, tarde o temprano, se corregirá. Estos momentos suelen coincidir con puntos de entrada atractivos, especialmente en sectores ligados al consumo.
Por el contrario, una confianza excesivamente alta en contextos de deterioro objetivo puede anticipar correcciones futuras. En este sentido, la confianza funciona más como un contrarian indicator que como un validador de ciclo.
La descorrelación entre la confianza del consumidor y los indicadores económicos no es un problema a resolver, sino un fenómeno a entender. Refleja las limitaciones del dato puro frente a la complejidad de la percepción humana. La economía no se mueve necesariamente con números, es una ciencia de la acción humana. Influyen igual o más las expectativas. Los datos subjetivos pueden ser más importantes que los objetivos.