En el contexto actual, ¿qué oportunidades concretas veis en la deuda emergente?

Nosotros, desde DPAM, vemos una oportunidad dentro de la renta fija emergente, teniendo en cuenta que representa el 27% de las emisiones globales de deuda y que no está suficientemente representada en los benchmarks. Este activo, algo más olvidado e infravalorado, ofrece un potencial de diversificación dentro de las carteras, con tires muy atractivas por encima del 8% y con duraciones relativamente controladas, en torno a 5,7–6 años. 

Dentro de las carteras, se realiza una selección bottom up de los países, es decir, se invierte en aquellos que ofrecen un mayor binomio rentabilidad–riesgo, con tires atractivas y una volatilidad bastante reducida. 

Dentro del universo de inversión, ¿qué regiones o países destacan por su potencial a largo plazo?

En DPAM destacamos una inversión muy diversificada: no nos centramos únicamente en una región, sino que preferimos diversificar, Latinoamérica, Asia, África y Europa del Este. Por ello, contamos con una cartera que incluye más de 37 países con diferentes ponderaciones, en función del potencial que le vemos. 

En estos momentos, los cinco primeros países —entre los que destacan México, Brasil y Polonia— representan más de un 37% de la cartera; ahí encontramos aquellos con tires más atractivas, como Brasil, que se sitúa en torno al 13%, y México, que ronda el 8%.

Además, estos países no representan tanta volatilidad dentro de la cartera, porque nos gusta gestionar activamente el riesgo y, al ser una estrategia muy diversificada, conseguimos reducir la volatilidad total de la inversión en países emergentes, que suele ser un gran desconocido para muchos inversores. 

Cuando se piensa en países emergentes, normalmente se asocia a una volatilidad muy elevada, mientras que la deuda soberana de países emergentes, en carteras muy diversificadas y en divisa local, presenta una volatilidad en torno al 5% como máximo.

¿Qué oportunidades y riesgos consideran en estos mercados?

A la hora de invertir en países emergentes, aplicamos un enfoque muy holístico: no consideramos un país únicamente por ser emergente. En DPAM establecemos un criterio inicial de exclusión basado en la sostenibilidad, gobernanza, en este caso. 
Excluimos países que no son libres ni democráticos, siguiendo los criterios de la ONG, Freedom House, y del The Economist Democracy Index. Retiramos así países con mayor volatilidad —como China o Venezuela— en los que, además, no podemos asegurar que el dinero invertido contribuya realmente al desarrollo de la población. 

Después, realizamos un ranking de los países con 60 KPIs o indicadores macroeconómicos que abarcan el entorno social, medioambiental y económico. Los países del primer cuartil, que suelen tener los mejores indicadores y, por tanto, menor volatilidad, representan un 40% de la cartera. 

Por lo tanto, integramos riesgos de sostenibilidad o gobernanza y económicos. Además, los gestores viajan constantemente a los países en los que invertimos o en los que estamos considerando invertir, con el fin de complementar el research de los bancos externos y obtener un mayor entendimiento y feeling de mercado que les puede dar el viajar, para conocer de cerca tanto de la situación macroeconómica como geopolítica. Así reforzamos un conocimiento real y un enfoque actualizado de lo que está ocurriendo en cada país.

En DPAM, tenéis una estrategia muy reconocida en el mercado español el DPAM L Bonds Emerging Markets Sustainable ¿Cómo ha sido su comportamiento en lo que va de año?

En este 2025, el fondo DPAM L Bonds Emerging Markets Sustainable tuvo un comportamiento inicial más tímido, no por el desempeño de los bonos —la tire implícita del fondo estaba en torno al 8%, 8,05% a cierre de octubre—, sino por el comportamiento de las divisas, que también son una fuente de alfa para la cartera. 

A principios de año se produjo un fuerte repunte del euro frente al dólar y, en consecuencia, las divisas emergentes quedaron más rezagadas respecto al euro (aunque no respecto al dólar). En la segunda mitad del año, desde verano, hemos visto cómo el euro–dólar se ha ido normalizando, aportando ya rentabilidad al fondo. 

Dentro de las tres fuentes de alfa —el carry con un 8% de tire (incluso mayor a principios de año), la duración situada en la parte media de la curva, que es donde obtenemos un mayor binomio rentabilidad–riesgo, y la gestión de las divisas—, la infravaloración de las divisas emergentes frente al euro y el dólar nos permite generar alfa y aportar un toque diferencial dentro de la renta fija. Hoy en día esto nos ofrece un extra de rentabilidad en las carteras, teniendo en cuenta que el diferencial respecto a un Global Aggregate se sitúa por encima de los 500 puntos básicos. 

Otro aspecto diferencial de nuestra estrategia es que, al invertir en deuda soberana de mercados emergentes en divisa local, conseguimos un diferencial de entre 270 y 280 puntos básicos respecto al hard currency (dólares o euros). Es, por tanto, es ese gran olvidado dentro de las carteras, con un mayor potencial de revalorización. Aunque en los últimos meses hemos visto mayores flujos, sigue siendo el gran olvidado dentro de los asset allocation de las grandes carteras.

DPAM tiene un enfoque muy definido en inversión sostenible. En un universo tan diverso y complejo como el de los mercados emergentes, ¿cómo identifican y seleccionan las mejores oportunidades de inversión?

Como mencionamos, el primer enfoque consiste en excluir los países que no son libres ni democráticos, lo que reduce significativamente la volatilidad. Después, los clasificamos según 60 KPIs, y establecemos que el primer cuartil debe representar como mínimo el 40% de la cartera, mientras que el último cuartil un máximo del 10%. 

Normalmente, el último cuartil incluye países más frontera, mientras que el primero está compuesto por países más estables. El hecho de que un país esté en el primer cuartil no implica que estemos obligados a invertir en él, cosa que es muy importante: los gestores realizan un análisis profundo de la situación macroeconómica, viajan al país y determinan si realmente es una buena oportunidad de inversión. 

Es habitual que se reúnan con entidades gubernamentales, autoridades locales, expresidentes o incluso posibles candidatos futuros, para obtener una visión amplia y directa de la situación del país y un feeling de mercado. 

Como anécdota, destaca el viaje de Michael Vander Elst, uno de los gestores del fondo, a El Salvador cuando Bukele tomó posesión y puso en práctica sus nuevas medidas de seguridad. Allí pudo comprobar personalmente que pasear por la plaza central del país era seguro. Fueron varios gestores en un road show y lo experimentaron de primera mano, algo que no se obtiene leyendo noticias o reportes y lo viven en su día a día en los viajes.

¿Qué deberían tener en cuenta los inversores que quieran entrar ahora en esta clase de activo?

Desde DPAM consideramos que es un excelente momento para entrar en renta fija en moneda local, ya que se trata de un activo infravalorado, tanto en divisas como en ponderación. Tiene un gran potencial de revalorización, ya sea por la apreciación de divisas frente al euro o al dólar, por las políticas de los bancos centrales o por sus tires reales, que son muy superiores a las de los países desarrollados. 

Los bancos centrales de los países emergentes han conseguido controlar antes la inflación, mientras que en los países desarrollados recién este año hemos visto recortes tímidos de tipos, aun con niveles de inflación superiores a los de los emergentes. 

Además, el atractivo de diversificación es clave: gran parte de las carteras de renta fija están concentradas en gobiernos de países desarrollados —sobre todo Estados Unidos, por su condición de activo refugio— y en crédito corporativo Investment Grade. 

En cambio, la renta fija emergente soberana en moneda local, con baja volatilidad, grado de inversión y alta calidad crediticia, ofrece un elemento diversificador con tires muy atractivas, diferenciales que actúan como colchón ante movimientos de tipos y una volatilidad reducida de las carteras. 

Es, por tanto, un muy buen momento de entrada, considerando un potencial de revalorización en uno o dos años, no solo por el carry mensual —que aporta entre 60 y 70 puntos básicos—, sino también por la apreciación esperada de las divisas, el comportamiento del euro–dólar se está estabilizando, pero aun queda recorrido y por parte de las divisas locales, que las políticas macroeconómicas y monetarias que están implementando los países emergentes, van a repuntar.