Con sus rápidos avances en tecnologías críticas, hoy en día, China es un competidor formidable para el Occidente desarrollado por el liderazgo tecnológico mundial. La innovación puede adoptar muchas formas, incluida la innovación de procesos, en la que China sobresale, aprovechando su amplia y dinámica base manufacturera. Sin embargo, esto no es suficiente. El progreso tecnológico también depende de la capacidad de una nación para desarrollar y difundir la innovación, a fin de impulsar la productividad agregada y el crecimiento potencial. En este sentido, la estrategia de innovación de China se ha vuelto cada vez más centralizada, con el gobierno favoreciendo sectores específicos y tomando medidas enérgicas sistemáticamente contra otros. Un sector privado dinámico y un enfoque descentralizado son esenciales para que las nuevas tecnologías se difundan y sean accesibles, fomentando el progreso. En este sentido, el entorno para que las empresas e instituciones chinas innoven se ha deteriorado recientemente.

En la actualidad, Estados Unidos y sus aliados siguen teniendo ventajas significativas en los mercados de capitales y los ecosistemas de innovación, mientras que los reguladores chinos toman medidas enérgicas contra el sector financiero. Para que China mantenga su ascenso tecnológico, debe priorizar la innovación de demanda final. Si bien los enfoques de arriba hacia abajo impulsados por el Estado han sido efectivos en ciertas áreas, es posible que no sean suficientes para impulsar el crecimiento a largo plazo. Si las políticas de China continúan sofocando estas fuerzas del mercado, su ascenso tecnológico puede estancarse. El éxito futuro de China dependerá de si puede equilibrar su enfoque de arriba hacia abajo, impulsado por el Estado, con las fuerzas de abajo hacia arriba de la demanda de los consumidores y la comercialización.

La percepción errónea

La tecnología ha sido un campo de batalla para las superpotencias durante mucho tiempo. En 1969, la CIA concluyó que la brecha tecnológica entre la Unión Soviética y el Occidente desarrollado era enorme y se estaba ampliando. Si el primero mantuviera un régimen de planificación centralizada, nunca alcanzaría a Occidente. Mucho ha cambiado desde entonces y el panorama geopolítico ha cambiado profundamente, pero la carrera por el liderazgo tecnológico entre las potencias económicas es más intensa que nunca. Hoy, Estados Unidos se enfrenta a un nuevo rival: China. Con sus rápidos avances en tecnologías críticas, China se posiciona como un competidor formidable para el Occidente desarrollado. En su reciente informe sobre la competitividad de Europa, el expresidente del BCE Mario Draghi destaca cómo la Eurozona está compitiendo directamente con China en casi el 40% de los sectores de exportación y tiene que cerrar la brecha de innovación con China. En este artículo, exploramos la posición actual de China en la carrera tecnológica global, al tiempo que abordamos las percepciones erróneas comunes sobre sus capacidades de innovación. Examinamos las implicaciones más amplias para la dinámica de poder global y los desafíos que enfrenta China en su lucha por el liderazgo tecnológico.

El discurso actual sobre las capacidades tecnológicas de China a menudo cae en dos posiciones extremas:

  • La opinión de los escépticos: algunos descartan por completo la capacidad de innovación de China, percibiéndola como meramente imitativa. Esta perspectiva está desfasada y desconectada de la realidad, y ha sido desafiada por los avances chinos en vehículos eléctricos (VE), baterías, inteligencia artificial (IA) y robótica.
  • La visión alarmista: otros retratan a China como abrumadoramente dominante en todo el espectro tecnológico. El Instituto Australiano de Política Estratégica informa que China lideró en 57 de las 64 tecnologías críticas en 2019-23, incluidas la IA y la computación cuántica, mientras que Estados Unidos lidera solo en siete áreas. Este punto de vista tiende a enfatizar demasiado el desarrollo tecnológico en las primeras etapas, mientras descuida los desafíos de implementación y adopción.

Ambas perspectivas, ya sea que vean a China como un mero imitador o como una amenaza existencial, no logran captar las complejidades de su ascenso tecnológico. Los escépticos a menudo adoptan una definición estrecha de innovación, equiparándola únicamente con la originalidad en el diseño. Sin embargo, la innovación puede adoptar muchas formas, incluida la innovación de procesos, que es una característica importante del panorama de la innovación de China. China sobresale en este sentido, aprovechando su amplia y dinámica base de fabricación para impulsar la innovación a través de procesos iterativos. Por lo tanto, el surgimiento de China como potencia mundial de innovación está estrechamente vinculado a sus sólidas capacidades de fabricación y a su participación activa en la cadena de valor mundial.

Sin embargo, no hay que limitarse a extrapolar los éxitos pasados de China. El progreso de la tecnología depende de la capacidad de una nación para desarrollar y difundir la innovación. El éxito de la difusión se traduce en aumentos de la productividad, una fuente vital de crecimiento a largo plazo en una época marcada por el envejecimiento de la población y la elevada deuda pública. Sin embargo, la estrategia de innovación de China se ha vuelto cada vez más centralizada, con el gobierno favoreciendo a sectores específicos y tomando medidas enérgicas sistemáticamente contra las plataformas de comercio electrónico, los juegos y la atención médica en los últimos tres años. La campaña anticorrupción en el sector financiero también ha sofocado la asignación de capital, obligando a empresas privadas prometedoras a salir del mercado.

Los ejemplos mundiales, incluidos los de China, demuestran que un sector privado dinámico y enfoques descentralizados son esenciales para que las nuevas tecnologías proliferen y se vuelvan ampliamente accesibles, lo que en última instancia fomenta el progreso. Deben establecerse incentivos adecuados para la comercialización. En medio de la baja confianza de los consumidores, las persistentes presiones deflacionarias y el mayor escrutinio del extranjero, el entorno para que las empresas e instituciones chinas innoven se ha deteriorado. Teniendo en cuenta estos desafíos, China está entrando en una fase en la que es probable que el ritmo de su avance tecnológico se modere.

El auge de la innovación en China

El ascenso tecnológico de China ha sido notable, medido particularmente por las publicaciones de investigación científica y su influencia, y el número de patentes calificadas.

Capacidad de investigación

China ha logrado avances significativos en la investigación académica. El Nature Index, que rastrea publicaciones de investigación de alta calidad, muestra que siete de las diez principales instituciones académicas a nivel mundial son chinas. Esta es una mejora notable con respecto a hace solo unos años. En campos específicos, como la química (nueve de las diez instituciones principales) y las ciencias de la tierra y el medio ambiente (ocho de cada diez), China es dominante. Sin embargo, en la investigación corporativa, China está rezagada, ya que ninguna empresa china se encuentra entre las diez primeras a nivel mundial en 2024. En el QS University Rankings, China tiene un desempeño menos favorable, aunque su principal institución, la Universidad de Tsinghua, se encuentra entre las 20 mejores a nivel mundial, sobresaliendo en ciencias de la computación. El impacto de la investigación académica a menudo se evalúa a través del recuento de citas. En este sentido, China superó a Estados Unidos en 2019 como líder en el 10% de los periódicos más citados del mundo, y su ventaja se ha ampliado en los tres años siguientes (véase el gráfico 1). En 2022, China produjo el 28,8% del 10% de las publicaciones más citadas del mundo, mientras que la UE y los Estados Unidos representaron menos del 20% cada uno.

El ascenso de China en la influencia académica internacional se ha asociado históricamente con un aumento en los intercambios de talentos entre la comunidad global, particularmente a través de la presencia de estudiantes e investigadores chinos en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en las universidades estadounidenses. En 2018-19, los ciudadanos chinos constituyeron el 16% de todos los estudiantes graduados de EE. UU. En el campo de la IA, Estados Unidos y China tuvieron el mayor número de colaboraciones en publicaciones en 2010-21 en todo el mundo. Con el endurecimiento de las políticas de inmigración y visados de Estados Unidos que afectan a los estudiantes chinos, las acusaciones de espionaje y una renovación más estricta del Acuerdo de Ciencia y Tecnología entre Estados Unidos y China, la colaboración entre países debería disminuir aún más, lo que afectaría directamente a la influencia académica global de China. Desde 2016, las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China han dado lugar a que los graduados chinos tengan menos probabilidades de permanecer en Estados Unidos después de graduarse y obtener un empleo allí, mientras que los investigadores chinos han reducido significativamente sus citas de investigaciones estadounidenses.

Salida de la tecnología

Si bien el gasto en investigación y desarrollo a menudo se considera una métrica importante, refleja principalmente los insumos más que los resultados. En este análisis, nos centramos en las patentes como una medida más directa de la producción tecnológica, ya que proporcionan una indicación más clara de las capacidades de innovación de un país. La producción de patentes de China ha aumentado en los últimos años. En 2023, China superó a Estados Unidos en el total de solicitudes de patente, con más de 70.000 patentes en comparación con menos de 60.000 en Estados Unidos, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Los datos también revelan que el crecimiento de las patentes en China ha sido particularmente fuerte en áreas como las baterías, la biotecnología, el aprendizaje automático y los semiconductores. Por ejemplo, China ha hecho progresos sustanciales en memoria DRAM, carburo de silicio y computación cuántica, campos en los que Estados Unidos alguna vez lideró (véase el Apéndice).

Curiosamente, en categorías específicas como OLED y baterías, Estados Unidos parece haber "tirado la toalla", mientras que China sigue acelerando. Este cambio sugiere que China no se limita a seguir los pasos de la innovación occidental, sino que está ampliando activamente los límites. Entre las patentes reconocidas internacionalmente, en particular dentro de las familias de patentes IP5 (un foro de las cinco oficinas de propiedad intelectual más grandes del mundo), la participación de China aumentó significativamente de solo el 1% del total mundial en 1998-2000 al 15% en 2018-20 (véase la figura 2). Cabe destacar que más de la mitad de estas patentes se originaron en el sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en 2020. Para excluir por completo el sesgo interno de China que puede favorecer las invenciones locales, el indicador triádico de patentes de la OCDE -que considera las patentes registradas conjuntamente solo en las oficinas de patentes europeas, japonesas y estadounidenses- revela un aumento constante en las solicitudes de patentes de China, alcanzando aproximadamente el 40% del nivel de Estados Unidos en 2021. 

Difusión de la tecnología

La accesibilidad de la infraestructura, las tasas de adopción de tecnologías clave entre las empresas y la disponibilidad de ingenieros capacitados son indicativos de la capacidad de un país para la difusión de la tecnología. Sin embargo, ningún análisis o medida puede ser exhaustivo debido a las limitaciones en la disponibilidad de datos, la imprevisibilidad de los avances tecnológicos y los desafíos para determinar qué tecnologías son más críticas para el progreso de la sociedad. China tiene una clara ventaja en el desarrollo de infraestructura asequible, aunque a costa de una creciente deuda improductiva y tensiones fiscales locales. El país cuenta con sofisticadas redes logísticas, una alta penetración de la infraestructura digital (con 1.000 millones de suscriptores 5G), costos relativamente bajos de agua y electricidad, y terrenos industriales asequibles, todo lo cual facilita la adopción de nuevas tecnologías.

Además, China produce el mayor número de graduados en STEM a nivel mundial (4,7 millones), seguido de India (2,6 millones) y Estados Unidos (0,6 millones). La revolución industrial británica de los siglos XVIII y XIX ilustra cómo una mano de obra cualificada podía acelerar la adopción de nuevos inventos, independientemente de dónde se originaran2. Como resultado, China está en estrecha competencia con Estados Unidos en la adopción de tecnologías clave. China lidera la automatización de la fabricación, como lo demuestra su densidad de robots (unidades de robots por empleado), sin embargo, está rezagada en la adopción de la IA, con el 24% de las organizaciones estadounidenses implementando completamente tecnologías de IA generativa en comparación con el 19% en China.

Si bien los indicadores anteriores ayudan a ilustrar la presencia de la tecnología, descuidan los comportamientos organizacionales, el espíritu emprendedor y las características político-institucionales que son cruciales para impulsar la difusión de la tecnología. La Unión Soviética, a pesar de sus talentosos científicos y su importante gasto en investigación y desarrollo, luchó por traducir los avances tecnológicos en una productividad social generalizada. Este fracaso se debió en gran medida a su enfoque centralizado y burocrático de la difusión de la tecnología, que sofocó la adopción. Esto pone de relieve cómo la difusión de la tecnología es un equivalente crítico, si no más importante, que los avances tecnológicos.

Fórmula del éxito

A diferencia de la Unión Soviética, China ha tenido mucho más éxito a la hora de traducir los avances tecnológicos en beneficios económicos. Por ejemplo, los sectores de vehículos eléctricos y semiconductores de China han experimentado un rápido crecimiento y competitividad global. El auge de la tecnología en China ha sido impulsado significativamente por su dinámico sector privado, que prospera de una manera que a menudo contrasta con la imagen política centralizada del país. Un buen ejemplo es Shenzhen, que ha pasado de ser un pueblo de pescadores a una bulliciosa metrópolis de inmigrantes. Aunque la ciudad tiene un porcentaje relativamente bajo de trabajadores altamente educados en comparación con otras ciudades chinas importantes, cuenta con la mayor concentración de personal de investigación y desarrollo y es el hogar de algunos gigantes tecnológicos, que contribuyen sustancialmente al progreso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) de China. Este fenómeno pone de manifiesto la eficacia de un ecosistema de innovación descentralizado, en el que los gobiernos locales permiten una mayor flexibilidad, y demuestra cómo unas políticas localizadas y favorables a las empresas y un mercado laboral liberal pueden fomentar el avance tecnológico, incluso sin talento de primer nivel.

El éxito de Shenzhen también desafía la noción de que el sistema político centralizado de China conducirá inevitablemente al estancamiento. Podría decirse que el espacio para la autonomía local se ha erosionado tras la Covid-19. Si bien el sector privado de China ha sido un impulsor clave de su ascenso tecnológico, persisten varios desafíos que podrían impedir el progreso del país:

  • Deflación: Las persistentes presiones deflacionarias plantean desafíos para la rentabilidad y la adopción de tecnología tanto en las empresas como en las instituciones. En un entorno de reducción de costos, el gasto en investigación y desarrollo y el gasto de capital disminuyen a medida que las empresas se enfocan en el desapalancamiento para sobrevivir, lo que lleva a una menor inversión en el crecimiento futuro. Este ciclo deflacionario no solo afecta a la rentabilidad de las empresas, sino que también sofoca la innovación tanto a nivel institucional como social, lo que obstaculiza el crecimiento general de la productividad.
  • Incertidumbre regulatoria interna: El impredecible entorno regulatorio de China plantea otro desafío importante. La iniciativa de Prosperidad Común del gobierno, cuyo objetivo es reducir la desigualdad de ingresos, ha llevado a medidas enérgicas contra sectores como el comercio electrónico y la educación. Estas medidas han frenado la innovación y el espíritu empresarial en el sector privado. Las empresas del sector de la tecnología, los medios de comunicación y las telecomunicaciones (TMT), que antes se consideraban líderes de la innovación china, se han enfrentado a importantes obstáculos normativos desde 2021.
  • Tensiones geopolíticas. La relación de China con Occidente, en particular con Estados Unidos, es cada vez más tensa. La administración Biden renovó el acuerdo de investigación científica entre China y Estados Unidos con mayores restricciones que afectan negativamente la cooperación académica y los intercambios de datos entre países. Los académicos chinos en Estados Unidos se enfrentan a un escrutinio cada vez mayor debido a las preocupaciones de seguridad nacional, y los controles y sanciones a la exportación de Estados Unidos se han expandido a una gama más amplia de productos de alta tecnología, particularmente en la industria de los semiconductores. La administración Trump ha ampliado el conjunto de herramientas con los marcos de políticas de comercio e inversión de Estados Unidos Primero. Es probable que se impongan nuevas restricciones al comercio bilateral, al talento y a los intercambios de capital.

Históricamente, las sanciones han sido efectivas para frenar el progreso tecnológico. En los casos de Irán y Rusia, las sanciones han llevado a sociedades más militarizadas y han debilitado sus sectores privados y clases medias. China podría enfrentar resultados similares si las sanciones se expanden aún más. El creciente enfoque del gobierno chino en la fusión militar-civil sugiere una postura más defensiva en respuesta a las sanciones occidentales.

El camino a seguir

La carrera por el liderazgo tecnológico entre China y Occidente está lejos de terminar. Si bien China ha logrado avances significativos, particularmente en la presentación de patentes y la investigación científica, enfrenta numerosos desafíos, tanto geopolíticos como internos. Estados Unidos y sus aliados siguen teniendo ventajas significativas en los mercados de capitales y los ecosistemas de innovación, mientras que los reguladores chinos toman medidas enérgicas contra el sector financiero. Para que China mantenga su ascenso tecnológico, debe priorizar la innovación de la demanda final. Si bien los enfoques de arriba hacia abajo impulsados por el Estado han sido efectivos en ciertas áreas, es posible que no sean suficientes para mantener el crecimiento a largo plazo. Si las políticas de China continúan sofocando estas fuerzas del mercado, su ascenso tecnológico puede estancarse. 

En última instancia, la clave del liderazgo tecnológico a largo plazo reside en la capacidad de una nación para comercializar y difundir sus innovaciones. Como lo demuestra la experiencia de la Unión Soviética, los descubrimientos tecnológicos por sí solos son insuficientes para un crecimiento sostenido. El éxito futuro de China dependerá de si puede equilibrar su enfoque de arriba hacia abajo, impulsado por el Estado, con las fuerzas de abajo hacia arriba de la demanda de los consumidores y la comercialización.

Implicaciones para la inversión

Estados Unidos alberga el mercado de capitales más eficiente del mundo que incuba innovadores pioneros (de 0 a 1). Su mercado único y unificado proporciona un terreno fértil para que las empresas amplíen su escala con una facilidad sin precedentes. China ha desarrollado el sector manufacturero más grande y rentable del mundo. Con sus cadenas de suministro intrincadas y altamente desarrolladas, permite a las empresas innovar a través de la ejecución y el escalado (de 1 a 100). Numerosos fabricantes chinos, con su espíritu de "sí se puede", producen bienes que otros a menudo consideran económicamente inviable replicar. Invertir en líderes tecnológicos chinos mediante la selección de "campeones de escalado" es un enfoque viable, teniendo en cuenta las altas barreras de entrada creadas por su rentabilidad. 

Aunque las empresas chinas muestran competitividad en múltiples ámbitos, las tensiones geopolíticas y las presiones deflacionarias se ciernen sobre ellos, lo que podría socavar su rentabilidad y sus perspectivas de crecimiento a largo plazo. Un cambio estratégico hacia el estímulo de la demanda de los consumidores es crucial para combatir la deflación y mantener el ascenso tecnológico de China. Si no se logra escapar de la deflación, se pueden debilitar los argumentos de inversión en tecnología china. Asia acapara la mayor parte de la producción de equipos sofisticados de tecnología de la información. Es casi seguro que intentar reubicar estas cadenas de suministro establecidas en los Estados Unidos resultaría en una disminución de los márgenes de ganancia, una reducción de las tasas de rendimiento y un aumento de los costos para los consumidores intermedios. Es probable que las empresas con mayor poder de fijación de precios y márgenes brutos absorban mejor los costos de la relocalización, mitigando así los riesgos asociados con las políticas de America First. 

A este respecto, cabe mencionar el programa de subvenciones muy activo del Gobierno chino en todos los niveles de una industria que el Gobierno considera estratégica (por ejemplo, dentro de la industria de los semiconductores, se conceden subvenciones a las empresas de las fases iniciales de la producción, como los proveedores de productos químicos o de semiequipos, a las fábricas de gama intermedia y se conceden subvenciones a los compradores de los productos finales). Este proceso en torno a los subsidios a todos los niveles para desarrollar un ecosistema desde cero a una velocidad y escala sin precedentes ya está probado, lo que los responsables de la formulación de políticas de China han aprendido de su exitosa experiencia previa en la fabricación de gama baja y media.