Describir 2025 como el año en que «los ricos se han hecho más ricos» pecaría de simplista. Es cierto que las principales empresas tecnológicas de megacapitalización han seguido avanzando, pero otras áreas más discretas de la economía han frenado su deterioro: tal vez en Estados Unidos los mercados estén muy concentrados, pero fuera de este país el liderazgo está más repartido.
En 2026, los mercados bursátiles tendrán que seguir afrontado el incremento de la incertidumbre geopolítica en el mundo. Anticipamos una mayor diversificación del crecimiento económico en 2026, respaldados por una políticas fiscales y monetarias expansivas, desregulación y el ciclo de inversión en capex de la IA. A continuación, seis temas que estamos siguiendo de cerca para 2026.
1. No hay burbuja en torno a la IA, al menos por ahora
Creemos que en 2026 habrá motivos evidentes para el optimismo respecto a la IA. Los continuos avances tecnológicos no solo pueden acelerar las inversiones de capital, sino también empezar a traducirse en mejoras notables de la productividad y el crecimiento económico. Dicho esto, frente a esta perspectiva positiva, vemos algunas señales que invitan a la prudencia, como el aumento de las inversiones de capital con endeudamiento, el incremento de las operaciones y financiaciones entre partes relacionadas y una mayor actividad especulativa en segmentos del mercado bursátil de alta beta (Figura 1); todas ellas tendencias importantes a seguir a lo largo del año.
Hasta ahora, la mayoría de los movimientos de los mercados de renta variable influidos por la IA se han visto respaldados por fuertes tendencias fundamentales. A diferencia de la financiación impulsada por la deuda en el caso de la expansión de las «telecos» a finales de la década de los noventa, el grueso de las inversiones en IA se ha financiado con flujos de caja libre, aunque esto ha empezado a cambiar ligeramente. Desde el punto de vista de las valoraciones, las grandes tecnológicas están muy por detrás de sus homólogas del siglo pasado, cuya burbuja explotó en parte por el aumento de los tipos de interés. Pero esta vez la Reserva Federal está relajando su política monetaria, no endureciéndola.
Por último, el desarrollo de internet de los noventa fue posible por una mentalidad de «invierte primero y la demanda llegará». En cambio, la IA está ofreciendo aplicaciones reales para los consumidores y las empresas, y la demanda de estas últimas de los principales elementos facilitadores —energía, mano de obra o recursos naturales—, así como de las infraestructuras necesarias, como centros de datos, potencia de cálculo o GPU, ya superan la capacidad de oferta de la IA.
Implicaciones para la inversión
Aunque hasta ahora no apreciamos una burbuja en el futuro inmediato, los inversores deben estar atentos a cualquier señal en ese sentido. Cada vez cobrará una mayor importancia comprobar si las empresas que realizan inversiones de capex en IA están obteniendo rentabilidad, si la dinámica actual entre oferta y demanda impulsada por el lado de la demanda continúa siendo propicia y si se mantienen políticas monetarias y condiciones financieras expansivas y, por tanto, siguen favoreciendo la inversión y la concesión de préstamos.
2. ¿La generalización de los beneficios seguirá ampliándose?
En los últimos tres años, el crecimiento de los resultados corporativos ha quedado reservado en gran medida al segmento de megacapitalización. En 2025, las compañías de gran capitalización estadounidense han liderado los beneficios, pero en los últimos meses han surgido indicios de que se ha generalizado el incremento de los beneficios de las empresas a otras capitalizaciones bursátiles y regiones (Figura 2). Las revisiones al alza de los beneficios por acción (BPA) en las empresas de pequeña, mediana y gran capitalización en Estados Unidos, así como en Japón y algunos mercados emergentes —en particular, Taiwán y Corea del Sur— apuntan a la posibilidad de que se haya ampliado el conjunto de los beneficiarios. Esta tendencia se vería aún más respaldada en un contexto de ampliación del crecimiento macroeconómico.
Implicaciones para la inversión
La ampliación del crecimiento de los resultados empresariales se está generalizando más allá del universo de megacapitalización, a juzgar por los ajustes al alza de las previsiones en todas las regiones y capitalizaciones bursátiles. A nuestro parecer, existe la posibilidad de que se produzca una reactivación del crecimiento de los resultados en Europa y los mercados emergentes más generalizado, lo cual podría suponer que los inversores tratarán de diversificarse por medio de fuentes de crecimiento adicionales.
3. Los cambios en las correlaciones están elevando el valor de la diversificación internacional
Históricamente, la globalización ha implicado una correlación y una sincronización elevadas de la economía global. El margen para la divergencia de los ciclos era escaso en una época en que las economías estaban estrechamente interrelacionadas y dependían unas de otras. En un mundo que tendía a moverse al unísono, la coordinación entre los mercados era alta, mientras que la volatilidad, la inflación y los tipos de interés se mantenían bajos. Esto está cambiando en la actualidad, a medida que avanza el proceso de desglobalización o, cuando menos, de reordenación. La mayor divergencia de ciclos entre los países y la necesidad de que los bancos centrales den respuestas diferentes está provocando la tendencia contraria: menores correlaciones, menos sincronización y mayor volatilidad e inflación, así como tipos de interés estructuralmente más altos.
Implicaciones para la inversión
La creciente desincronización de los movimientos bursátiles —evidente en 2025 y que seguramente continuará en 2026— pone de relieve los beneficios de la diversificación geográfica, sectorial, factorial y por estilos de inversión. En estos últimos, el considerable retraso en 2025 de los valores de calidad frente a la solidez de las inversiones en beta y dinámica puede brindar puntos de entrada atractivos. La calidad puede ofrecer atributos tanto ofensivos como defensivos en un contexto internacional más volátil y menos sincronizado.
4. Europa y Japón continúan su transición hacia el «nuevo régimen»
El mercado estadounidense lo lidera el auge de la IA, pero, por una vez, Europa y Japón cuentan con sus propios catalizadores idiosincrásicos, los cuales son lo suficientemente diferentes como para que se mantenga la desincronización de los mercados y las economías globales (Figura 3).
La coyuntura está empezando a cambiar bastante en Europa. El proceso de globalización se está frenando y la inflación está en niveles estructuralmente elevados, lo que puede provocar un aumento de los tipos de interés a largo plazo. Al mismo tiempo, la región se está replegando sobre sí misma y se ha vuelto más intervencionista. De hecho, las principales prioridades de los responsables políticos europeos son ahora la seguridad nacional, la resiliencia económica y la competitividad. Pensamos que las posibles compañías que salgan beneficiadas de este nuevo régimen serán las acciones «value» domésticos frente a las «growth» internacionales. Es probable que este cambio de liderazgo se vea respaldado por una recuperación de la demanda interna en Europa.
En Japón, se está produciendo un cambio de similar trascendencia. Tras décadas de deflación y crecimiento débil, la expansión del PIB nominal japonés por fin se ha acelerado. La inflación se ha generalizado, los salarios aumentan y tanto empresas como hogares abandonan gradualmente la mentalidad deflacionaria. Los estímulos fiscales, la relajación de la política monetaria y el cambio demográfico favorecen esas tendencias.
Se trata de una evolución relevante para los inversores en renta variable por dos motivos fundamentales. En primer lugar, el crecimiento nominal impulsa la rentabilidad de la bolsa, al mejorar los resultados y los márgenes de las empresas, lo que repercute en un mayor atractivo de la renta variable frente al efectivo entre las familias; además, las perspectivas de valoración también están mejorando gracias a la mayor previsibilidad de los beneficios. En segundo lugar, las reformas en materia de gobernanza corporativa están aumentando el valor para el accionista y, con ello, el atractivo de las acciones japonesas.
Implicaciones para la inversión
En Europa, no sería de extrañar que los inversores evitaran a los ganadores del pasado en favor de empresas más centradas en su mercado doméstico, con márgenes robustos y vinculadas a los beneficiarios del cambio de ciclo. Junto con los sectores más orientados a la demanda doméstica, como las telecomunicaciones, la banca y la construcción, ciertos valores de defensa y de servicios públicos con elevadas barreras de entrada podrían convertirse en los principales ganadores de la transformación de Europa.
Con respecto a Japón, es de esperar que la combinación de estímulos fiscales y una política monetaria más laxa impulse los valores cíclicos nacionales, en los que destaca el sector bancario y los servicios.
5. Mercados emergentes, ¿ha llegado su momento?
Hasta 2025, la rentabilidad de la renta variable de los mercados emergentes se había quedado rezagada frente a sus iguales en los mercados desarrollados durante casi quince años en un contexto de aumentos del BPA relativamente inferiores. Sin embargo, la situación está cambiando, y las bolsas de las economías emergentes están cosechando sus mejores resultados en lo que va de año de los últimos siete ejercicios.
Como en Estados Unidos, en 2025 la rentabilidad ha procedido sobre todo de las empresas de megacapitalización tecnológicas o relacionadas con la IA y, si bien las valoraciones en los mercados emergentes son bajas frente a los títulos estadounidenses, ya no son especialmente asequibles en términos históricos. No obstante, de cara a 2026, esperamos que el crecimiento del BPA se generalice en estas economías de la mano de varios factores.
El primero es que la expansión del crecimiento en todo el mundo debería beneficiar a los mercados emergentes. El segundo, que la primacía del dólar como moneda reserva está amenazada por los problemas de déficit fiscal, crecimiento e inflación en Estados Unidos y por la canalización de los flujos de capital hacia otras regiones. Dado que la debilidad de su divisa beneficia a la Administración estadounidense, es posible que vaya a más y, con ello, aumenten las rentabilidades de los inversores en mercados emergentes y salgan reforzadas las economías de estos países con deudas denominadas en dólares (Figura 4).
Entretanto, el interés cada vez mayor por el valor para el accionista está propiciando un incremento de la disciplina de capital y que se dé prioridad a la rentabilidad del accionista. Las valoraciones de las acciones de Corea del Sur se han visto afectadas por su deficiente historial de gobernanza empresarial, pero el programa de impulso del valor corporativo del Gobierno está logrando importantes avances para cambiar el comportamiento de las compañías y elevar el valor para el accionista. La campaña «antiinvolución» de China, aunque de alcance diferente, también es representativa de ese nuevo enfoque en las reformas y debería contribuir a impulsar la rentabilidad de los mercados emergentes.
Por último, el impacto inmediato de los aranceles en el crecimiento de las economías emergentes ha sido más moderado de lo previsto. En algunos casos, además, las respuestas políticas han apuntalado el crecimiento, al dar prioridad a los mercados domésticos y mejorar la fortaleza de las economías. En paralelo, el recorte de los tipos oficiales por parte de los bancos centrales ha tenido un efecto neto positivo que ha resultado decisivo en las condiciones financieras de los mercados emergentes. De hecho, en 2025 ha habido más bajadas de tipos en todo el mundo que en cualquier otro año de las últimas dos décadas.
Implicaciones para la inversión
Tras años de desinterés, es posible que los inversores quieran reevaluar su asignación a los mercados emergentes como parte de una cartera global. Sin embargo, existe una gran dispersión entre los diferentes países por motivos políticos, sociales y sectoriales, por lo que es posible que a algunos les vaya mejor que a otros. Si bien los mercados emergentes brindan un amplio abanico de oportunidades a los inversores, es fundamental ser selectivos.
6. Los inversores en renta variable deben buscar más allá de la renta fija para protegerse frente a los riesgos del mercado
El sexto tema que estamos siguiendo se relaciona, por supuesto, con lo que podría salir mal.
Los inversores en renta variable cada vez están más preocupados por el creciente reto que supone protegerse frente a los riesgos bajistas en un mundo de correlaciones en constante cambio. En los últimos años se ha estrechado la correlación entre las acciones y los bonos (Figura 5), lo que significa que la renta fija ha perdido en cierta medida su condición de mitigador de riesgos en cualquier situación del mercado y de diversificador de las exposiciones a renta variable. Y mientras se mantenga la correlación positiva entre las acciones estadounidenses y el dólar, este perderá su perfil histórico de activo seguro y se convertirá en un multiplicador de riesgos. Ante este escenario, para aquellos que no invierten en dólares el riesgo bajista aumenta y cobran cada vez más importancia la cobertura de divisas y las estrategias de protección alternativas.
El contexto de riesgos más complicado sería el de una reflación, pues podría provocar una subida de los tipos de interés y la bajada de los precios de las acciones y de los bonos al unísono (como en 2022).
Implicaciones para la inversión
Para protegerse frente a las caídas, los inversores en renta variable deben considerar los siguientes métodos de mitigación de riesgos:
1) Estructuras de fondos que permitan operar en corto, como los hedge funds o las estrategias de extensión
2) Estrategias de alfa portátil
3) Acciones o estrategias posicionadas para lograr mejores resultados relativos en un contexto de aumento de los tipos de interés
4) Clases de activos alternativas o materias primas posicionadas para lograr mejores resultados relativos si aumentan los tipos de interés
Un conjunto de oportunidades más amplio en 2026
La política monetaria y fiscal expansiva y la fuerte aceleración de las inversiones de capital en IA han impulsado el crecimiento global en 2025. De cara a 2026, el crecimiento seguirá siendo robusto, pero el panorama de inversión estará definido por una mayor dispersión de los resultados empresariales, los cambios en las correlaciones y las transiciones hacia nuevos regímenes en Europa, Japón y algunos mercados emergentes. En este contexto, creemos que los inversores en renta variable deben equilibrar el entusiasmo por la IA con la disciplina, diversificar sus exposiciones por regiones y estilos, y ampliar su gama de instrumentos de mitigación de riesgos para abrirse camino en un mundo más volátil y menos sincronizado.