China-EEUU: se acuerda una tregua comercial prolongada
China y Estados Unidos han acordado una pausa de un año en su guerra comercial, lo que indica una disposición a gestionar los riesgos. Aunque ambos países siguen comprometidos con fortalecer su autonomía tecnológica y de cadenas de suministro, esta “tregua” no debe interpretarse como un reinicio estratégico, sino más bien como un paso pragmático hacia la coexistencia.
Además de revertir las recientes medidas recíprocas adoptadas tras las conversaciones de Madrid en septiembre, Estados Unidos redujo a la mitad los aranceles del 20 % sobre el fentanilo, a cambio de que China reanudara las compras de soja. Washington también suspenderá la aplicación de la “Regla de Filiales” del 50 %, la cual habría ampliado su Lista de Entidades y la Lista de Usuarios Militares Finales a más de 20.000 empresas chinas.
A cambio, China eliminará sus controles de exportación en represalia sobre las tierras raras y comenzará a emitir licencias generales para la exportación de materiales críticos.
Una distensión de las tensiones era previsible, ya que una desconexión total no beneficia a ninguna de las partes. Sin embargo, ningún país parece dispuesto a renunciar a sus palancas estratégicas (los chips en el caso de Estados Unidos, las tierras raras en el de China), lo que mantiene alta la incertidumbre a pesar del acuerdo, dado que la competencia entre ambas superpotencias continúa.
El 15º Plan Quinquenal: preparado para un siglo en transformación
El Cuarto Pleno del Comité Central concluyó el 23 de octubre, seguido por la publicación del borrador del 15º Plan Quinquenal (PQ), que establece las directrices estratégicas para el desarrollo nacional durante los próximos cinco años. Aunque los objetivos numéricos y las políticas específicas solo estarán disponibles tras la aprobación formal del Plan en marzo del próximo año, ya se pueden discernir cambios en las prioridades estratégicas a partir del borrador. En concreto:
- Desarrollar un sistema industrial moderno es ahora la prioridad número uno, elevada desde el segundo puesto que ocupaba en 2020. Esto indica que la base manufacturera y la resiliencia del lado de la oferta son el foco indiscutido.
- La prioridad de innovación científica y tecnológica ha sido reformulada. El objetivo pasó de fortalecer la capacidad general de innovación a lograr autonomía e independencia estratégica en tecnologías clave. Esto refleja un mayor énfasis en la seguridad nacional, la resiliencia y el control de tecnologías críticas.
- El mercado interno se mantiene como la tercera prioridad, aunque el impulso al consumo se destaca explícitamente, con el compromiso de aumentar la tasa de consumo de los hogares —una respuesta directa a la debilidad actual de la demanda.
- La apertura al exterior se eleva al quinto puesto, frente al noveno en el plan anterior, una señal alentadora de que China busca profundizar su integración con el resto del mundo.
En conjunto, esta nueva jerarquización de prioridades confirma que, a pesar de la urgencia derivada de las presiones deflacionarias y la débil demanda, las cadenas de suministro autosuficientes siguen siendo el objetivo medioambiental y estratégico más importante, impulsado por consideraciones externas.
Las consecuencias para la política macroeconómica
La priorización de la autonomía estratégica ha modificado la función de reacción de la política macroeconómica de China, obligando a que las consideraciones geopolíticas limiten las soluciones económicas tradicionales para los desafíos internos.
Esto ya es evidente en la política monetaria, que solo brevemente adoptó una postura de relajación amplia para apoyar la demanda interna en septiembre de 2024, antes de volver a una relajación selectiva durante la mayor parte de 2025. En esencia, esta se ha convertido en una variable dependiente de los cambios en la política comercial de Estados Unidos, con una mayor expansión monetaria únicamente en respuesta a choques externos de gran magnitud. Queda por ver si una tregua más prolongada entre EE. UU. y China podría reorientar al Banco Popular de China (PBoC) hacia una atención más centrada en las necesidades domésticas.
Las políticas industriales también están influenciadas por la mentalidad de desacoplamiento. A pesar de la campaña contra la “involución” (competencia interna excesiva), el impulso defensivo por construir cadenas de suministro autosuficientes podría superar los esfuerzos por reactivar los precios de manera ocasional. En consecuencia, cierto grado de capacidad excedente se considera un costo necesario para la resiliencia nacional.
Todo esto reduce la probabilidad de una relajación monetaria adicional a gran escala antes de fin de año, especialmente dado que la economía avanza según lo previsto hacia el cumplimiento del objetivo de crecimiento anual. Dicho esto, la reciente debilidad en los datos no ha pasado completamente desapercibida. Se han aplicado algunas medidas parciales de estímulo, suficientes para mantener el funcionamiento de la economía, entre ellas:
- Un paquete de estímulo de 500.000 millones de RMB en bonos de gobiernos locales dentro del límite de deuda legal, y
- Un paquete adicional de préstamos cuasifiscales por 500.000 millones de RMB a fines de septiembre.
Los mercados esperan que Pekín cumpla sus promesas
La reacción de los mercados al Cuarto Pleno y al acuerdo arancelario ha sido moderada, lo que refleja:
- la ausencia de sorpresas importantes en la propuesta del 15º Plan Quinquenal (PQ);
- que la ejecución del Plan llevará tiempo y está sujeta a una incertidumbre considerable;
- que el Pleno ofrece pocas pistas sobre las políticas contracíclicas, las cuales son más relevantes para la economía y los mercados financieros a corto plazo; y
- que la mayor parte del Acuerdo Comercial ya estaba descontada por los inversores tras la reunión Bessent-He.
Por tanto, el Pleno no constituye un evento que mueva los mercados hasta que el PQ se traduzca en políticas concretas y ejecutables. Obtendremos un anticipo del significado práctico del Plan el próximo marzo, cuando se publiquen los objetivos numéricos y los detalles de implementación durante el Congreso Nacional del Pueblo. Hasta entonces, los mercados buscarán otras referencias para orientarse.
En consecuencia, nuestra postura general sobre los mercados chinos se mantiene sin cambios.
En cuanto a la renta variable, los avances significativos en inteligencia artificial, fármacos innovadores y manufactura avanzada han impulsado un fuerte repunte este año, devolviendo las acciones chinas al radar de los inversores globales. Si el 15º PQ logra su objetivo de convertir a China en un líder en innovación, estos sectores podrían seguir registrando ganancias adicionales, impulsadas por revisiones al alza de beneficios y revalorizaciones de las valoraciones. Sin embargo, las oportunidades en estos sectores de la llamada “nueva China” deben equilibrarse con una cautela sostenida hacia la “vieja China”, en particular el sector inmobiliario y sus cadenas de suministro, lo que nos lleva a mantener una posición de mercado general neutral.
Los riesgos en los tipos de interés chinos también están equilibrados. La campaña contra la “involución” ha ganado gran atención en los últimos meses, aunque no fue el tema central del Pleno. Sin embargo, todavía faltan detalles de política concreta, y su impacto sobre la inflación futura sigue siendo incierto. Incluso si finalmente contribuye a poner fin a la deflación, el proceso será probablemente largo y arduo. Dudamos que esto modifique pronto la ligera inclinación expansiva del Banco Popular de China (PBoC).
Por el contrario, vemos mayor margen para la apreciación del CNY/USD. Esto refleja tanto nuestra expectativa de una mayor debilidad del dólar estadounidense como de una fortaleza creciente del yuan. En el primer caso, la flexibilización monetaria y la erosión de la credibilidad del dólar —debido en parte a la insostenible posición fiscal de EE. UU.— ejercerán presión vendedora sobre una moneda todavía sobrevalorada. En el segundo, la alta competitividad de las exportaciones chinas y un superávit comercial récord —a pesar de los aranceles estadounidenses— sugieren espacio para una revaluación del yuan.
El renovado interés global por los activos chinos también podría impulsar los tipos de cambio del renminbi, ayudando a Pekín a acelerar la internacionalización de su moneda como parte de su estrategia de “apertura de alta calidad” durante los próximos cinco años.