Este experto recuerda que, como inversor en bonos, su objetivo es sencillo: “yo lo que quiero es mi dinero de vuelta”. En su opinión, un entorno de crecimiento moderado alrededor del 1% es más que suficiente si las empresas gestionan sus balances de forma responsable y se evita una recesión: “si entramos en recesión, no quieres estar en ‘high yield’, quieres estar en deuda soberana”.
Advierte que hay que vigilar muy de cerca el mercado laboral en Estados Unidos para detectar si el ciclo económico se debilita. Aunque reconoce que las valoraciones actuales no son baratas —“los spreads están del lado caro; quien diga lo contrario, está fuera de sí”—, señala que el carry sigue siendo la clave: los cupones permiten soportar episodios de estrés sin grandes pérdidas.
Conquet insiste en que la asignación de activos debe empezar por dos preguntas: “¿Cuánto espero ganar? Y la más importante: ¿cuánto estoy dispuesto a perder?”. Frente a un escenario en el que las bolsas podrían caer un 15–20% si llega una recesión, destaca que un buen portafolio de crédito puede limitar las pérdidas al 1%.
Para los perfiles más defensivos, recomienda crédito de corta duración, capaz de ofrecer al menos un 4% con baja sensibilidad a los tipos: “muy buena previsibilidad de ingresos”. Para quienes buscan mayor rendimiento, sugiere fondos con vencimientos objetivo en 2030–2032 que pueden generar “8% el primer año, 8% el segundo y luego tomar beneficios”. Y para inversores que no pueden ir a alto rendimiento por regulación o riesgo, apuesta por bonos subordinados investment grade, que permiten “4–4,5% con rating BBB y duración controlada”.
En conjunto, Conquet defiende carteras mixtas, con escalera de vencimientos y reinversiones mensuales del 2% de la cartera para suavizar la volatilidad. En definitiva, una filosofía clara: proteger capital sin renunciar al rendimiento, con productos que ofrezcan “transparencia y mayor claridad” en un entorno incierto.