Los problemas relacionados con la sostenibilidad fiscal se han visto agravados por la “Big Beautiful Bill” del presidente Trump, el renovado interés por la expansión fiscal en Europa (incluyendo los planes de endeudamiento de Alemania) y las subastas de deuda en Japón. Como respuesta, aumentaron los rendimientos de los bonos a largo plazo, aunque la renta variable mostró cierta resiliencia.

De cara al futuro, podríamos ver algunas señales de debilidad. A menos que escale el conflicto entre Israel e Irán, los mercados centrarán su atención en los riesgos fiscales y los aranceles. La gran pregunta es si el atractivo de los activos estadounidenses se verá mermado por estos desafíos fiscales, las políticas que rompen con el statu quo y cómo podría afectar todo ello al posicionamiento global respecto a EE. UU.

Podríamos estar ante un cambio de patrón estructural, aunque es una tendencia de largo plazo y no un fenómeno de corto plazo. Por ahora, la confianza en las instituciones estadounidenses sigue intacta, aunque podría verse cuestionada en distintos momentos. Desde una perspectiva económica, identificamos los siguientes temas clave:

  • Vemos una desaceleración de la actividad económica en EE. UU., con proyecciones de crecimiento para este año que se mantienen en el 1,6 %. La actividad será volátil por la debilidad en el comercio neto y el consumo. En la eurozona, se observa un repunte del crédito y una mejora continua del sector manufacturero. El impulso en defensa e infraestructuras podría tener efectos positivos en el crecimiento a partir de 2026. La gran cuestión es cómo se financiarán estas iniciativas.
  • El impacto de los aranceles estadounidenses sobre la inflación subyacente será gradual. Hasta ahora, el efecto sobre los precios al consumidor ha sido moderado, y no se han observado subidas significativas. Sin embargo, seguimos de cerca si estos costes se trasladan finalmente al consumidor y cómo podrían afectar a los márgenes empresariales si las compañías no logran repercutirlos. En la eurozona, el entorno inflacionario es algo distinto y parece estar encaminado hacia una desaceleración.
  • Las negociaciones comerciales internacionales se volverán cada vez más difíciles. La última ronda de conversaciones entre EE. UU. y China en Londres mostró que Pekín seguirá adoptando una postura firme. Las políticas comerciales erráticas podrían afectar al atractivo de los activos estadounidenses. Aunque la sección 899 (que siempre se consideró una táctica de negociación) de la “Big Beautiful Bill” ha sido eliminada, estas medidas tienden a aumentar la incertidumbre y la volatilidad en los mercados.
  • Hemos revisado al alza nuestras previsiones de crecimiento para algunos mercados emergentes como Brasil (2025), México (2025) e India (2025 y 2026). En China, algunos datos recientes han sido positivos, por ejemplo en ventas minoristas. Sin embargo, buscamos una tendencia más sostenida antes de mejorar nuestras previsiones. Los subsidios del gobierno para bienes duraderos deberían impulsar el consumo, pero su efecto sería temporal y, al desaparecer, podría lastrar el crecimiento. Mantenemos nuestra proyección de crecimiento en 4,3 % para este año.

En resumen, mantenemos una postura levemente positiva sobre los activos de riesgo, aunque con mayor disciplina en las valoraciones. La combinación crecimiento-inflación ya no es un obstáculo tan fuerte y no prevemos una recesión de beneficios empresariales. Sin embargo, la orientación fiscal y el posible impacto económico derivado de la incertidumbre sobre los aranceles y los conflictos geopolíticos apuntan a una elevada volatilidad.