El Banco Central Europeo (BCE) detuvo su ciclo de flexibilización en junio de 2025, dejando el tipo de facilidad de depósito en un terreno neutral del 2%, un nivel en el que no se espera que ni se restrinja ni se estimule la economía, tras haber alcanzado un máximo del 4% en 2024.

La perspectiva de crecimiento para 2026 estará determinada por dos dinámicas opuestas. La primera es el lastre de los aranceles más altos de EE.UU., cuyo tipo arancelario efectivo ha aumentado alrededor de 15 puntos porcentuales durante el último año. Estimamos que esto restará aproximadamente 0,3 puntos porcentuales al PIB de la zona euro en 2026.

La segunda es el viento de cola de una política fiscal más expansiva, liderada por el paquete de infraestructuras de Alemania, junto con un mayor gasto en defensa en la Unión Europea (UE). Estimamos que la flexibilización fiscal de Alemania incrementará el PIB del país en 0,5 puntos porcentuales en 2026 y el PIB de la zona euro en 0,2 puntos porcentuales. Prevemos un aumento adicional de 0,2 puntos porcentuales en el PIB de la zona euro gracias al incremento del gasto en defensa por parte de otros países de la UE. En general, esperamos que la economía de la zona euro crezca un 1,2% en 2026, cerca de nuestra estimación de su potencial.

En contraste con EE.UU., no esperamos un fuerte impulso de inversión asociado a la IA en 2026. Europa está rezagada tanto en innovación de IA como en el desarrollo de su infraestructura. Los compromisos de gasto de capital del sector tecnológico europeo para los próximos dos años se sitúan entre 250.000 y 300.000 millones de dólares, frente a más de 2 billones de dólares en EE.UU. Por ello, esperamos un crecimiento real de la inversión privada de solo un 2% en la zona euro en 2026, frente al 7% previsto en EE.UU. 

En cuanto a la inflación de la zona euro, vemos riesgos sesgados a la baja respecto al objetivo del 2% del BCE, debido a factores como la caída de los precios de la energía, la fortaleza del euro, la desaceleración del crecimiento salarial y la débil demanda interna. En consecuencia, si el BCE modificara su postura de política monetaria en 2026, sería más probable que redujera los tipos de interés a que los subiera.

Respecto a la perspectiva fiscal, nos preocupa especialmente Francia. Con su decisión de congelar la reforma de las pensiones hasta 2027, no vemos un camino claro hacia la consolidación fiscal a corto plazo. Con déficits presupuestarios proyectados del 5%–6% del PIB, esperamos que la incertidumbre política y fiscal frene la economía francesa en 2026.

Se espera que la inflación de la zona euro se sitúe por debajo del objetivo del 2% del BCE en 2026.