Esta incertidumbre impulsó inicialmente el atractivo de los bonos como activos refugio, lo que presionó a la baja los retornos en Estados Unidos, Europa y el Reino Unido. No obstante, persistieron las preocupaciones sobre el efecto del gasto público en los déficits, la deuda y, a largo plazo, en las divisas fiduciarias (devaluación). Como resultado, el oro alcanzó niveles récord, aunque posteriormente los precios retrocedieron. Los riesgos fiscales también se hicieron evidentes en la rentabilidad de la deuda japonesa, provocando una fuerte caída del yen.
Estos son los principales temas económicos que probablemente se desarrollen en los próximos meses:
- La inversión en capital relacionada con la IA en Estados Unidos impulsará el crecimiento estadounidense, pero no sería capaz de compensar por completo la caída del consumo, que sigue siendo el principal motor de la economía del país. La resiliencia del consumo reflejada en los datos históricos hasta el momento, junto con un posible impulso procedente del capex, nos ha llevado a revisar al alza nuestras previsiones de crecimiento para Estados Unidos en 2025 (1,9%) y 2026 (1,9%). No obstante, los mercados laborales siguen siendo débiles, lo que nos lleva a concluir que la tendencia general de deterioro no cambia. La inversión en el sector tecnológico aún no se ha traducido en una creación masiva de nuevos empleos y es poco probable que impulse el mercado laboral en el corto plazo. Por tanto, esperamos una suavización de la dinámica de ingresos y una moderación del consumo.
- El crecimiento de la Zona Euro probablemente se desacelerará este año, para luego repuntar a partir de mediados de 2026, aunque manteniéndose por debajo de la tendencia de largo plazo. Nuestra evaluación apunta a riesgos a la baja en el corto plazo y a comienzos del próximo año, debido a posibles retrasos y ajustes en el estímulo fiscal alemán y a las presiones sobre las exportaciones. No obstante, la resiliencia de la actividad económica en España e Italia continuaría. Las últimas sanciones de Estados Unidos a Rusia indican que el primero es más proclive a alinearse con la UE en los desafíos de seguridad. Si bien mucho dependerá de la eficacia con la que se implementen las sanciones, cualquier indicio de un alto el fuego con Ucrania (todavía difícil de alcanzar) sería positivo para la economía y los activos europeos.
- La palanca fiscal adquiere una importancia cada vez mayor. Es probable que Estados Unidos se mantenga en la senda de la expansión fiscal (un riesgo que aún no está plenamente descontado por el mercado), aunque con cierta consolidación. En cambio, el panorama político fragmentado de Japón y las intenciones del nuevo gobierno apuntan a que prevalecerán políticas de corte populista, por lo que la expansión fiscal continuará. Alemania también avanzaría en esta dirección, pero, a diferencia de otros emisores, cuenta con el necesario espacio fiscal para hacerlo.
- Las previsiones de crecimiento para China se han revisado al alza para 2026 y, dado que el crecimiento estará cerca del objetivo del gobierno, no esperamos una ‘bazuca’ fiscal significativa. Dicho esto, la decisión de aplicar un estímulo fiscal o monetario también dependería de cómo evolucione la política comercial de Estados Unidos frente a China. En conjunto, la campaña contra la “involución”, la debilidad del consumo interno y la contracción de la inversión en el sector inmobiliario implican que la actividad seguirá contenida en el corto plazo.