Los mercados muestran una marcada intolerancia al riesgo, caracterizada por caídas de las bolsas,  ampliaciones de los diferenciales de la  deuda corporativa, revalorizaciones de  la deuda pública y el oro y precios desbocados en las materias primas.

Salman, ¿podrías ofrecernos tu  valoración desde el punto de vista  macroeconómico?

Salman Ahmed: En primer lugar, me gustaría expresar  mi profunda preocupación por la crisis humanitaria que  estamos viviendo. Económicamente, nos encontramos en un momento de gran incertidumbre y podríamos estar  enfrentándonos a una conmoción en los precios de las materias primas similar a la crisis del petróleo de la  década de 1970. El crecimiento mundial ya estaba  desacelerándose en los momentos previos al conflicto,  pero en el primer trimestre de este año habíamos visto  señales de que empezaba a estabilizarse, aunque con  importantes divergencias entre las situaciones de  EE.UU., Europa y China.

Habían surgido algunos brotes verdes en los PMI del  sector servicios, que mostraban síntomas de  recuperación tras el COVID, y el movimiento de China  hacia una política monetaria más favorable y estímulos al  crédito parecía estar reduciendo los riesgos extremos  derivados de sus problemas inmobiliarios el año pasado.  Sin embargo, el panorama de la inflación mundial ya era  preocupante debido a los duraderos efectos de las  perturbaciones provocadas por el COVID en la oferta y la  demanda y, en este sentido, los bancos centrales ya  estaban reorientando sus políticas tras reconocer que la  inflación se había vuelto más persistente que transitoria.  

La inflación había llegado a superar el 7% en EE.UU.  (con una inflación subyacente por encima del 6%) justo  antes de la crisis de Ucrania y la amplitud de la inflación  también era elevada. También está acelerándose en  muchas otras economías en desarrollo. China es una  excepción, dado que la inflación de los precios al  consumo se ha mantenido relativamente baja en el país.

Ahora estamos identificando los principales canales a  través de los cuales el conflicto de Ucrania podría afectar  a la economía y al sistema financiero mundial. Las  materias primas es el primero de estos canales, que  tiene varias dimensiones. El segundo es el canal  financiero, a causa de las graves sanciones que están  sacando a Rusia de forma efectiva del sistema financiero  internacional. Estamos poniendo el foco en el canal de  las materias primas, que es donde se encuentran los  principales riesgos.

El peso de Rusia en el mercado  mundial de materias primas es elevado (representa  alrededor del 10% de la producción mundial de petróleo  y es un actor destacado en productos agrícolas como los  cereales). Los problemas vinculados al canal financiero  parecen ser más o menos gestionables; conllevan  riesgos derivados de unos deterioros de activos  enormes, por valor de más de 500.000 millones de  dólares desde que se instauraron las sanciones, pero  Rusia no es realmente un actor destacado del sistema  financiero mundial.  

Se han aplicado sanciones severas con rapidez, siendo  las restricciones al banco central ruso las que tal vez  resultan más perjudiciales en términos económicos. Sin  embargo, ahora también estamos viendo unas potentes  sanciones voluntarias por parte de las empresas, con  efectos que se han manifestado en los mercados durante  la pasada semana. Las más visibles han sido las  sanciones en relación con el petróleo y las inquietudes  en torno al mercado de la energía están dominando el  ánimo del mercado. Entretanto, las exportaciones de  Ucrania se han visto reducidas prácticamente a cero y probablemente se mantengan así al menos durante el  próximo año. El cierre del espacio aéreo sobre la zona  en conflicto también tendrá importantes repercusiones.

Europa será la principal afectada por las perturbaciones  transmitidas a través de estos canales. El suministro de  gas es el principal problema de Europa, ya que alrededor  del 40% del consumo procede de Rusia (además del  25% de su petróleo). El sector industrial es el que más  depende del gas ruso y los hogares también dependen  de él en invierno, mientras que el transporte no es tan  dependiente. En términos generales, cuanto más cerca están los países de Rusia, más dependientes son del  suministro ruso; Alemania recibe alrededor del 50% de  su suministro de gas de Rusia, mientras que países  como Hungría, Polonia y la República Checa dependen  en un porcentaje aún mayor.

Las grandes economías del  este de Europa suelen tener sectores industriales más  grandes, lo que les hace especialmente vulnerables ante  perturbaciones que afecten a los volúmenes, pero  también son vulnerables al encarecimiento de la energía  (el Reino Unido y EE.UU. están relativamente poco  expuestos a estos riesgos). Existen tres grandes  gasoductos que suministran a Europa: Nordstream 1,  que fluye a través del mar Báltico, un gasoducto a través  de Bielorrusia y un tercero a través de Ucrania, que está  expuesto a posibles daños en las infraestructuras. Sin  embargo, el principal riesgo que vemos actualmente es  que Rusia podría detener las exportaciones de energía.

Nuestras proyecciones indican que una subida del 100%  en los precios del petróleo podría dar lugar a una subida  de 200 pb en la inflación interanual en todo el mundo,  pero este efecto podría ser mayor por la vía de las  expectativas de inflación. Observamos que las  expectativas de inflación están empezando a aumentar y  que ésta ya era elevada antes de que se desatara la  crisis. Los efectos de segundo y tercer orden de este  choque para el crecimiento mundial podrían rondar los  300 pb. En Europa, podríamos ver incluso un golpe al  crecimiento del 4% este año debido a la subida de los  precios del petróleo y el gas. El efecto de lo que ya  hemos visto probablemente sea una reducción del 1%  del PIB europeo en 2022, pero la incertidumbre es muy  alta ya que desconocemos qué gravedad tendría una  perturbación o cuánto duraría.

Las condiciones financieras están endureciéndose en  todo el mundo. En lo que respecta a las funciones de  reacción de los bancos centrales, el BCE probablemente  ponga más énfasis en el inminente frenazo al  crecimiento que en la crisis de inflación. Sin embargo, en  EE.UU. es más probable que la Reserva Federal se  centre en la inflación a la vista del impacto económico  relativamente pequeño del conflicto, lo que está en  consonancia con las declaraciones efectuadas  recientemente por su presidente, Jerome Powell. Ahora  esperamos que la inflación toque techo en el segundo  trimestre en lugar del primero, posiblemente en torno al 9%. A más largo plazo, las tasas de inflación dependerán  del nivel al que se asiente el petróleo.

Habíamos previsto un periodo de 6 a 12 meses de  estanflación a comienzos de año debido a las  perturbaciones en la oferta y la demanda relacionadas  con los estímulos presupuestarios y monetarios  motivados por el COVID.

Sin embargo, ahora la  intensidad de esta estanflación se agravará. En cuanto a  qué podemos esperar, hemos estado analizando la  sucesión de acontecimientos durante el embargo  petrolero de 1973. En ese momento, el 16% de la oferta mundial de crudo se vio alterada, lo que provocó que el  precio pasara de 20,9 a 48,5 dólares (a los precios  actuales), aunque se registraron picos durante el periodo  en los que los precios llegaron a aumentar temporalmente hasta un 300%. Las bolsas sufrieron por  los daños macroeconómicos que eso provocó y a los  bonos no les fue bien, ya que fue una crisis de estanflación; por otro lado, las materias primas y el oro  brillaron, aunque, a modo de contexto, esta evolución  también se produjo tras el hundimiento del sistema de  Bretton Woods y el paso del patrón oro a las monedas  fiduciarias en todo el mundo.  

A lo largo de la crisis de la década de 1970, los perjuicios  para el sector manufacturero no fueron inmediatos, sino  que se acumularon con el paso del tiempo. El resultado  final fue una grave recesión durante la cual la utilización  de capacidad descendió un 10%. Observamos que  existen algunos factores atenuantes que podrían reducir  la gravedad de esta conmoción, pero esta vez también  estamos viendo una elevada inflación en los alimentos y  problemas de oferta en áreas como las cadenas de  suministro de los semiconductores. En cuanto a la  respuesta de los bancos centrales a la crisis petrolera de  los 70, la Reserva Federal realmente no actuó para  frenar la inflación; eso es algo que no ocurrió hasta la  década de 1980 con el denominado shock de Volcker.

Las exportaciones de energía de Rusia  siguen llegando a Europa (especialmente gas). ¿Qué probabilidades existen de que este  suministro se corte por completo? ¿Los  inversores deberían trabajar con esta  hipótesis?

Salman Ahmed: La velocidad y la gravedad que han  caracterizado a las sanciones nos hacen temer un nuevo  deterioro. Rusia podría cortar su suministro de gas, pero  eso podría generar más tensiones económicas y  financieras y el país ya se enfrenta a graves  perturbaciones en ambas esferas. También somos  conscientes de que las posibles nuevas sanciones  podrían venir de Occidente, de hecho EE.UU. y Reino  Unido acaban de prohibir la importación de petróleo ruso.

Así, ya están produciéndose desajustes en el sector  energético debido a las sanciones que se han  autoimpuesto algunas empresas y la situación ya ha  provocado que los precios del crudo ruso presenten unos  descuentos muy acusados frente a los precios del Brent.  Estamos usando el guion de los acontecimientos de  1973 para formular nuestras hipótesis de trabajo sobre  las primas de riesgo, aunque la situación cambia con  rapidez. En general, las probabilidades de nuevas  perturbaciones son bastante elevadas.

Andrew, antes incluso de que el conflicto  se agravara, los mercados estaban  cayendo debido al golpe de timón de los  bancos centrales. Ahora, el riesgo de  estanflación ha aumentado. ¿Qué te  parece esto y hasta qué punto se ha  agravado la crisis? 

Andrew McCaffery: Ciertamente la situación a la que se  enfrentan los responsables políticos y los bancos  centrales se ha complicado sobremanera. Estaba  haciéndose hincapié en la inflación antes de la crisis; así,  los bancos centrales estaban tratando de usar la  dinámica de los mercados para aplicar sus orientaciones  a los sucesos económicos. Ahora será difícil centrarse  simplemente en la inflación debido al sobrecoste con el  que los elevados precios de la energía gravarán el consumo, sobre todo en Europa. También estamos  enfrentándonos a un grave deterioro en las cadenas de  suministro en el sector industrial, lo que tendrá sus  propias implicaciones. En conjunto, la temática de  recuperación que se esperaba a comienzos de año ha  mudado en una importante disrupción.  

Lo más probable es que el BCE y otros bancos centrales  opten por unas trayectorias de endurecimiento más  lentas. Querrán evaluar primero las implicaciones del  conflicto para la inflación y el crecimiento, si pueden. En  EE.UU., la Fed posiblemente endurezca su política más  despacio, pero es probable que siga manteniendo su  postura de lucha contra la inflación.  

Desafortunadamente, esto también afectará al  crecimiento en toda la economía mundial, por lo que la  Fed tendrá que actuar con mesura.

Durante el COVID, fuimos testigos de  cómo se aplicaban muchas medidas de  gasto público para compensar los daños  a la economía. ¿Podríamos ver algo  similar ahora o los elevados niveles de  deuda que se han acumulado podrían  impedirlo?

Andrew McCaffery: Están tomando forma algunas  medidas de estímulo y la crisis humanitaria demandará  políticas de apoyo. Sin embargo, las principales  repercusiones desde el punto de vista del gasto público  podrían ser incrementos importantes en cosas como el  gasto militar. En cuanto a los lastres de deuda, los  bancos centrales tendrán que ser cautos a la hora de  endurecer su política y la crisis simplemente agravará las  inquietudes que ya tienen.

Las implicaciones económicas  generales del conflicto probablemente sean una  estanflación más acusada y recesiones más profundas  en países que se ven duramente castigados debido a unos costes de producción más elevados y los  problemas con las cadenas de suministro. Para los  mercados, todo depende de cómo se manifiesten estos  efectos en actividades económicas concretas y, por  ende, en los beneficios empresariales y los diferenciales  de deuda corporativa. Los inversores y los bancos  centrales estarán atentos a estos factores, pero todavía  es demasiado pronto para evaluarlos íntegramente.

Estamos claramente en territorio de  mercado bajista. ¿Cuáles son las  implicaciones para los beneficios  empresariales y qué descuentan ya las bolsas?

Romain Boscher: Los mercados suelen descontar el  peor escenario posible. Esperamos que los beneficios a  lo sumo se estanquen en términos reales durante los  próximos años, pero también debemos considerar los  posibles riesgos extremos que podrían provocar nuevos  deterioros. Por ejemplo, debemos considerar qué podría  ocurrir si los precios de la energía suben mucho más o  se mantienen elevados durante un periodo prolongado, o  si un banco o un gran hedge fund sufre presiones debido  a su exposición a Rusia, contagiando con ello a todo el  sistema financiero.

¿Qué diferencias muestran los  mercados desde un punto de vista  geográfico?

Romain Boscher: Estamos ante un mercado bajista  inusual. Normalmente, en un escenario de intolerancia al  riesgo se venden sectores cíclicos, como las materias  primas. Sin embargo, en esta ocasión los sectores como  la energía y los materiales van a comportarse bien  debido a los problemas de oferta que estamos viendo,  razón por la cual resulta difícil caracterizar al mercado en  su conjunto.  

Nos centramos en empresas de alta calidad con fuentes  sostenibles de rentas y que pueden actuar como  cobertura frente a la inflación, ya que eso es lo que  nuestros clientes están buscando. El dilema al que nos enfrentamos es si nuestra prioridad debe ser buscar una  cobertura frente a la inflación o simplemente un lugar  donde refugiarnos. En cierto sentido, es el mismo dilema  al que se enfrentan los bancos centrales. Para responder  a esta pregunta debemos considerar qué aspectos de la  situación son transitorios y en qué medida. Eso  determinará cómo va a evolucionar el cuadro de los  beneficios y, por lo tanto, si debemos mantener el foco  en el largo plazo y dónde debemos colocarlo. Los escenarios y las variables a considerar son múltiples.

¿Cómo está afectando eso a las  perspectivas del sector tecnológico?

Romain Boscher: Durante algún tiempo, hemos  pensado que era peligroso estar expuesto a activos que  encarnan el “crecimiento a toda costa” o empresas  deficitarias. Los tipos de interés muy bajos son cruciales  para estas áreas del mercado, pero ahora existe más  incertidumbre sobre cómo los diferenciales de la renta  fija corporativa y pública van a moverse durante los  próximos meses. A consecuencia de ello, es mejor evitar  los valores de duración larga y apostar mejor por las  exposiciones defensivas. Eso no significa necesariamente evitar el crecimiento y apostar por la  infravaloración, pero sí implica alejarse del crecimiento a  toda costa y dar más importancia a la calidad.

Steve, hemos asistido a importantes  movimientos en los mercados de renta  fija, con ampliaciones de los diferenciales e inversores entrando en  deuda pública. ¿Qué opinas sobre los  acontecimientos recientes?

Steve Ellis: Los mercados están descontando un  entorno de estanflación debido a los problemas en el  plano de la oferta y el aumento de los costes, que  equivale a un impuesto al consumo. A los mercados les  preocupa que esto culmine en subidas de tipos por parte  de los bancos centrales a pesar del deterioro del  crecimiento debido a los temores inflacionistas. Esta  situación podría precipitar las cosas en lo que se refiere  al endurecimiento de las condiciones financieras, de ahí  la ampliación de los diferenciales de deuda corporativa  que hemos visto durante las últimas semanas. La curva  de rendimientos también está indicando que preocupan  el crecimiento y la posibilidad de recesión.  

A consecuencia de ello, los inversores se guardarán  mucho de tener demasiada exposición al ciclo. Sin  embargo, aunque la inflación está ahí y es más  permanente que transitoria, yo no le tendría miedo a la duración, ya que hay muchas probabilidades de que los  bancos centrales no puedan llevar a cabo las subidas de  tipos que desean (o que están descontadas en los mercados de deuda pública) debido a las implicaciones  adversas para el crecimiento (el tipo de interés natural ha  descendido).

En lugar de eso, los rendimientos reales tendrán que hundirse aún más en territorio negativo (los rendimientos reales de los bonos del Tesoro  estadounidense a diez años ya están en -110 pb) para  contrarrestar el varapalo que va a sufrir la renta  disponible de los ciudadanos y financiar el aumento del  gasto militar. Los bancos centrales probablemente van a  tener que mantener la base monetaria lo más líquida  posible para permitirlo. La conclusión es que, aunque  estamos en un entorno de estanflación, yo no estaría demasiado preocupado por la duración.

¿Qué opinas de la liquidez que se  observa recientemente en los  mercados? ¿Están aumentando las  tensiones en los mercados internacionales de financiación?

Steve Ellis: Las condiciones financieras estaban  endureciéndose antes incluso de que el conflicto se  agravara, pero desde entonces las cosas han  empeorado considerablemente. El factor determinante  no ha sido la exclusión de Rusia de SWIFT, sino la  congelación de los activos del banco central ruso. Rusia  cuenta con alrededor de 450.000 millones de dólares en  reservas de divisas, de los cuales el 20% está en  dólares. El país concede préstamos por valor de 200.000  millones de dólares en el mercado de swaps sobre  divisas y posee una exposición de alrededor de 300.000  millones de dólares en los mercados monetarios. A  consecuencia de ello, a los inversores les preocupa que  los mercados de financiación se bloqueen y que se  produzca un momento Lehman. Esta segunda  posibilidad no me preocupa en estos momentos, pero los  mercados de financiación están tensionándose.  

Estamos viendo picos en las primas implícitas en los  swaps en euros con fases de aversión al riesgo, lo que  indica que hay carreras por conseguir dólares. Sin  embargo, las primas implícitas de los swaps en euros  únicamente han ampliado alrededor de 25 pb durante las  últimas semanas, comparado con crisis anteriores en las  que llegaron a moverse entre 75 y 100 pb. Los swaps indexados al LIBOR a un día también se han tensionado,  pero todavía no estamos en una crisis en toda regla. Sea  como fuere, esas líneas de swaps de divisas de los  bancos centrales, que evolucionaron durante la crisis  financiera mundial, permiten a las autoridades intervenir  para inyectar liquidez en los mercados si estos lo  necesitan.  

Mi mayor preocupación y mi hipótesis de referencia  actualmente es una crisis bancaria total en Rusia, dado  que el rublo ha caído un 25% en dos días. Creo que  veremos una búsqueda de calidad y duración, con ampliaciones de los diferenciales de deuda corporativa y  aumentos de la demanda de dólares (aunque sigo  esperando que el dólar se deprecie a largo plazo). Sin  embargo, la liquidez no me preocupa en estos  momentos.

¿Qué opinas de la deuda de los  mercados emergentes?

Steve Ellis: La deuda de los mercados emergentes es  una clase de activo con duración elevada, ya que en  moneda fuerte presenta una duración media de 8,5 años.  A consecuencia de ello, si los rendimientos de los  grandes países suben, la deuda emergente  generalmente sufre presiones. Además, podríamos ver  cómo se amplían los diferenciales debido al riesgo de  recesión. Otro factor clave es la fortaleza del dólar: no  creo haber visto un periodo en el que el dólar se  revalorice y la deuda emergente se comporte bien, por lo  que el periodo que se avecina podría ser complicado.

China ha adoptado una posición neutral ante el conflicto, pero ¿cómo creéis que  evolucionará la situación económica allí?  El país se ha fijado un objetivo de  crecimiento del 5,5% este año...

Andrew McCaffery: Recientemente hemos visto cierta  estabilización en China tras un 2021 difícil, a resultas de  lo acontecido en su mercado inmobiliario y las  repercusiones de los cambios reglamentarios. Las  autoridades chinas han virado recientemente hacia los  estímulos y eso coloca a la economía en una posición  ligeramente diferente a la de Occidente. Seguirá  viéndose afectada por el aumento de los costes de  producción, pero el objetivo de crecimiento anunciado recientemente demuestra que vamos a ver un periodo  con estímulos. Cuesta creer que China vaya a aplicar un  nivel de estímulos excesivos a la vista de que su economía ya estaba estabilizándose y en un contexto  marcado por el énfasis reciente de las autoridades en la  resistencia de la economía interna y la estabilidad  financiera, pero ahora vamos a ver algunos de los  efectos beneficiosos de las medidas que tomaron las  autoridades para reforzar la economía en 2021.

China parte de una posición ligeramente mejor que la de  Occidente, en el sentido de que se enfrenta a una menor  presión en el plano de la inflación. A consecuencia de  ello, podría actuar como elemento diversificador en las  carteras mixtas. El yuan también podría beneficiarse de  flujos en busca de refugio, lo que podría verse acentuado  por el retorno de los capitales que salieron durante el  pico de intolerancia al riesgo provocado por las  autoridades el año pasado.

¿Cómo afectará esta crisis a los avances de los países hacia los  objetivos en materia de cambio  climático?

Andrew McCaffery: Una energía más cara tiene dos  consecuencias. La primera de ellas es que las personas  se lo pensarán dos veces antes de hacer viajes largos.  La segunda es que los precios de las energías  renovables son mucho más atractivos. También es  importante tener en cuenta que no todos los países van  a verse perjudicados por el conflicto; algunas economías  emergentes que exportan materias primas están  empezando a mejorar su crecimiento. China también  está mejorando y el elevado objetivo de crecimiento para  2022 que se ha fijado tal vez arroje algo de luz al final de  este largo túnel.

Estamos hablando mucho sobre  energía, pero otras áreas donde vamos  a experimentar turbulencias son los  cereales y los fertilizantes, dado que  Rusia y Ucrania tienen un gran peso en  las cadenas de suministro internacionales. ¿Podríamos estar  encaminándonos hacia una crisis  alimentaria?

Salman Ahmed: Los mercados de materias primas  agrícolas ya estaban tensionados antes del conflicto. Las  existencias eran bajas en algunos lugares y habían  aparecido señales de descenso de la producción de  fertilizantes en algunos países africanos, con las lógicas  consecuencias para los rendimientos de las cosechas.  Dado que Rusia es un gran proveedor de cereales y  fertilizantes y que Ucrania ha dejado de forma efectiva  de producir, es muy probable que experimentemos  perturbaciones durante los próximos años. Eso significa  que podríamos sufrir una importante crisis en los  volúmenes en ciertos países emergentes que dependen  de las importaciones de alimentos y petróleo;  señalaríamos a algunos países africanos como los más  expuestos.

Steve, ¿cómo posicionarías las carteras  de renta fija a la vista de los sucesos  recientes?

Steve Ellis: En primer lugar, abogaría por invertir en  bonos indexados a la inflación, que se benefician de la  exposición a la inflación implícita y los rendimientos  reales (que preveo que tendrán que descender aún más). Una segunda área en la que me centraría es en la  duración en bonos investment grade de Asia. Aunque  Asia está lejos del epicentro de la crisis, hemos visto que  en esta región se producían ampliaciones de los  diferenciales justo antes del momento en el que los  estímulos probablemente empiecen a dar fruto. Por  dejarlo claro, no tengo miedo a tener duración en cartera  en estos momentos; más bien al contrario: creo que va a  brillar a la vista de los precios actuales de mercado.

Romain, ¿es hora de invertir en valores  defensivos? ¿Cómo estructurarías una  cartera de bolsa?

Romain Boscher: Esta crisis no tiene precedentes y,  debido a ello, la forma en que podríamos definir el  adjetivo “defensivo” podría ser bastante diferente a como  lo hemos hecho en el pasado. Somos cautos en los  activos de “crecimiento a toda costa”, ya que los tipos de  interés podrían subir ligeramente. Algunos valores  defensivos tradicionales también sufrirán presiones en  los costes y reducciones de los márgenes, haciéndolos menos defensivos de lo que habrían sido en una  desaceleración económica más genérica. Lo que  estamos buscando son empresas con balances sólidos y  poder de fijación de precios, es decir, la capacidad de  repercutir la inflación de los costes de producción sin perder clientes. Las empresas que mantengan sólidos lazos con sus clientes probablemente se comporten  mejor que las que no en este entorno.

Andrew, podríamos concluir que las  materias primas son una buena clase de  activo para invertir a la vista de las  alteraciones en la oferta que estamos  viendo. Sin embargo, al ser una clase de  activo pequeña comparada con la renta  variable o la renta fija, ¿los factores  técnicos podrían agravar los picos de los  precios?

Andrew McCaffery: Lo que estamos viendo está  elevando ciertamente los precios, pero parte de ello  podría obedecer a una demanda motivada por el pánico.  La situación es compleja, ya que vimos una falta de  inversión importante durante el COVID y ahora la  descarbonización está poniendo presión sobre las  dinámicas de oferta y demanda en muchas materias  primas. Abordar las cuestiones relativas a la oferta será  un proceso a largo plazo y probablemente los precios de  las materias primas sigan sufriendo volatilidad a  consecuencia de ello. Podríamos ver cómo algunos  flujos de activos acentúan los movimientos de los precios  a corto plazo, pero a más largo plazo también esperamos que los precios de algunas materias primas  se mantengan elevados, posiblemente durante los  próximos dos o tres años. A través de este canal, el  conflicto agravará las presiones inflacionistas  subyacentes.

¿Cómo estructurarías una cartera para  obtener buenos resultados en un  entorno de estanflación? ¿Qué activos  podrían actuar como refugio?

Andrew McCaffery: Como ha señalado Salman, no hay  muchos sitios donde refugiarse. Ya hemos experimentado fuertes incrementos de los precios de las  materias primas y tenemos los bonos indexados a la  inflación, como decía Steve. Romain ha mencionado a  las empresas con balances sólidos, demanda resistente  y poder de fijación de precios. En general, va a ser  cuestión de dejar atrás los simples sesgos sectoriales y  utilizar el análisis ascendente para identificar  oportunidades específicas atractivas. Sin embargo, la  diversificación va a ser importante y el mercado de  deuda de China tal vez podría ofrecerla a la vista de las  valoraciones actuales y el hecho de que la política monetaria de este país se mueve en una dirección  diferente a la de Occidente.

¿Cuánto podría tardar este escenario en  materializarse?  

Andrew McCaffery: Son tantas las posibles variaciones  que no puedo responder de forma explícita a esta  pregunta, algo habitual cuando nos enfrentamos a estos  sucesos geopolíticos tan extremos. En lo que hay que  fijarse es en las evoluciones que podrían desembocar en  un final. La coyuntura que vimos a comienzos de año ya  se caracterizaba por cuestiones que esperábamos que  plantearan dificultades en 2023, pero el conflicto ha  adelantado las dinámicas negativas en el crecimiento y  la inflación y las ha agravado. También tendremos  afectos adversos de segundo orden, así que, aunque el  conflicto rebaje su intensidad, las repercusiones  negativas seguirán sintiéndose durante algún tiempo  después.