Las soluciones energéticas son un espectro, no una respuesta perfecta

La electricidad, de muchas maneras, alimenta al mundo. Incluso mientras escribo estas palabras, se necesita electricidad para garantizar que aparezcan en su pantalla. ¿Cómo se genera este tipo de energía?

Hay muchas maneras, pero el punto de partida más común tiende a ser algo que necesita girar, y mientras haya energía para mantener la rotación, puede haber electricidad. Un enfoque común es que algún proceso (sea de energía nuclear, gas natural o carbón) se utiliza para transformar agua en vapor para que éste sea luego utilizado para hacer girar una turbina.

Uno de los mayores debates de hoy en día se centra en cómo valorar los diferentes procesos de compensación entre las diferentes formas de hacer girar estas turbinas. El viento no tiene emisiones de carbono, pero no sopla todo el tiempo. La energía nuclear produce calor sin emisiones de carbono, pero genera residuos radiactivos. Si bien la energía de fusión ha acaparado un poco de atención últimamente y no generaría carbono ni desechos radiactivos, en la mayoría de los casos requiere para funcionar más energía de la que emite. Hasta el momento, ninguna fuente de energía es perfecta.

La planta de conversión de residuos en energía

Si bien la idea de transformar agua en vapor y hacer girar una turbina es la base de muchos otros enfoques, una planta de conversión de residuos en energía (conocidas como “waste-to-energy plants” en inglés) utilizará residuos sólidos locales como combustible para calentar el agua y generar vapor. Se estima que, en Estados Unidos, se pueden usar alrededor de 85 de cada 100 libras de desechos sólidos locales como combustible generador de energía. Uno de los principales beneficios de este enfoque sería que 2.000 libras de “basura” se reducirían a cenizas de un peso aproximado de entre 300 y 600 libras. El volumen de los residuos podría reducirse en aproximadamente un 87%.

Un paso importante en una planta de conversión de residuos a energía sería ver cómo se gestionarían los gases de escape. Aunque podría haber diferentes contaminantes generados por la quema de desechos sólidos locales, existen tecnologías para filtrar los gases de escape. También existen tecnologías que podrían ayudar a reducir o eliminar las emisiones de carbono. Hacer que estas tecnologías pasen de ser “existentes” a “ampliamente implementadas” es un paso crítico en el camino si las plantas de conversión de residuos en energía lograran una amplia adopción sin tanta controversia. 

Los avances de la Unión Europea (UE) en el espacio de conversión de residuos a energía

Los datos de la UE indican que alrededor del 2,4% del suministro total de energía de 2018 provino de plantas de conversión de residuos a energía. Cada ciudadano europeo medio es responsable de unos 500 kilogramos de residuos sólidos al año. Ha habido cambios en la legislación que han llevado a un menor uso de vertederos y a la incineración de una mayor cantidad de residuos locales sólidos. En 1995 se incineraron aproximadamente 32 millones de toneladas, y esta cifra se duplicó con creces hasta alcanzar los 70 millones de toneladas en 2018. 

La generación de energía a partir de la quema de residuos más alta se registró en Alemania, pero también participaron el Reino Unido, Francia, Italia y Holanda. 

Un delicado equilibrio dentro de la conversión de residuos a energía 

¿Qué es peor?: ¿quemar desechos para generar electricidad y liberar dióxido de carbono, o no quemar desechos, pero luego tener que almacenarlos en un vertedero? No es una pregunta sencilla.

La UE está tratando de convertirse en neutral en carbono hacia 2050 aproximadamente. El objetivo de eliminar gradualmente la quema de carbón, petróleo y gas natural está bastante claro. Si también hay o no hay una fase de reducción gradual de la conversión de residuos en energía en relación con esto, podría depender de si hay establecida o no una creencia sobre si se generan menos emisiones de carbono al quemar los residuos que al dejarlos en un vertedero.

También se da el caso de que los subproductos de la incineración se pueden utilizar por ejemplo en la construcción de edificios. Las plantas de conversión de residuos en energía pueden funcionar los 365 días del año y pueden ayudar a equilibrar la energía solar y la energía eólica, las cuales sabemos que no generan energía de modo permanente. Actualmente, 18 millones de ciudadanos europeos reciben electricidad y 15 millones reciben calefacción de estas plantas.

En 2019, las incineradoras situadas en la UE emitieron 52 millones de toneladas de dióxido de carbono. Es posible que, con el tiempo, el dióxido de carbono pueda ser recolectado y utilizado. En Holanda, una instalación de conversión de residuos en energía de Duiven está suministrando dióxido de carbono a un invernadero hortícola local para estimular el crecimiento de las plantas. No se puede decir que estemos cerca de recolectar y aprovechar todo el dióxido de carbono a día de hoy, pero el concepto es bastante interesante.  

Conclusión: alcanzar la neutralidad en carbono será un proceso

Una breve mirada a la generación de energía a través del proceso de conversión de residuos en energía contempla un microcosmos de los problemas más amplios relacionados con el cambio climático. Todavía no se puede acceder a una solución perfecta, es decir, a energía ilimitada sin emisiones ni otros desechos. Como sociedad, debemos elegir cómo valoramos estos procesos de compensación. La conversión de residuos en energía tiene inconvenientes, pero también tiene elementos positivos, como, por ejemplo, limitar el espacio necesario en los vertederos. Esperamos seguir viendo cómo evoluciona el espacio de conversión de residuos a energía y si el dióxido de carbono que se produce se puede capturar de manera más efectiva para un uso económico real.