volatilidad

La rapidez de la reacción política ha sido notable, ya que varios países impusieron prohibiciones a los viajes desde Sudáfrica en cuestión de horas. Aprendiendo de los errores cometidos con la variante delta, los responsables políticos parecen estar decididos a actuar de forma preventiva.

Aunque es posible -pero no Seguro- que las vacunas existentes sigan siendo efectivas o puedan modificarse en cuestión de semanas o meses para luchar contra la nueva variante, para limitar su propagación antes de que esto ocurra es posible que vuelvan a imponerse restricciones más estrictas a la movilidad nacional e internacional a medida que nos acercamos al final del año. El grado de rigor variará probablemente entre los distintos países en función de la propagación de ómicron y la nueva información que surja sobre su grado de resistencia a las vacunas, pero también de la respuesta política a los posibles nuevos daños económicos y perspectivas de malestar social.

Los riesgos para el crecimiento mundial ya se han sesgado a la baja, con la desaceleración de China y la crisis energética como principales vientos en contra. Y ahora la nueva variante del virus añade más incertidumbre a las perspectivas macroeconómicas y políticas de los próximos meses.

Con la probabilidad de que la inflación se mantenga en niveles elevados y que nuevas interrupciones en la cadena de suministro la hagan subir aún más, los bancos centrales se enfrentan a un dilema político cada vez más difícil. En aras de proteger el crecimiento y los mercados laborales, es posible que haya que reducir la retórica agresiva de instituciones como la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, al menos hasta que la nueva variante revele sus cartas. Para los mercados, esta temporada festiva podría resultar más volátil de lo que los inversores esperaban.