La renta variable europea ha tenido un buen comportamiento en 2025, aunque con gran dispersión entre sectores y estilos. ¿Cómo valoran el momento actual del mercado europeo?

Desde la vuelta del verano hemos visto que las compañías vuelven a los fundamentales, a los beneficios. Aquellas compañías más globales, con negocios más globales,  vuelven a tener interés. Y es donde nos podemos encontrar una valoración más clara. 

En un contexto en el que EE. UU. lidera en crecimiento e innovación, ¿qué ventajas competitivas sigue ofreciendo Europa al inversor en renta variable?

La valoración de los mercados europeos sigue siendo notablemente más atractiva que la de Estados Unidos, especialmente en aquellos segmentos donde las valoraciones han quedado injustificadamente rezagadas. En los últimos años, los inversores han favorecido de forma clara a las compañías estadounidenses frente a las europeas, lo que ha generado una brecha significativa en el comportamiento relativo entre empresas comparables de ambos entornos.

En Europa contamos actualmente con un ambicioso plan de infraestructuras y un importante programa de rearme que, si bien ya están en marcha, todavía no se han traducido plenamente en beneficios empresariales. Si miramos atrás, cuando se implementó el Plan Marshall o la reunificación de Alemania, se produjo una fuerte entrada de capital —aproximadamente la mitad de lo que se prevé ahora en Europa— y, en aquel momento, el mercado europeo vivió un notable desacople respecto a Estados Unidos, registrando un gran impulso.

Por todo ello, el contexto actual podría ofrecer interesantes oportunidades de inversión en Europa.

¿Cree que estos catalizadores compensan los riesgos, tanto políticos como geopolíticos que hay en la región? 

En cuanto a los riesgos geopolíticos y políticos, en Europa tenemos una amplia variedad —son, de hecho, uno de los grandes clásicos del mercado—. Sin embargo, el mercado parece no tomarlos demasiado en serio en este momento: los ha dejado de lado, ya que los índices han seguido subiendo y las compañías han continuado mostrando buenos resultados.

Si consideramos que estos conflictos tenderán a moderarse, o que los riesgos políticos —aunque algunos, como el caso francés, puedan prolongarse en el tiempo— no se intensificarán, es razonable pensar en un entorno relativamente benigno para el crecimiento europeo.

Además, estamos viendo bajadas de tipos de interés, una inflación más contenida y un contexto que podría favorecer nuevamente a las compañías de calidad y crecimiento, tras un periodo en el que el sesgo value y las empresas infravaloradas habían sido las protagonistas.

EDM siempre ha apostado por compañías europeas de calidad, con balances sólidos y visibilidad de beneficios. ¿Ha cambiado algo en su definición de “calidad” después de este ciclo tan atípico?¿Cómo gestionan el riesgo de valoración en un mercado donde las compañías de calidad cotizan con primas elevadas?

La verdad es que el criterio de inversión en sí no ha cambiado. Lo que sí hemos observado en la cartera es un nivel de rotación más elevado de lo habitual; de hecho, hemos vivido rotaciones históricas.

Normalmente, la rotación en nuestra cartera suele situarse en torno al 20%, una cifra perfectamente razonable para una cartera concentrada, de convicción y con un enfoque en calidad. Sin embargo, en entornos como el de 2022 —muy similar al actual—, marcados por desajustes entre sectores, compañías y estilos de inversión, hemos tenido que incrementar significativamente esa rotación, llegando a niveles cercanos al 40%.

En cualquier caso, el criterio de selección sigue siendo el mismo: buscamos balances sólidos, equipos de gestión solventes, negocios comprensibles y con buena visibilidad. Esa filosofía no ha cambiado.

¿Y cómo gestionamos los riesgos? En primer lugar, a través de la propia composición de la cartera y del equilibrio entre los distintos tipos de compañías. Mantenemos exposición a empresas con un historial de crecimiento superior al de sus comparables o al del mercado, como es el caso de ASML, donde hemos visto un comportamiento extraordinario.

Otra parte de la cartera está enfocada en compañías más defensivas. No se trata de empresas que no crezcan, sino de aquellas cuyos resultados no dependen directamente del ciclo económico, sino de otros factores estructurales. Un buen ejemplo sería EssilorLuxottica, en el sector óptico: independientemente del entorno macroeconómico, la gente seguirá necesitando gafas. Además, en este caso concreto, la compañía cuenta con catalizadores adicionales, como el impulso de la inteligencia artificial aplicada a nuevos modelos de gafas de Meta, Oakley o Ray-Ban.

La incorporación de nuevas compañías la hacemos de forma gradual, construyendo posiciones poco a poco. En paralelo, reducimos exposición en aquellas que han tenido un comportamiento muy positivo —por ejemplo, ASML, que llegó a ser la primera posición de la cartera— una vez que alcanzan niveles que consideramos adecuados.

De este modo conseguimos mantener una cartera equilibrada, consistente y con una lógica interna clara, que tiende a replicar en el tiempo los resultados esperados de las compañías que la integran. Históricamente, eso se ha traducido en una rentabilidad media anual del entorno del 11-12%, en línea con nuestro objetivo.

¿Qué compañías han contribuido más positivamente al rendimiento del fondo en lo que va de año y cuáles han restado rentabilidad? ¿Cuál es la forma de actuar en ambos casos? 

En el caso de nuestro fondo español, uno de los principales contribuyentes a la rentabilidad este año ha sido Rheinmetall. El sector defensa, en general, ha tenido un comportamiento muy destacado y, curiosamente, una de las grandes preguntas ahora mismo es si este segmento sigue ofreciendo valor: ¿está barato?, ¿caro?, ¿aún tiene recorrido?

En nuestra opinión, Rheinmetall todavía no refleja plenamente el enorme plan de rearme que se está impulsando en Europa. Actualmente, su cotización recoge la inversión ya realizada, pero no los flujos de pedidos futuros que previsiblemente llegarán. Por eso, los múltiplos —como el PER— no reflejan aún el verdadero potencial de crecimiento. Seguimos convencidos de que el valor continúa teniendo recorrido. La compañía acumula una revalorización superior al 200% en lo que va de año y su aportación al fondo ha sido muy significativa. No obstante, hemos ido reduciendo gradualmente la posición a medida que el precio alcanzaba niveles más exigentes.

En el lado opuesto, encontramos dos casos diferentes. Por un lado, Novo Nordisk, que ha contribuido menos a la rentabilidad este año. Aun así, mantenemos plena convicción en su potencial a largo plazo. Creemos que el mercado de tratamientos contra la diabetes y, sobre todo, contra la obesidad, seguirá dominado por dos grandes actores: Eli Lilly & Co  y Novo Nordisk.

Por otro lado, un ejemplo de compañía en la que sí hemos cambiado nuestra tesis de inversión es Vinci . Se trata de una empresa francesa de infraestructuras que nos gustaba, pero cuyo perfil de riesgo se ha deteriorado con los problemas políticos que atraviesa Francia. En este contexto, el binomio rentabilidad/riesgo ya no nos parecía atractivo, por lo que decidimos salir de la posición. Es cierto que esta decisión ha tenido un impacto algo negativo en la rentabilidad del fondo, aunque muy limitado.

En cualquier caso, los errores o desviaciones que hemos tenido históricamente en la cartera de EDM Strategy han afectado muy poco al resultado global. Esto se debe, en gran parte, a nuestra disciplina en la gestión del riesgo y al trabajo conjunto del equipo gestor. Contamos con dos cogestores que comparten la toma de decisiones, lo que evita depender de una “estrella” individual y permite un equilibrio constante en el proceso de inversión.

¿Cuál es el actual nivel de liquidez que mantiene el fondo?¿Cómo equilibran la prudencia con la necesidad de estar posicionados?

Más que por prudencia, nuestra posición actual responde a niveles normales de liquidez. En condiciones habituales, el fondo suele mantener en torno a un 3-6% de liquidez, dependiendo de distintos factores de mercado. En este momento estamos cerca del 5%, lo que equivale prácticamente a estar plenamente invertidos.

Es cierto que, en momentos puntuales, puede haberse incrementado temporalmente la liquidez debido a movimientos tácticos o ajustes en la cartera. No obstante, en una cartera de convicción como la nuestra, la filosofía es mantener esos niveles de liquidez relativamente bajos, buscando siempre que el capital esté trabajando en las ideas en las que creemos.

Dado el peso que tienen las compañías de menor tamaño en las bolsas europeas, ¿Qué visión tienen actualmente sobre las compañías de pequeña y mediana capitalización en Europa? ¿Ofrecen un potencial de revalorización superior al de las grandes?

En nuestro caso, el enfoque del fondo se centra claramente en compañías globales que sean líderes en su sector, ya sea por su crecimiento, su capacidad de innovación o su posición competitiva, y que además tengan su sede central en Europa. Por tanto, la mayoría de las compañías en cartera tienden a ser grandes o muy grandes capitalizaciones.

Esto no significa que, en determinados momentos, no incorporemos empresas más pequeñas si presentan una oportunidad específica. Un buen ejemplo sería Viscofan, que opera en un nicho muy concreto —la fabricación de envolturas para productos cárnicos—, pero que es líder mundial en su segmento. Este tipo de compañías pueden tener cabida en el fondo, aunque sean relativamente pequeñas en comparación con el resto de posiciones.

Es cierto que el universo de small y mid caps europeas es muy amplio y heterogéneo: hay compañías excelentes, pero también mucha dispersión. Para que nos merezca la pena aumentar el peso en este tipo de valores, la prima de rentabilidad potencial debe ser realmente elevada.

Dicho esto, creemos que dentro del universo de grandes compañías europeas seguimos encontrando numerosas oportunidades de inversión atractivas. No hay que olvidar que muchas de las líderes sectoriales mundiales tienen su origen o su base en Europa, aunque a veces no se perciba así.