En medio de los cambios globales, las perspectivas de inversión para 2026 exigen mantener la cautela sin perder la ambición. Los expertos de AllianzGI señalan que el crecimiento de EE.UU. se enfrenta a desafíos debido a las tensiones en su andamiaje institucional y a valoraciones exigentes. En este contexto, las acciones vinculadas a la IA mantendrán su relevancia, aunque requerirán una selección más cuidadosa. Europa, China e India presentan oportunidades interesantes para diversificar las carteras de renta variable, con valoraciones atractivas.
La divergencia entre políticas monetarias e inflación acentúa la necesidad de una adecuada diversificación regional. Los mercados emergentes, favorecidos por bancos centrales más flexibles y un dólar más débil, pueden verse beneficiados, especialmente sus bonos. Los mercados privados siguen consolidándose como un componente clave de las carteras, con el crédito privado y las infraestructuras actuando como impulsores de valor a largo plazo y como palancas de transformaciones estructurales como la descarbonización y la digitalización. El éxito dependerá de una selección rigurosa de gestores y de un análisis disciplinado.
Perspectiva macroeconómica
Christian Schulz, economista jefe, señala que “la economía mundial entra en 2026 todavía condicionada por las secuelas de las guerras comerciales”, y se prevé que el crecimiento solo se modere ligeramente, hasta alrededor del 2,7 %. El ciclo inversor impulsado por la inteligencia artificial, junto con políticas económicas proactivas, actuará como elemento de apoyo. Según Schulz, “la inflación en Estados Unidos repuntará por encima del 3 %, mientras que en Europa y Asia las presiones serán más contenidas, lo que abrirá la puerta a recortes de tipos”.
Aunque los riesgos geopolíticos siguen siendo elevados, “la tentativa de distensión en Oriente Próximo constituye un punto positivo”. Estados Unidos y China continuarán liderando la revolución de la IA, con efectos indirectos que se acelerarán en otras regiones. Las valoraciones en tecnología y en ciertas actividades financieras menos reguladas justifican la cautela, pero “unos tipos de interés más bajos y un apalancamiento privado moderado reducen el riesgo de inestabilidad sistémica”.
Schulz añade que “2026 pondrá a prueba la resiliencia institucional, la flexibilidad política y la capacidad de adaptación a un mundo más fragmentado”. Los inversores deberán prestar atención a “los avances tecnológicos que ampliarán la inversión más allá del sector tecnológico estadounidense y de algunas regiones de Asia. Combinados con políticas monetarias y fiscales más flexibles, estos factores deberían sostener la resiliencia global pese a los desafíos sobre pilares como la independencia de los bancos centrales y el libre comercio”.
Estrategia de renta variable
Michael Heldmann, director de inversiones en renta variable, considera que Europa ofrece un entorno más favorable que Estados Unidos, gracias a unos menores niveles de concentración y valoraciones más atractivas. Apunta que “las acciones europeas presentan precios más razonables en todos los sectores, lo que las hace interesantes tanto por valor como por crecimiento”.
En cambio, las acciones estadounidenses muestran “valoraciones elevadas y una concentración extrema”, lo que exige una mayor selectividad. Heldmann identifica India como un mercado especialmente destacado, con “una demografía favorable, una infraestructura digital en expansión y unos fundamentos sólidos”. Sobre China, afirma que representa “una oportunidad a largo plazo, con amplio potencial, liderazgo en innovación y apoyo político”. Las tres regiones —Europa, India y China— configuran, en su opinión, “un marco de asignación atractivo para afrontar el nuevo orden mundial”.
Renta fija
Jenny Zeng, directora de inversiones en renta fija, anticipa “un entorno favorable” para esta clase de activo, apoyado en la evolución desigual de la inflación, el crecimiento y las políticas monetarias. Esto generará oportunidades tanto en la gestión de la duración como en el posicionamiento crediticio dentro de carteras activas. Aunque “los diferenciales de crédito, que se mantienen en un margen muy estrecho, requieren vigilancia”, especialmente en sectores sensibles a los tipos, Zeng considera que la probabilidad de riesgo sistémico es baja.
Subraya la importancia de “una gestión activa, la diversificación regional y un control riguroso de la liquidez y los riesgos”. Además, destaca que “los mercados emergentes y Asia constituyen destinos de inversión muy atractivos a medio y largo plazo, gracias a la mejora estructural de sus fundamentos macroeconómicos”.
Multiactivos
Gregor MA Hirt, director de inversiones en multiactivos, describe 2026 como “un año de contrastes, en el que convivirán el optimismo y la cautela, y en el que los mercados podrían alternar entre la resiliencia y distintos reajustes”. En este escenario, destaca que “un enfoque ágil será esencial para gestionar la incertidumbre”, apoyándose en carteras bien diversificadas y en una gestión activa reforzada.
Hirt adopta una postura “más prudente” respecto a la renta variable estadounidense debido a la elevada concentración del mercado, las valoraciones exigentes y los riesgos de estanflación, a su juicio infravalorados. Europa, en cambio, presenta “unas perspectivas más favorables”. Su visión también favorece la deuda de mercados emergentes, apoyada en un dólar más débil, una demanda interna sólida y políticas fiscales y monetarias relativamente disciplinadas.
Asimismo, recomienda “replantear la exposición al dólar estadounidense” y avanzar hacia una mayor diversificación en otras divisas y bonos regionales. En cuanto a la volatilidad, la considera “una clase de activo independiente” y advierte de que la elevada dispersión y las correlaciones reducidas entre valores pueden ocultar riesgos más profundos.
Mercados privados
Marta Pérez, directora de inversiones en infraestructuras, y Sebastián Schroff, director de inversiones en crédito privado y capital riesgo, señalan que, de cara a 2026, los mercados privados continúan siendo un pilar clave del rendimiento a largo plazo de las carteras. Según explican, se observa una mayor madurez en los mercados secundarios, un incremento de la diversificación entre estrategias y regiones, una ampliación de la brecha de resultados entre gestores, un crecimiento de la participación de clientes particulares y un contexto macroeconómico y geopolítico en reajuste constante.
Ambos destacan que el crédito privado y las infraestructuras se están consolidando como motores sólidos de creación de valor a largo plazo, al financiar la economía real y facilitar transformaciones estructurales como la descarbonización y la digitalización.
Subrayan, además, la importancia de “una selección rigurosa de gestores y un análisis disciplinado del riesgo”, especialmente en un entorno en el que la diferencia de rendimiento entre los mejores y los peores gestores continúa ampliándose.