“Europa cotiza en valoraciones mínimas históricas frente a Estados Unidos y el mercado no ha descontado el inminente cambio positivo”, explica. Entre los catalizadores, destaca una política monetaria más acomodaticia, la recuperación del ciclo económico global y el inicio de un ambicioso programa de reformas estructurales liderado por Alemania.
Schramm-Fuchs considera que Alemania está llamada a ser el motor de la transformación europea. “Alemania es, sin duda, la vanguardia en Europa”, asegura. El gestor señala que el nuevo gobierno alemán ha prometido un “otoño de reformas” con el objetivo de elevar el potencial de crecimiento estructural de su economía desde el actual 0,5% anual a más del 1%.
Ese impulso incluye un paquete de gasto en infraestructuras y la creación del fondo dotado con 100.000 millones de euros. Además, se están abordando cambios en el mercado laboral y reformas en pensiones que podrían materializarse en el plazo de un año.
El sentimiento de los inversores hacia Europa se encuentra en mínimos. “Muy pocos están posicionados para un nuevo mercado alcista europeo”, afirma Schramm-Fuchs. Recuerda que un repunte de interés a principios de año se desvaneció rápidamente, dejando de nuevo a Europa fuera del radar de los grandes capitales.
En paralelo, las valoraciones son muy atractivas. “En relación con Estados Unidos y con el mercado mundial, las valoraciones europeas están en mínimos históricos”, subraya. A esto se suma la baja liquidez relativa del mercado europeo, cuya capitalización de mercado es inferior a la de Nvidia, lo que podría provocar que “una oleada de capital genere un impulso muy rápido”.
Dentro de la estrategia sectorial, el gestor de Janus Henderson identifica varias áreas con alto potencial de revalorización.
En defensa, advierte que Europa mantiene una “vasta brecha entre las capacidades que necesita y las que realmente posee”. “El antiguo estándar de la OTAN exigía inventario de munición de artillería para 30 días de combate; actualmente, Europa tiene menos de un día”, explica.
En el sector bancario, cree que la historia todavía tiene recorrido: “Los balances están totalmente saneados y los retornos sobre el capital son excelentes y sostenibles, incluso con los recortes de tipos del BCE”.
Otro sector clave es el de semiconductores, especialmente las compañías de equipos que son “habilitadoras de la revolución de la IA”. Estas empresas, dice, poseen una posición “irremplazable” en la cadena de valor global.
También destaca la electrificación y las redes eléctricas. “La red europea fue construida en los años 60-80 y está al final de su vida útil. Necesita una inversión masiva para adaptarse a la nueva demanda de energía de los centros de datos y la IA”, advierte.
Entre los mercados europeos, España ocupa un lugar especial en la visión del gestor. “Es una de las economías principales de Europa con mayor crecimiento, si no la que más”, asegura. El mercado de valores español se encuentra, además, en máximos relativos de entre 5 y 7 años frente al conjunto del mercado europeo.
En su análisis, resalta tres áreas: utilities, infraestructuras y banca. Sobre las primeras, afirma que Iberdrola es “la mejor empresa de servicios públicos de Europa, especialmente expuesta a las tendencias de electrificación”. Asimismo, subraya el atractivo de las compañías de infraestructuras con fuerte exposición a Estados Unidos y la solidez de la banca española, con “dos o tres entidades excelentes” en el panorama europeo.
La filosofía de inversión de Schramm-Fuchs se apoya en identificar compañías con “una tasa de cambio positiva y subestimada”, acompañada de una rigurosa evaluación de la calidad del equipo directivo y la gobernanza.
En cuanto al horizonte temporal, cree que “ahora es un buen momento” para entrar en Europa, recordando que el cuarto trimestre suele beneficiarse del tradicional rally de Navidad. Pero, sobre todo, mantiene una visión a 12-18 meses basada en la mejora del PIB global y en las reformas estructurales europeas.
“La narrativa no es hacer a Europa grande de nuevo, sino hacer a Europa mejor de nuevo”, concluye. Un progreso modesto pero suficiente, en su opinión, para impulsar el mercado desde “puntos de partida mínimos históricos” hacia un nuevo ciclo alcista.