En primer lugar, es importante reconocer que las cosas han cambiado. Lo que nos funcionaba en el proceso de selección de títulos ya no lo hace, y probablemente no lo hará en varios años. La inversión en las mejores compañías con las mejores trayectorias de crecimiento ha sido un buen enfoque en los últimos diez años.

Pero creo que esta última década ha sido demasiado fácil. Si los inversores particulares se emocionan y comienza a proliferar el trading intradía con aplicaciones como Robinhood, eso ya quiere decir algo.

De cara al futuro, lo más probable es que resulte más complicado generar una buena rentabilidad y que cambien los factores que la impulsan. Por ejemplo, ya no es posible mantener la inversión en las compañías de más rápido crecimiento sin tener en cuenta los beneficios. Creo que estamos ante el regreso de los fundamentales.

Algunos afirman que la caída actual es una corrección de las elevadas valoraciones de las compañías de crecimiento. Esta afirmación es correcta en términos generales, pero también es incompleta. Los fundamentales de las compañías que han registrado las caídas más acusadas habían quedado por debajo de las expectativas, mientras que aquellas empresas que mantuvieron unos fundamentales sólidos lograron resistir mejor a las caídas.

Todas las compañías han caído, pero eso no significa que todas ellas sean malas inversiones. Pensemos en un ejemplo: en el mercado bajista del año 2000, Amazon y Pets.com registraron caídas superiores al 80%. Pets.com acabó convirtiéndose en un ejemplo de euforia irracional, porque la compañía desapareció, mientras que Amazon acabó convirtiéndose en... Amazon.

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Creo que es el momento de hacer borrón y cuenta nueva, centrarse en los fundamentales y concentrar la cartera de inversión. De desechar sin miramientos a aquellas compañías que nos generen dudas e invertir únicamente en nuestras mayores convicciones. De separar el grano de la paja.

Podría tratarse de compañías de crecimiento de los sectores de semiconductores, servicios en la nube o búsquedas, por ejemplo. Pero también podríamos estar hablando de empresas más orientadas hacia el valor, como las compañías de los sectores de defensa, seguros o energía.