Las tres Cs que indican el camino a la inversión en renta variable emergente

El año no comenzó bien ante el temor del efecto que podía provocar en estas regiones las políticas arancelarias del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. De hecho, esta clase de activos cayó con fuerza en las jornadas en torno al “Día de la liberación” en abril. 

Sin embargo, los índices de bolsa emergente han repuntado con fuerza desde ese momento y tal como explica en una entrevista Álex Smith, director de especialistas en renta variable de Aberdeen Investment para Asia Pacífico, “desde principios de año, los índices de renta variable emergente acumulan subidas de entre el 20% y el 30%, atrayendo la atención de analistas y gestores de fondos”. 

La pregunta que se hace el mercado es si este movimiento es un rebote táctico o del inicio de un nuevo ciclo estructural. En opinión de Smith, “para responder a esta pregunta, conviene observar tres fuerzas fundamentales que están convergiendo y reconfigurando el atractivo de estos mercados: Carry, Capex y valoración (Cheap)”. Las tres Cs (en inglés) que podrían estar marcando el inicio de una nueva etapa de liderazgo para las economías emergentes.

Carry: Fortalezas monetarias en un mundo de debilidad estructural

El primero de estos pilares es el carry, o el diferencial de tipos de interés reales entre países. Durante gran parte de la última década, los mercados desarrollados ofrecieron tipos bajos o negativos, mientras que muchos emergentes mantuvieron políticas monetarias ortodoxas, con tasas altas y disciplina fiscal. En 2025, este diferencial vuelve a ser relevante.

En este sentido, Smith apunta que “hemos atravesado un largo periodo en el que los mercados emergentes han mostrado mucha sensatez, lo que ha respaldado la fortaleza de la moneda y el debilitamiento del dólar”. El experto añade que ahora estamos en una situación marcada por “estos factores estructurales que respaldan el debilitamiento del dólar y un Gobierno estadounidense que, aunque no lo dice explícitamente, quiere un dólar más débil”

Precisamente, esa debilidad de la divisa estadounidense ha dado oxígeno a las monedas emergentes. A diferencia de ciclos anteriores, en los que una caída del dólar obedecía a una política monetaria ultraexpansiva, esta vez el fenómeno está asociado a un cambio estructural. Como explica el experto de Aberdeen Investments, “durante décadas, los países emergentes exportaban a EE.UU. y reinvertían sus excedentes en activos financieros estadounidenses, lo que sostenía al dólar. Ahora, bajo una agenda más proteccionista, EE.UU. está incentivando que ese capital se reinvierta internamente, en infraestructura o defensa. Esto debilita al dólar y fortalece las monedas emergentes.”. 

Bajo presión geopolítica y con incentivos fiscales distintos, los países están comenzando a repatriar capital. Esta reconfiguración favorece a los activos denominados en monedas emergentes y mejora su perfil de riesgo-rentabilidad.

Capex: El regreso de la inversión real favorece a los exportadores de recursos

La segunda “C” es el gasto en capital físico (capital expenditure o capex), un motor históricamente ligado al comportamiento de los activos emergentes. Smith recuerda que que “estas economías concentran aproximadamente el 75% del territorio y el 80% de la población mundial, además de ser proveedoras clave de materias primas, energía y manufactura básica”.

En los últimos años, la inversión global en la economía real había quedado rezagada frente al capital dirigido a activos financieros. Sin embargo, la reindustrialización de EE.UU., el desarrollo de cadenas de suministro resilientes y la transición energética están reactivando el gasto en infraestructura, energía y producción industrial.

Este giro beneficia directamente a los países emergentes, no solo como proveedores de recursos, sino también como eslabones fundamentales en las cadenas globales de valor. “La relocalización industrial —especialmente en EE.UU. y Asia— está reactivando el gasto en infraestructura, producción y recursos naturales. Los emergentes, que concentran la mayoría de los recursos del planeta, se benefician directamente de este repunte. Lo vimos en ciclos anteriores y estamos empezando a ver señales de que ese patrón se repite”, señala Smith.

3. Valoración: Una oportunidad en términos relativos e históricos

La tercera “C” es probablemente la más visible para los inversores: las valoraciones. Hoy, los mercados emergentes cotizan a múltiplos significativamente inferiores a los de sus pares desarrollados. Según datos recientes, el índice MSCI EM se encuentra cerca de una desviación estándar por debajo del MSCI World en términos de precio/beneficio.

Este diferencial refleja tanto el escepticismo acumulado en la última década como la falta de flujos relevantes hacia la clase de activo. Sin embargo, ese mismo escepticismo crea una oportunidad. “Yo diría que hay algunas áreas caras, pero no demasiadas, la verdad. La India es el país donde las valoraciones se dispararon un poco el año pasado. Las valoraciones chinas siguen siendo increíblemente atractivas”.

En el caso chino, a pesar de la debilidad del sector inmobiliario y los retos del consumo interno, sectores como los vehículos eléctricos, la robótica o la inteligencia artificial muestran tasas de crecimiento excepcionales. La reorientación del crédito hacia la industria está empezando a dar frutos, aunque aún conviven en la economía fuerzas contradictorias.

¿Estamos ante un nuevo ciclo?

“La historia nos muestra que cuando los emergentes comienzan a superar al resto, suelen hacerlo durante ciclos prolongados. Además, los problemas de fondo en los mercados desarrollados —deuda pública, desequilibrios fiscales— no se resuelven de un año para otro. Los emergentes parten hoy desde una posición más sólida en términos macroeconómicos”, apunta el experto de Aberdeen Investment 

Las “tres C” no son solo argumentos tácticos. Representan una narrativa coherente: una mejora del perfil macroeconómico, un entorno geopolítico que favorece la inversión en economía real, y una valoración relativa que ofrece margen de revalorización.

Los inversores institucionales aún no han girado en masa hacia los emergentes, pero las señales son claras. Si el ciclo se confirma, puede que estemos ante una de las mejores ventanas de entrada en una década.