La impactante invasión rusa de Ucrania está teniendo consecuencias terribles, y nuestros pensamientos están con los millones de personas afectadas. Como inversores especializados en cambio climático, también tenemos que considerar el impacto del conflicto en la transición energética y el desafío climático global. A continuación, exponemos nuestro análisis sobre las implicaciones de estos tres temas, aunque cabe señalar que la situación actual sigue siendo muy volátil.

Energía: la guerra ha reconfigurado la política energética

La guerra ha puesto de manifiesto las deficiencias del sistema energético europeo. Rusia es el mayor proveedor de gas, petróleo y carbón de la UE, con un 45%, 27% y 46% de las importaciones respectivamente.

Las agresiones del presidente Putin han desencadenado una rápida y fundamental remodelación de la política europea de energía, en la que la seguridad energética es ahora la principal preocupación del continente. A corto plazo, todas las opciones están sobre la mesa, incluida la ampliación del uso de la generación de energía con carbón y la posible intervención en el mercado del carbono.

Sin embargo, esto no debe interpretarse como que la transición energética ha pasado a un segundo plano, ni mucho menos. La sostenibilidad y la resiliencia pueden ir de la mano cuando se trata de la energía, ya que la descarbonización y la electrificación del sistema energético es una forma de acabar con la dependencia energética de Rusia. La meta lógica del cero neto siempre significó avanzar hacia la generación de energía 100% renovable en Europa, por lo que, si bien ese objetivo no ha cambiado, esta crisis ha creado un impulso adicional para avanzar hacia un futuro libre de combustibles fósiles más rápidamente.

La Comisión Europea pretende reducir la dependencia de la UE del gas ruso en dos tercios para finales de 2022 y ser totalmente independiente de todos los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030.

Las medidas a corto plazo se centran en la diversificación del suministro de gas, la garantía de que las reservas de gas de Europa se llenan antes del próximo invierno y la protección de los consumidores y empresas vulnerables contra la subida de los precios de la electricidad. Por otro lado, las medidas estructurales se centran en la transición energética: acelerar el desarrollo de las energías renovables, electrificar los sistemas de calefacción mediante el despliegue de bombas de calor, aumentar los objetivos a corto plazo del hidrógeno verde y abordar la eficiencia energética de los edificios.

Estos mercados no pueden acelerarse de la noche a la mañana (por ejemplo, se necesitan de tres a cinco años para desarrollar un parque eólico marino), pero ahora parece haber un verdadero impulso para eliminar los obstáculos de procedimiento que han estado frenando estas tendencias.

Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo del Pacto Verde Europeo, resumió la nueva postura de la UE: "Ha llegado el momento de hacer frente a nuestras vulnerabilidades y de acelerar nuestra independencia energética. Vamos a lanzarnos a la energía renovable a la velocidad del rayo. Las energías renovables son una fuente de energía barata, limpia y potencialmente interminable, y en lugar de financiar la industria de los combustibles fósiles en otros lugares, crean puestos de trabajo aquí. La guerra de Putin en Ucrania demuestra la urgencia de acelerar nuestra transición energética limpia". 

El impacto de la inflación de las materias primas

En esta nueva realidad energética, las herramientas de descarbonización -turbinas eólicas, cables de alta tensión, paneles solares, vehículos eléctricos (VE), almacenamiento de energía, bombas de calor- son más necesarias que nunca. Pero la crisis también está agravando el coste y la disponibilidad de algunas de las materias primas necesarias para fabricar estas tecnologías.

El precio del níquel (ampliamente utilizado en las baterías de los vehículos eléctricos) y del aluminio (utilizado en los marcos de los paneles solares, en el cableado y en los vehículos eléctricos) ha aumentado a medida que se ha desarrollado la crisis de Ucrania y Rusia. La energía es un coste clave para estos metales (especialmente el aluminio) y Rusia es responsable del 7% de las exportaciones mundiales de níquel y de alrededor del 6% de las exportaciones mundiales de aluminio, por lo que existe un riesgo significativo de interrupción del suministro.

Los precios del aluminio han subido más de un 20% en lo que va de año, tras haberse disparado casi un 50% en 2021. Los precios del níquel se dispararon drásticamente cuando la preocupación por la interrupción de las exportaciones rusas se vio agravada por el hecho de que un productor de metales chino cubrió su posición corta.  

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Todo esto supone nuevos retos en forma de costes para las empresas vinculadas a la transición energética, que ya han tenido que lidiar con el aumento de los costes tras la pandemia, especialmente en áreas como el acero y la logística.

La cuestión más importante es si el aumento de los precios afecta a la viabilidad económica de estas tecnologías (dejando de lado las prioridades geopolíticas por un momento). Dado que los precios de la energía en Europa van a seguir subiendo durante más tiempo, la construcción de nuevas energías renovables seguirá siendo la opción más barata, aunque sus precios se hayan incrementado para reflejar el aumento de los costes.

El aumento de los precios de la gasolina mejora la ecuación de gasto en cuanto a la tenencia de vehículos eléctricos frente a los de combustión interna, lo que ayuda a compensar con creces el impacto del aumento de los precios de las baterías y la electricidad. Sin embargo, la contracción de los ingresos de los consumidores es negativa para la demanda de automóviles en general, por lo que, aunque los argumentos estructurales a favor de los vehículos eléctricos no se ven mermados por la crisis, el sector se enfrenta a retos cíclicos. El panorama se complica aún más por el hecho de que la escasez de semiconductores tras la pandemia limitó la oferta de automóviles el año pasado, por lo que es posible que la demanda reprimida se vea compensada. En general, seguimos esperando que el mercado europeo de vehículos eléctricos crezca a partir de 2022. 

Por último, los elevados precios del gas también han impulsado la paridad del hidrógeno verde y gris años antes de lo previsto. Dado que no esperamos que los precios del gas se reduzcan pronto, esto mejora los argumentos económicos para crear hidrógeno a partir de electrolizadores alimentados por electricidad renovable.   

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Acción política

Es revelador que dos importantes anuncios sobre el clima hayan pasado recientemente casi desapercibidos. El IPCC publicó su último informe, en el que advertía del rápido cierre de la oportunidad para preparar al mundo para adaptarse al cambio climático.

En una nota más positiva, en un acuerdo aclamado como el mayor desde el Acuerdo de París, casi 200 países acordaron trabajar para desarrollar un marco para reducir los residuos de plástico en todo el mundo. Un mundo dividido y distraído no favorece los esfuerzos para hacer frente al calentamiento global. Sin embargo, el hecho de que la descarbonización y la electrificación se alineen tan estrechamente con el nuevo plan para crear independencia energética de Rusia significa que, en la práctica, la política sigue empujando en la dirección de abordar el cambio climático.

El corto plazo sigue estando plagado de incertidumbres, y algunos de los vientos en contra a los que se enfrentan ciertas áreas del mercado van a ser severos durante más tiempo. Las empresas con balances sólidos estarán mejor situadas para resistir las presiones a corto plazo. A medio plazo, el mensaje clave es la aceleración de la transición energética.

En los dos últimos años, el aumento de políticas de cero emisiones netas mostró que el mundo estaba despertando a la necesidad de abordar el cambio climático, pero el progreso real de la descarbonización fue dolorosamente lento.

Tal vez la terrible guerra de Putin y la imperativa necesidad de seguridad energética sean el catalizador definitivo de la revolución energética.