La innovación en el sector sanitario está en su punto álgido. El entorno macroeconómico fue lo que más preocupó el año pasado a los inversores, pero la innovación es, en última instancia, lo que impulsa la creación de valor a largo plazo.

En los últimos años, las compañías farmacéuticas han invertido mucho en el descubrimiento de medicamentos, lo que ha hecho que se estén desarrollando nuevas líneas de tratamientos pioneros para abordar algunos de los mayores problemas de salud del mundo. Eli Lilly y Novo Nordisk, por ejemplo, han desarrollado tratamientos contra la obesidad con potencial para lograr una reducción de peso de hasta un 25%. AstraZeneca se ha convertido en una compañía líder en el ámbito de la oncología, con terapias avanzadas contra el cáncer de pulmón, vejiga y mama.

La secuenciación genética es otra importante innovación con importantes consecuencias en la salud y la inversión. En el futuro podríamos ser capaces de combinar la secuenciación con intervenciones genéticas para ofrecer una medicina personalizada y de precisión. Imaginemos, por ejemplo, la posibilidad de sustituir los genes defectuosos o ausentes por otros sanos.

En mi opinión, ese futuro no está muy lejos. También me parecen muy interesantes las oportunidades que existen en el sector de los servicios sanitarios. En Estados Unidos, la mayoría de los médicos trabajan en un modelo tradicional de pago por servicio y reciben su remuneración en función del volumen de trabajo. Pero algunas compañías como UnitedHealth y Humana están optando por nuevos modelos de pago, que remuneran a los médicos por mantener sanos a sus pacientes.

Estos modelos tratan de lograr el llamado «objetivo cuádruple» de la asistencia sanitaria: mejores resultados, mayor grado de satisfacción de los pacientes, mayor satisfacción del profesional sanitario y un coste inferior per cápita. La consecución de estos cuatro objetivos es ya una posibilidad real.

Las terapias génicas podrían redefinir el futuro de la sanidad

capitalgroup