A finales de diciembre de 2022, el Banco de Japón sorprendió a los mercados financieros relajando su política de control de la curva de tipos. La entidad amplió la banda en torno a cero para el rendimiento de la deuda pública japonesa a diez años de +/-25 puntos básicos (pb) a +/-50. Ello se produjo en un momento en el que los participantes del mercado se preparaban para las vacaciones y el mercado no registraba mucha actividad.

Tras el anuncio, el rendimiento de la deuda pública a diez años subió del 0,25% a más del 0,40%, el yen japonés se revalorizó un 4% y el índice Nikkei 225 cayó un 2,5%. A pesar del cambio, el Banco de Japón no abandonó su política de control de la curva y continúa interviniendo con fuerza para mantener el control del mercado de tipos. De hecho, ha aumentado las compras mensuales de deuda pública de 7,3 a 9 billones de yenes.

Este ajuste de la política de control de la curva no soluciona los problemas a largo plazo a los que se enfrenta el país, aunque el Banco de Japón señaló que el fin de la medida era abordar el impacto negativo que está teniendo esta política en las instituciones financieras y el funcionamiento del mercado. No parece probable que la ampliación en 25 pb de la banda en la que la entidad permite que coticen los títulos a diez años vaya a solucionar los problemas de inflación, que se sitúan en los niveles más elevados de las últimas décadas, ni a aliviar el mal funcionamiento del mercado.

En su lugar, esta medida podría abrir el camino a nuevos ajustes a la política de control de la curva de tipos de Japón, así como a su política de tipos de interés negativos, que podría resultar aún más perjudicial para el sistema financiero. Dicho esto, el cambio sería gradual y no parece probable que vaya a llevar a un ciclo de endurecimiento de la política monetaria, dada la incertidumbre existente en torno a la sostenibilidad de la inflación y el frágil entorno externo.

La magnitud y la rapidez con la que el Banco de Japón decida normalizar su política dependerán de varios factores. El primero de ellos se refiere a la próxima revisión salarial, que puede servir como indicador de la dirección futura de las presiones inflacionistas. En segundo lugar, si la inflación estadounidense acaba siendo más persistente de lo esperado, el yen podría debilitarse, lo que ejercería más presión sobre el Banco de Japón. Además, el mandato del gobernador de la entidad, Haruhiko Kuroda, termina en abril, y la opinión al respecto del próximo gobernador será crucial.

La deuda pública japonesa subió con fuerza tras el ajuste a la política de control de la curva de tipos de los títulos a diez años

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La inflación se sitúa en los niveles más elevados de las últimas décadas

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