Este año ha traído consigo duras advertencias sobre los devastadores impactos que podría tener el cambio climático. Analizamos lo que esto significa para la inversión en recursos como los alimentos, el agua y la energía.

La presión sobre el sistema alimentario e hídrico mundial está aumentando como consecuencia del cambio climático, pero el tiempo para hacer frente a sus consecuencias potencialmente desastrosas se está agotando.

Cada vez son más frecuentes las nuevas advertencias sobre el aumento de la temperatura global. Por ejemplo, la Organización Meteorológica Mundial estimó recientemente que la Tierra tiene casi un 50% de probabilidades de sobrepasar temporalmente el límite de los 1,5ºC para limitar el cambio climático antes de 2026.

Mientras tanto, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dejó claro que ya estamos viendo los impactos irreversibles del cambio climático. También destacó que, si no se toman medidas significativas e inmediatas, en todos los sectores y países, es probable que las consecuencias sean catastróficas.

Es necesaria la rápida eliminación de las emisiones de metano y del uso del carbón, así como un aumento masivo de las inversiones de capital para la transición a un mundo con bajas emisiones de carbono y, la captura de carbono y la reforestación. Si no se toman estas medidas, se producirá un rápido aumento del nivel del mar, un incremento de los fenómenos meteorológicos extremos, la destrucción de hábitats y un empeoramiento del suministro de alimentos en el mundo.

Más del 40% de la población mundial es "altamente vulnerable" al cambio climático, según el IPCC. Se espera que la población mundial supere los 10.000 millones de personas en 2050, lo que requerirá producir un 70% más de alimentos y agua en comparación con los niveles de 2010 (Fuente: FAO, USDA, OCDE, Our World in Data), y un aumento similar del consumo energético.

La forma en que lleguemos a ese punto y, en concreto, los cambios que hagamos en la próxima década, definirán el futuro de nuestro planeta.  

Las soluciones basadas en la naturaleza y la tecnología desempeñarán un papel crucial

Un punto clave del informe del IPCC es que tenemos que dejar de pensar en el cambio climático como un problema aislado que puede resolverse simplemente compensando o reduciendo las emisiones de carbono. El medio ambiente está intrínsecamente interrelacionado a nivel global, y el uso de la tierra en general es una variable clave.

Los modelos climáticos elaborados por el IPCC y otras organizaciones similares tienen en cuenta ciertos usos del suelo y la estabilización natural del carbono en ecosistemas como las turberas, los bosques y los océanos. Los estabilizadores naturales del medio ambiente se están destruyendo a un ritmo alarmante y se están acercando a un punto de inflexión en el que los vínculos de retroalimentación negativa harán que estos recursos naturales esenciales se degraden irremediablemente.

La producción de alimentos representa el 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 65% del uso de agua dulce y el 40% del uso de la tierra, según la FAO, y la producción de alimentos a menudo se realiza cerca de ecosistemas estabilizadores clave, como los océanos o las selvas tropicales, o incluso los utiliza. El IPCC subraya que necesitamos que las prácticas de las empresas no sólo reduzcan al mínimo el daño medioambiental que infligen, sino que realmente fomenten la recuperación de estos bienes naturales.

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Si el sistema alimentario adoptara ciertas prácticas de uso de la tierra sería enormemente beneficioso para la mitigación del cambio climático. Entre esas prácticas se encuentran los cultivos intercalados (más de un cultivo en estrecha proximidad), el uso de cultivos de cobertura de invierno para fomentar suelos con mayor contenido orgánico y el aumento del uso de inputs orgánicos.

La silvicultura y los biocombustibles también se utilizan cada vez más para compensar o sustituir las emisiones de carbono del sistema energético y de transporte. Si no se gestionan correctamente, ambas actividades supondrán una mayor presión sobre el uso de la tierra y los estabilizadores naturales. Esto pone de manifiesto la importancia de las soluciones y tecnologías basadas en la naturaleza que pueden mejorar el rendimiento y la eficiencia de los recursos en la forma en que producimos cosas esenciales como los alimentos y la energía.

¿Qué papel desempeñan los inversores?

Los cambios en las cadenas de valor de la energía, los alimentos y el agua van a suponer una enorme reasignación de capital: más de 130 billones de dólares en los próximos 30 años, según las estimaciones del BloombergNEF, el Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus siglas en inglés) y la ONU. Tradicionalmente, este tipo de cambio de capital ha supuesto un catalizador para el precio de las acciones de las empresas que han logrado generar rentabilidad a partir de un mayor gasto de capital.

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Vemos varios impulsores y fuentes de este capital, y el informe del IPCC destaca que necesitamos que las soluciones y los impulsores del cambio sean tan amplios como los problemas a los que nos enfrentamos.

Sin embargo, la solución para los inversores no es tan sencilla como desprenderse de ciertas empresas o tomar una o dos posiciones simbólicas en "campeones ASG". Se trata de una tendencia de varias décadas que se generalizará y requerirá una perspectiva de inversión que gestione los matices dentro de los subsectores constituyentes más influyentes de los sistemas cambiantes y las interconexiones entre ellos.

Como inversores en temas de transición alimentaria y energética, nuestro objetivo es seguir un enfoque de tres pilares para la sostenibilidad:

1) Crear un universo de posibles empresas invertibles que cubra toda la cadena de valor en estas áreas temáticas, sin dejar de centrarse en el problema que estas inversiones intentan resolver;
2) Análisis ASG y de sostenibilidad empresa por empresa, para garantizar que diferenciamos a las empresas por su forma de operar, así como por su propósito empresarial;
3) Compromiso e interacción, tanto con las empresas en las que invertimos, como con las que ofrecen los productos y servicios que necesitamos.

Otro mensaje importante del informe del IPCC es que debemos evitar la "mala adaptación" que tiene consecuencias negativas no deseadas.

En su lugar, el informe aboga por una política y una inversión, que anime a las empresas a gestionar toda la gama de necesidades y resultados de las partes interesadas, incluida la justicia social. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ofrecen una forma tangible de evaluar qué empresas están equilibrando los objetivos medioambientales más amplios con los objetivos sociales importantes.

Asimismo, el informe ofrece una advertencia sobre los peligros de la inactividad, y deja claro que sólo hemos visto el principio del cambio necesario en sistemas como la energía, los alimentos y el agua. En general, la inversión en los sectores de la agricultura y la tierra va a tener que aumentar entre tres y seis veces con respecto a los niveles actuales para poder mitigar eficazmente el cambio climático.

Los inversores, las empresas, los gobiernos y las organizaciones como el IPCC deben asegurarse de que los datos, la inversión de capital y la regulación estén alineados para impulsar eficazmente los cambios que necesitamos antes de que sean aún más costosos y difíciles de realizar.