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Dentro del mundo de la inversión en ESG, 2022 va a ser un año de cambio. Abriéndose paso con éxito y tras varios años de fuerte crecimiento, la industria ha estado trabajando a pleno rendimiento para implementar los conceptos que serán clave para el nuevo régimen de MiFID.

A partir de agosto, los inversores minoristas europeos podrán esperar que su asesor financiero les haga preguntas sobre sus preferencias de sostenibilidad. Estas cuestiones, según el regulador europeo, deberían centrarse en tres cuestiones: Las Principales Incidencias Adversas (PIA) de sus inversiones en cuestiones ambientales y sociales, la proporción de “inversiones sostenibles”, y las inversiones alineadas a la taxonomía de la UE, en un determinado producto de inversión. La forma en la que esto se aplicará en la práctica en cada país sigue sin resolverse, ya que los distribuidores todavía están determinando sus enfoques, y los reguladores nacionales en algunos casos están añadiendo el llamado “chapado en oro” (es decir, requisitos añadidos) a la normativa de la UE.

Al mismo tiempo, las demandas a los inversores institucionales con respecto a la ESG siguen aumentando tanto en número como en complejidad. A corto plazo, esto es especialmente de actualidad en el ámbito de la descarbonización de carteras y los compromisos con las emisiones netas cero, pero las cuestiones sociales y la biodiversidad son temas importantes en el horizonte, los cuales requerirán atención.

En el momento de redactar este documento, la invasión de Ucrania por las fuerzas rusas y los efectos secundarios de las sanciones en los mercados energéticos están planteando interrogantes acerca de la naturaleza de los factores ESG y la capacidad de las estrategias ESG para superar a los de los distintos escenarios del mercado. En Nordea AM, creemos que este es el momento de reiterar que ESG, en términos generales, no significa una garantía de rendimientos mayores –ni menores– durante un período de tiempo determinado.

En situaciones caracterizadas por la rigidez en el mercado de los combustibles fósiles, las estrategias que no poseen activos de petróleo y gas se verán desafiadas a mantener el ritmo. Cuando los presupuestos de defensa repuntan, las estrategias que evitan estas acciones deben encontrar otras vías de inversión. Por otra parte, los inversores que por razones de ESG tenían una exposición baja o nula a Rusia han obtenido beneficios financieros y morales.

Sin embargo, aunque no todo el riesgo de ESG es financieramente material a corto plazo, la tendencia es que las metas de regulación y política cambien esto: Hace poco, la UE introdujo un reglamento sobre la diligencia exigida en la cadena de suministro, lo que hará que el entorno de las empresas que ignoran la biodiversidad y los derechos humanos sea cada vez más difícil. Del mismo modo, el hecho de que los precios del carbono y la regulación directa de las emisiones sean más altos queda fuera de debate. Y, por último, unos precios más altos de los combustibles fósiles en sí mismos apoyarán, junto con las consideraciones geopolíticas subyacentes, las decisiones adoptadas por los gobiernos nacionales para aumentar drásticamente el ritmo de las energías renovables que se están llevando a cabo.

En resumen, seguimos convencidos de que la gestión prudente del riesgo material de sostenibilidad financiera mejora la relación riesgo/rentabilidad a largo plazo. Sabemos por experiencia que nuestro análisis disciplinado y nuestra selección de instrumentos financieros tienen la capacidad de ofrecer un rendimiento sólido, incluso en tiempos difíciles. También somos conscientes de que, en algunos casos, las cosas a las que no se les puede poner un precio son importantes –y que esto es exactamente lo que el concepto de “doble materialidad” de la SFDR nos exige que abordemos.

Sobre esta base seguiremos ofreciendo a nuestros inversores y distribuidores una amplia gama de opciones en inversiones ESG: proporcionando los datos y la divulgación necesarios para cumplir los requisitos de SFDR y MiFID, abordando la necesidad de descarbonizar las carteras de inversión para generar un impacto real, y a su vez, procurando ofrecer un rendimiento de inversión superior.