Mi escenario de base para la economía estadounidense en 2024 es un crecimiento nominal más lento y la normalización de las políticas. Hay que tener en cuenta una serie de riesgos, como que la política monetaria afecte al crecimiento, que la madurez del ciclo empresarial provoque un deterioro del crédito y, que la agitación geopolítica aumente la incertidumbre económica. En este contexto, los esfuerzos de las empresas estadounidenses por recortar costes e impulsar la productividad podrían constituir importantes contrapartidas. El año que viene, la Reserva Federal (Fed) recompensará lentamente la mejora de la inflación subyacente y habrá que estar pendientes de las elecciones estadounidenses dados los grandes déficits fiscales existentes.

Cambio de tendencias en el consumo

En 2023, los consumidores estadounidenses se beneficiaron de una inflación más baja, un fuerte crecimiento del empleo y el vencimiento de la deuda en los balances del sector privado, lo cual ayudó a protegerles del impacto de unos tipos de interés más altos, al menos durante un tiempo. Pero en 2024, espero que el gasto de los consumidores se ralentice a medida que la reanudación de los pagos de la deuda estudiantil, el menor crecimiento del empleo, el aumento de las facturas energéticas y la desaparición de las ayudas fiscales frenen el crecimiento de la renta disponible de los hogares.

Los sectores de servicios, como los viajes, el ocio y el entretenimiento, se beneficiaron el año pasado de la liberación de la demanda acumulada de los consumidores, pero creo que la recuperación del consumo ha terminado. Asimismo, considero que cabe esperar una ralentización del gasto público, ya que se han agotado algunos de los fondos excedentarios que los gobiernos estatales y locales recibieron del gobierno federal durante la pandemia.

Por otro lado, el gasto de inversión, un área con margen de crecimiento podría registrar algunos beneficios si la claridad de las expectativas económicas mejora lo suficiente como para motivar a las empresas que han estado conteniéndose. La escasez de mano de obra, un reto económico a largo plazo incentivará a las empresas a invertir en tecnología de automatización y otras herramientas que puedan ayudar a reducir los costes laborales. Un área de interés es, por supuesto, la inteligencia artificial generativa (IA). Aunque no está claro a qué ritmo aprovecharán las empresas los beneficios de esta tecnología, la amplitud de sectores que podrían aprovechar la IA permite albergar esperanzas de un futuro más productivo a medio plazo.

El gasto de inversión también debería beneficiarse del fin del ciclo de reducción de existencias que ocupó a muchas industrias de la debilitada economía de bienes después de que se encontraran trabajando con el exceso de inventarios posterior a la pandemia. Además, la política industrial de EE.UU., incluidas las disposiciones de la Ley de Reducción de la Inflación, la Ley CHIPS y la Ley de Infraestructuras, han contribuido a desencadenar un aumento espectacular del gasto en construcción, incluidas nuevas plantas para la producción de semiconductores y para baterías de vehículos eléctricos y otras manufacturas asociadas a la transición energética. Aunque el gasto en construcción se ralentizará significativamente a medida que se desvanezca este repunte, la producción de estas fábricas podría impulsar el gasto en inversión.

Preocupación por la economía global y los márgenes de beneficio 

La evolución mundial en 2023 no facilitó las cosas para la economía estadounidense. La reapertura de China no logró impulsar el crecimiento global, ya que el sector inmobiliario arrastró el gasto interno y el ciclo mundial de reducción de existencias de bienes frenó los precios. La rígida inflación salarial mantuvo al Banco Central Europeo (BCE) en modo restrictivo, incluso cuando el crecimiento decepcionó en algunas partes de Europa. La guerra en Israel y Gaza se cobró miles de vidas y trajo consigo la amenaza de un conflicto más amplio en Oriente Medio. Los precios de la energía subieron bruscamente en los últimos meses, mientras el mundo se enfrentaba a la escasez de suministros y a dos guerras, ensombreciendo las perspectivas de la economía mundial y prolongando la lucha de los bancos centrales contra la inflación.

La debilidad de las economías de otros países, donde el sector manufacturero desempeña un papel más importante en el conjunto de la economía, frenó el crecimiento de las exportaciones estadounidenses. Dicho esto, es posible que estemos tocando fondo en la caída del sector manufacturero mundial, lo que debería traducirse en un aumento de las exportaciones estadounidenses.

Mientras tanto, aunque la rigidez de los mercados laborales es una característica de gran parte del mundo desarrollado, en EE.UU. ha surgido un equilibrio algo mejor entre la oferta y la demanda de mano de obra, ya que los inmigrantes han recuperado cuota de mano de obra en el país, reduciendo la presión al alza sobre los salarios. Esto, unido a la mejora de los cuellos de botella en la cadena de suministro, significa que las empresas han visto estabilizarse sus márgenes de beneficio incluso cuando los ingresos se han ralentizado, dado que los costes se desaceleran más rápidamente. Sin embargo, teniendo en cuenta nuestra previsión de que el crecimiento nominal se ralentizará aún más en 2024, es probable que las empresas encuentren un entorno más difícil en el frente de los márgenes. Es plausible que, tras las sólidas ganancias en el mercado laboral, el año que viene se produzca un aumento de la tasa de desempleo. Las empresas que se comprometan a recortar costes y ganar eficiencia en sus negocios deberían salir relativamente ganando.

Un gran año para la política 

La política monetaria es ahora restrictiva y su impacto se ha dejado sentir en la caída de la actividad inmobiliaria, en el aumento de la morosidad del crédito al consumo y en el endurecimiento de las normas de préstamo bancario, especialmente tras la quiebra del Silicon Valley Bank. La política fiscal perderá fuerza a medida que algunos de los pagos por ajuste del coste de la vida efectuados a los consumidores en 2023 se normalicen en el próximo año. Esto significa que, en 2024, la Fed debería llegar a un punto en el que pueda recompensar lentamente los progresos en materia de inflación subyacente y trabajar en favor del crecimiento y el empleo, en lugar de centrarse tan singularmente en su objetivo de inflación.

Al ser 2024 un año electoral en Estados Unidos, todas las miradas estarán puestas en los programas económicos de los candidatos presidenciales. Estas elecciones adquieren una importancia adicional dado que los recortes fiscales del expresidente Trump expirarán a finales de 2025. ¿Mostrará EE.UU. la voluntad de llevar a cabo una consolidación fiscal, especialmente si la economía se está debilitando? Esta cuestión será de la máxima importancia en los mercados financieros, ya que los vigilantes de los bonos se centran en los grandes déficits fiscales estadounidenses. Las relaciones entre EE.UU. y China también permanecerán en el punto de mira y serán un riesgo geopolítico clave que los actores del mercado deberán sortear.