Tras un complicado 2022 para Europa, la situación de los sectores más castigados, como los bancos y las empresas de pequeña capitalización, podría cambiar.

La cuestión para 2023 es si los mercados podrán imponerse al difícil contexto macroeconómico

La esperanza de que la inflación ya haya tocado techo, al menos en EE. UU., ha favorecido recientemente a las acciones. Es posible que esta mejora continúe en la primera parte de 2023, pero podría desvanecerse más adelante durante el año.

Efecto positivo de la moderación de los precios de la energía

Tras las fuertes subidas de los precios de la energía por la invasión rusa de Ucrania, el mercado ha estado esperando que la zona euro entrara en recesión. Aún no ha sucedido.

En este momento, los precios de la energía se están moderando, por lo que las comparaciones interanuales serán más sencillas. La recesión sigue pareciendo el escenario más probable, pero esta moderación de los precios de la energía puede significar que la recesión será más corta y superficial de lo que podría haber sido.

Al igual que con la esperada recesión, tampoco se ha producido la fuerte rebaja prevista de los beneficios corporativos. Unos precios de la energía más moderados serían de gran ayuda para los márgenes de los beneficios empresariales. Otra influencia positiva es que la interrupción de la cadena de suministro a causa de la pandemia poco a poco llega a su fin. Ambos factores podrían contribuir a que los beneficios logren mantenerse, pese a haber presiones adicionales sobre los costes derivadas de las mayores exigencias salariales.

El impulso podría desvanecerse a medida que avance el año

No obstante, al mismo tiempo, es indudable que el contexto económico será difícil en 2023. Aunque la inflación se modere con respecto a sus niveles actuales (10,0 % en noviembre de 2022), es improbable que disminuya hasta el nivel objetivo del 2 % fijado por el Banco Central Europeo (BCE).

El BCE continúa en la senda de iniciar un “endurecimiento cuantitativo” el año que viene: reducir el tamaño de su balance sustituyendo menos bonos de próximo vencimiento. En la práctica, esto significa una menor liquidez (menos dinero circulando por el sistema financiero), lo que no suele ser positivo para la renta variable. También debemos tener en cuenta que unos tipos de interés más altos suponen mayores costes de financiación para los gobiernos, empresas y particulares. Como resultado, es probable que el consumo y la inversión se vean afectados. A medida que se produzca el endurecimiento cuantitativo y empiece a ser necesario refinanciar las deudas, es posible que cualquier impulso positivo inicial del mercado bursátil se quede en nada. 

Reversión de algunos movimientos de 2022

Dando un paso atrás, creemos que es probable que algunos de los grandes movimientos del mercado de 2022 sufran, al menos, una reversión parcial en 2023.

Si la inflación estadounidense está realmente bajo control, podríamos ver cómo el dólar se debilita a medida que la Reserva Federal pone en pausa sus subidas de tipos, o incluso comienza a recortarlos, mientras que otros bancos centrales continúan subiéndolos. Un dólar más débil puede ser útil para la renta variable internacional, incluidas las acciones europeas, en parte porque las materias primas que cotizan en dólares (como el petróleo) se abaratan.  

En cuanto a sectores, el de la energía obtuvo los mejores resultados del índice MSCI Europe ex UK en 2022, con una subida del 27,9 % (acumulado anual a 31 de octubre de 2022). Es poco probable que el sector supere al índice hasta ese punto en 2023. En la tabla siguiente se ofrece una indicación de por qué podrían revertirse los resultados de los sectores. Se prevé que algunos sectores que han obtenido buenos resultados este año (energía, materiales) vean como se reducen sus beneficios en los próximos 12 meses (véase la columna Incremento BPA FY2).

Si Europa entra en recesión, es probable que se produzcan rebajas en los beneficios corporativos. Por lo tanto, las empresas y sectores que puedan ofrecer cierta estabilidad en los beneficios serán una prioridad clave para los inversores en los próximos 12 meses.

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Los bancos son un sector que podría obtener buenos resultados. Muchos bancos de la zona euro siguen teniendo valoraciones atractivas y la subida de los tipos de interés es positiva para la revisión de los préstamos. Está claro que una recesión aumentaría los créditos incobrables, pero si esa recesión es breve y/o superficial, el impacto negativo sería más limitado de lo que algunos podrían temer.  

Los sectores sensibles a la economía, como los bienes de equipo o los semiconductores, también podrían tener una evolución relativamente favorable, sobre todo si la recesión dura poco.

Mientras tanto, un sector que ha sufrido especialmente en 2022 es el de las pequeñas y medianas empresas. Una vez más, podríamos ver que la situación de algunas de estas compañías se revierte.

En general, una mayor confianza en las acciones suele dar lugar a una rentabilidad superior para los valores de pequeña capitalización frente a los de gran capitalización. En el gráfico siguiente se muestra cómo este ha sido el caso en los ciclos de mercado anteriores.

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No es momento para posicionamientos agresivos

Las tendencias generales a largo plazo podrían respaldar a determinadas áreas del mercado. En general, aunque la inversión puede disminuir en vista de los mayores costes de financiación, creemos que la tendencia hacia una producción más localizada continuará.

Otro centro de atención para las inversiones será la defensa, ya que los gobiernos aumentarán el gasto como consecuencia de la guerra de Ucrania. La transición energética sigue siendo un tema clave para Europa, pero la seguridad energética se ha convertido en algo primordial. La inversión puede canalizarse hacia aquellos proyectos que ofrezcan una rentabilidad más rápida en términos de seguridad. Es llamativo que Alemania haya finalizado recientemente la construcción de una nueva terminal de gas natural licuado en solo 200 días, mientras que los proyectos de energía renovable, como los parques eólicos, suelen tardar mucho más.

Creemos que puede evitarse el peor de los escenarios: una recesión acusada y prolongada. Esto podría ayudar a mejorar la confianza en la renta variable de la zona euro, en particular, dado que actualmente la región ha perdido la aceptación de los inversores.

Incluso un año ligeramente mejor para Europa podría sorprender a muchos en el mercado. El posicionamiento ha sido muy negativo, ya que los inversores han abandonado las áreas de mayor riesgo, incluidas las pequeñas y medianas empresas (véase el gráfico siguiente). Una mejora en la rentabilidad podría hacer que esto cambiara rápidamente.

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La gran “incógnita conocida” es la guerra de Ucrania. En vista de ello y de las incertidumbres en torno a la perspectiva de crecimiento, no es momento para posicionamientos agresivos.

Como siempre, nos centraremos en las mejores oportunidades de valores específicos en el mercado, sobre todo en las áreas de crecimiento que siempre pueden encontrarse, incluso en momentos económicos más difíciles.