La cantidad de residuos que se generan en el mundo ha alcanzado unos niveles verdaderamente escalofriantes. Se calcula que la población mundial genera 2.000 millones de toneladas de residuos al año y más de un tercio no se gestiona de forma segura para el medio ambiente.

Dado que en los océanos del mundo hay unos 5,25 billones de residuos plásticos y que la tasa mundial de reciclado de este material se estima hoy en sólo el 20%, existe una enorme y urgente necesidad de hacer mucho más sostenibles los productos utilizados en la industria, la construcción, el sector textil, la sanidad y todos los demás sectores.

La buena noticia es que muchas empresas pequeñas y muy innovadoras de Europa están afrontando estos retos y proponiendo soluciones viables y sostenibles. Algunas empresas están encontrando nuevos usos para materiales centenarios y tradicionales como el corcho y la resina de pino. Otras crean en sus laboratorios productos sostenibles, incluso biodegradables, para sustituir a los derivados del petróleo de los que tanto dependemos. A medida que aumente la demanda de estos productos sostenibles, estas empresas podrían tener ante sí oportunidades de crecimiento prometedoras.

La empresa holandesa Corbion es una de las que fabrican en el laboratorio nuevos y apasionantes productos basados en ingredientes naturales. El ácido láctico y los lactatos son emulsionantes de origen biológico que se utilizan para crear ingredientes seguros, naturales y rentables para productos biodegradables que se usan para el cuidado de la piel y el cabello.

La compañía también produce ácido poli láctico (PLA), un polímero de origen biológico, reciclable y apto para el compostaje con el que se pueden crear materiales que sustituyan al plástico en muchos usos, desde envases a fibras, pasando por su uso en la industria automovilística.

En la actualidad, sólo el Reino Unido produce 230 millones de toneladas de basura al año: 1,3 kg de residuos sólidos por persona y día. En Europa, esta cifra es de 1,1 kg y en Estados Unidos, de 2 kg al día. Incluso la basura que ha sido separada y clasificada para su reciclado suele acabar incinerándose, depositada en vertederos o enviada al extranjero, donde no puede reciclarse ni gestionarse de forma eficaz.

Por mencionar sólo algunos ejemplos de productos que deben ser más sostenibles: envases de plástico de un solo uso; productos médicos estériles, pero desechables; pinturas impermeables, pero contaminantes; paneles solares montados en plástico; interiores de coches no reciclables; y las interminables cadenas de producción de bolsas, cajas y utensilios de plástico. Es complicado imaginar cómo se puede sustituir gran parte de la vida moderna por productos más sostenibles. Pero si no se producen grandes mejoras en todos los campos, el mundo se ahogará bajo una marea de basura indestructible.
 
El reto diario de la empresa noruega Borregaard, una "biorrefinería" que utiliza los múltiples componentes de la madera para crear productos bioquímicos que sustituyan a los derivados del petróleo, es sustituir las sofisticadas pinturas, colas y combustibles por productos igualmente sofisticados basados en plantas y sostenibles. Los biopolímeros, las especialidades de celulosa, la biovanillina, las fibrillas de celulosa y el bioetanol que fabrica la empresa pueden utilizarse en agricultura y acuicultura, construcción, productos farmacéuticos y cosméticos, alimentos y baterías, además de como biocombustibles.

Desde 1962, la firma fabrica vainillina de origen vegetal producida a partir de la pícea, que se utiliza en la producción de alimentos y productos de cuidado personal. Esta vainillina de abeto proporciona una reducción de emisiones del 90% en comparación con la vainillina sintetizada a partir de petróleo crudo.

Una empresa portuguesa, Corticeira Amorim, está a la vanguardia de la búsqueda de nuevos usos para el corcho. Como el corcho se extrae de árboles vivos, es un producto que emite carbono negativo. Un alcornoque debe tener 25 años para que se pueda cosechar su capa exterior, pero luego la capa vuelve a crecer y durante los siguientes 150 a 200 años se puede volver a cosechar cada nueve años.  Por supuesto, al ser un producto natural, las cosechas de corcho pueden verse afectadas por las condiciones meteorológicas y las fluctuaciones de los precios agrícolas, lo que hace que la producción, los precios y la rentabilidad sean más difíciles de calibrar.

Sin embargo, existe un gran potencial para este material ligero, duradero, aislante y biodegradable. Corticeira lo utiliza para fabricar terrenos deportivos de césped artificial y sostenible, aislantes, paneles acústicos y suelos, y está probando otros usos innovadores. La empresa colabora con Renault en la fabricación de asientos e interiores de automóviles; ha proporcionado aislamiento de corcho para el Mars Rover de la NASA y las naves espaciales de la Agencia Espacial Europea, y ha forrado palas de aerogeneradores para reducir las vibraciones. En un proyecto con EDP, se crearon paneles solares flotantes con corcho.

Si queremos comenzar a hacer algo con las montañas de basura existentes en el mundo y frenar el flujo de nueva basura, se necesitan con urgencia muchas más soluciones innovadoras.

A través de nuestro análisis, pretendemos identificar e invertir en empresas rentables de pequeña y mediana capitalización con potencial de crecimiento, capacidad de recuperación de beneficios y momentum, que a través de su oferta de productos puedan beneficiar a las personas y al planeta.