En 2023, el mercado crediticio se reveló como una de las "sorpresas" en términos de resiliencia  y rendimiento obtenido, en contraste con las expectativas de principios de año. La asignación de  activos preveían una recesión inminente debido a las subidas de tipos de interés repentinas y de  gran magnitud del Banco Central Europeo Se centraron tanto en reducir la exposición a la deuda  pública como al crédito, con el temor subyacente al aumento de las tasas de impago. Los  fundamentales, así como el efectivo disponible en el balance de las empresas, la contracción  limitada de los márgenes con unos beneficios por encima de las expectativas, y los factores  técnicos, como el muro de vencimientos y la reducción de la asignación por parte de los  participantes en el mercado, fueron el combustible para un comportamiento excepcional del  crédito. 

Centrándonos en las distintas áreas del mercado de crédito, fuimos testigos de cómo los bonos corporativos IG (investment grade) se beneficiaban de rendimientos a vencimiento en niveles  atractivos que no sólo representaban excelentes niveles de entrada, sino que también ofrecían  un perfil adecuado de riesgo/rentabilidad. 

El mercado de bonos high yield también ha sido resiliente, gracias a varios factores que han  contribuido positivamente desde un punto de vista microeconómico y técnico. El primero se refiere a la liquidez disponible en los balances y a la posibilidad en los últimos años de "bloquear"  unos diferenciales de financiación históricamente bajos que permitieron reducir los gastos por  intereses. El segundo, en cambio, se refiere a los vencimientos de deuda aplazados hasta 2025 y  2026 y a la falta de actividad de fusiones y adquisiciones como consecuencia del endurecimiento  de las políticas monetarias, que redujo efectivamente la oferta neta de títulos especulativos en  el mercado. La suma de todo ello ha proporcionado apoyo a los precios de los bonos y, en  consecuencia, un resultado inesperado. 

Otro segmento que se ha desarrollado en los últimos años es el del crédito estructurado. Tanto es así que ahora puede contar con un marco regulador que promueve una infraestructura de  titulización sana y segura. En particular, el mercado europeo de ABS (valores respaldados por  activos) tiene ahora un destacado protagonismo y ofrece la oportunidad de diversificar la cartera  por geografía y tipo de garantía. Además, en comparación con un bono corporativo tradicional,  los títulos de crédito estructurados permiten una importante mitigación del riesgo de crédito, una baja correlación con las clases de activos tradicionales, una escasa exposición al riesgo de  subida de los tipos de interés y la posibilidad de modular la exposición al crédito invirtiendo en  diferentes partes de la estructura de capital. 

Por último, la rotación sectorial también es clave y depende de la información que se desprenda  de los datos macroeconómicos y del impacto de las políticas monetarias. El sector financiero  puede sin duda beneficiarse del actual entorno de tipos. El sector de los fondos de inversión  inmobiliaria (REITS) requiere especial atención; de hecho, lo seguimos de cerca, ya que puede  mitigar la volatilidad económica y una posible inflación descontrolada. La naturaleza de estos  vehículos ofrece flujos de caja estables que crecen con el entorno inflacionista gracias a los  mecanismos de protección de los contratos. Sin embargo, no todos los REITS son iguales; el análisis fundamental es crítico para construir una preferencia dentro de los sectores y para entender qué macrotendencias podrían también estar ganando. 

En general, consideramos que todas las áreas de crédito siguen siendo atractivas desde una  perspectiva de gestión dinámica, que cambia su asignación por nuevas evidencias en los frentes macro y microeconómico.