Puede parecer que las actividades de las empresas o de los países pueden dañar el medioambiente de mil y una formas. Ahora bien, ¿pueden nuestras inversiones aportar también cosas positivas? ¿Acaso pueden, no solo evitar el daño, sino además ayudar a resolver retos como el cambio climático?

Esto es lo que algunos expertos de Schroders opinan sobre las distintas formas en las que la inversión puede ser positiva para proteger y mejorar el medioambiente.

Evitar el impacto nocivo sobre el medioambiente

Históricamente, las inversiones se han valorado en dos aspectos: riesgo y rentabilidad. Pero, para invertir en este mundo cambiante, hay que tener en cuenta un tercero: el impacto.

Kate Rogers, Directora de Sostenibilidad del área de gestión de patrimonios de Schroders, que incluye a Cazenove Capital, afirma que el impacto de las empresas sobre el planeta “se refleja cada vez más en sus beneficios, ya sea a través de la fiscalidad, como ocurre con los impuestos al carbono, la regulación, o, sencillamente, las elecciones de los consumidores”. Por eso, afirma que, a largo plazo, “cabe esperar que la rentabilidad ajustada al riesgo de las carteras más sostenibles sea igual o mejor que la del resto”. Sin embargo, el análisis tradicional de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) tiene muchos grises, y hay que tomar decisiones difíciles. Para ella, un buen ejemplo de esto es la minería, ya que “puede resultar muy dañina para el medio ambiente, pero, a la vez, los metales son esenciales para lograr un futuro más ecológico”.

Al final, Kate llega a la conclusión de que los inversores se están dando cuenta de que las empresas no pueden explotar el planeta sin que eso tenga un coste económico o reputacional. “Tenemos que valorar la naturaleza, consensuar un método armonizado para que las empresas puedan informar de su impacto sobre la biodiversidad y fijarnos el objetivo global de protegerla y restablecerla.”

Inversiones que favorecen al medioambiente o aportan activamente soluciones

Queda claro que, en los últimos años, hemos visto un claro giro: antes, los inversores trataban sencillamente de evitar sectores o productos concretos en función de sus valores éticos; ahora, los gestores de fondos buscan activamente inversiones que se gestionen de forma responsable y sostenible. Esto supone ir más allá del “filtrado negativo” de las llamadas “acciones del vicio”, como las de productores de bebidas alcohólicas o tabacaleras.

El crecimiento de la inversión temática también ha supuesto un aumento de los fondos que tratan de ofrecer soluciones a retos globales, como el cambio climático o la escasez de agua.

Muchos inversores utilizan como marco los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. En palabras de Andrew Howard, Director Mundial de Inversión Sostenible de Schroders, “como inversores, los ODS nos brindan un marco que nos ayuda a asignar el capital y estar seguros de que las asignaciones son acordes a nuestros valores”.

Para los inversores de impacto, un elemento fundamental del enfoque de inversión es la aportación a la sociedad o al medioambiente de sus posiciones.

“La aportación de las inversiones de impacto debe ser intencionada y sustancial, y ofrecer a la vez una rentabilidad financiera para el inversor”, explica Lyn Tomlinson, Directora de Impacto y Filantropía de Cazenove Capital.

En palabras de Maria Teresa Zappia, Directora de Impacto y Financiación Mixta, y adjunta al Consejero Delegado de BlueOrchard, que forma parte del Grupo Schroders: “Como clase de activos en crecimiento, la inversión de impacto puede resolver los retos medioambientales más difíciles”.

Jonathan Fletcher, gestor de fondos de mercados emergentes y Responsable de Análisis de Sostenibilidad de ME, señala, por ejemplo, que, como inversor de impacto en mercados emergentes, ve “muchas oportunidades de invertir en empresas que pueden ser positivas para el medio ambiente y en las que, además, las proyecciones de demanda crecen de forma notable y sostenida”.

Medición del impacto de la inversión en el planeta

Para entender el impacto de nuestras inversiones, nuestra galardonada herramienta de medición del impacto, SustainEx, nos permite cuantificar el coste que las empresas afrontarían si tuvieran que pagar por los efectos negativos, o cuánto aumentarían sus beneficios si sus efectos positivos se reconocieran económicamente. Andrew Howard afirma que esta poderosa herramienta “ofrece a los gestores de fondos un marco para medir y gestionar el impacto de sus inversiones, y ayuda a nuestros clientes a invertir de una forma acorde a sus prioridades”.

De conformidad con el análisis que el equipo de Inversión Sostenible de Schroders ha realizado con SustainEx, los 4,9 billones de dólares que las firmas cotizadas generan en conjunto para sus accionistas se reducirían en un 41%, hasta los 2,9 billones, si todo su impacto social y medioambiental tuviera consecuencias económicas. Un tercio de ellas entraría en pérdidas.

Las externalidades medioambientales de las empresas cotizadas analizadas incluyen las emisiones evitadas (la reducción de emisiones derivada del uso de un producto) como beneficio y las emisiones realizadas o el uso de abonos y agua como coste. En total, se analizan 40 variables.

Para los inversores en renta fija soberana, las externalidades medioambientales de los países incluyen como beneficio las energías limpias y como costes las emisiones de carbono y la pérdida de biodiversidad, de entre un número similar de indicadores.

La gestión activa como impulso de los avances medioambientales

Schroders da un paso más en el liderazgo de la sostenibilidad al introducir objetivos de engagement para gestores de fondos y analistas. Los tendrán los cargos que trabajen con renta variable y renta fija y se incluirán en los objetivos de desempeño personales de gestores de fondos y analistas. “El engagement es una importante herramienta que podemos utilizar para influir en las empresas en las que invertimos”, afirma Andrew Howard.

Kimberley Lewis, Responsable de Participación Activa, afirma que, como gestora de activos global, “podemos influir en el comportamiento corporativo a través de una interacción constructiva y comprometida con las empresas y activos en los que invertimos”. “Al animar a los equipos directivos a adaptarse a los cambios, podemos reforzar el valor a largo plazo de esos activos, con lo que mejoramos los resultados para los clientes, y aceleramos el cambio positivo para lograr una economía mundial más justa y sostenible”, añade. “La puesta en marcha de nuestro Plan de Engagement deja claro lo que supone la participación activa en Schroders, cómo nos implicamos en las empresas en las que invertimos y lo que nuestros clientes pueden esperar de nosotros”.

Consideramos el cambio climático y el capital natural y la biodiversidad temas fundamentales de la participación activa.

Los mercados privados y el planeta

El compromiso de Schroders con el impacto positivo sobre el medioambiente va más allá de las clases de activos tradicionales.

Por poner un ejemplo, el sector inmobiliario es responsable del 40% de las emisiones de carbono en todo el mundo, según la Agencia Internacional de la Energía. El año pasado, Schroder Real Estate publicó su hoja de ruta para lograr las cero emisiones netas en toda la cartera de activos bajo gestión —locales comerciales, viviendas y hoteles— para 2050.

Mark Callender, Responsable de Análisis Inmobiliario, apunta: “Una de las ventajas de los activos inmobiliarios privados es que los inversores tienen el control de sus activos. Por ejemplo, nos hemos comprometido a utilizar electricidad generada a partir de energías renovables en todos nuestros edificios.”

Charlotte Jacques, Responsable de Sostenibilidad e Inversión de Impacto de Schroder Real Estate, señala lo siguiente: “Nuestras actividades abarcan todo el ciclo de vida de un edificio. Tratamos de mejorar continuamente las credenciales de sostenibilidad de nuestras inversiones a través de la gestión activa de los activos, y hemos trabajado para reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de nuestra actividad controlada por los arrendadores a lo largo de más de cinco años.”

Entretanto, Nils Rode, Director de Inversión de Schroders, apunta que, aunque las empresas que no cotizan en bolsa publican mucha menos información, la profunda y dilatada diligencia debida que los inversores en capital riesgo pueden llevar a cabo nos permite conocer muy bien las prácticas medioambientales de estas firmas. Según él: “El capital riesgo puede tener un papel más activo a la hora de controlar los riesgos relativos al ASG gracias a su alto grado de implicación.”