Como ese thriller de acción interminable al que le cuesta alcanzar su desenlace los mercados padecen una vacilación constante, un recorrido aún irresoluble, desde hace varios meses. El pasado año la media de los índices salvó los muebles con pírricas rentabilidades, en los casos en los que las hubo, pero el despertar del 2016 ha resultado ser como el de esas pesadillas que ven su ocaso en el sudor frío para el mundo inversor. Caídas, malos datos, perspectivas inciertas y el sentimiento más bajista de los últimos tiempos.

El “habemus tranquilidad” que tanto se esperaba en las bolsas no termina por aparecer de una forma estable. La fumata blanca aún debe esperar, puesto que en el camino de las bolsas aún yacen obstáculos cuya facilidad para su evasión es aún ardua. Por eso, el inversor se enfrenta a uno de los periodos más complicados de los últimos años en aras de encontrar la rentabilidad en activos ante un panorama en el que la escasez de la misma se ha instaurado como el pan de cada día.
No hay consenso sobre lo que está por venir. Esa es la razón por la cual no hay que soslayar una de las cuestiones que muchos tienen en su cabeza ahora mismo: ¿Es el momento de dejar de lado a los índices para centrarse en acciones concretas o al revés?


Desde el punto de vista de José Lizán, gestor de Auriga, este 2016 “no es un año de índices” puesto que la realidad de la bolsa es que hay dos grupos de valores. Por un lado, “las compañías de enorme calidad”, que casi todas de ellas son compañías que en el argot financiero se las cataloga como growth.  

Estas son empresas “con fuertes crecimientos” y que han sabido aprovechar la globalización de forma muy eficiente, además de ser “refugio durante muchos años (seis o siete años) y que están a unos múltiplos muy exigentes y desde mediados del año pasado han comenzado a corregir las fuertes alzas”.

Esas compañías al haber tenido una actuación positiva en la bolsa han ido ganando peso en los índices y cuando han caído estos se han sufrido un latigazo extremo sobre sus espaldas. Lizán apunta que tal es el caso “de Bayern en Alemania por ejemplo, o BMW o Daimler”.

Por otro lado, el segundo grupo de valores es aquellos conocidos como value, o lo que es lo mismo, con potencial de revalorización en el largo plazo. En este sentido estos suelen ser “utilities, bancos, telecoms, petroleras, metaleras y mineras, que “han estado una década totalmente penalizadas y están en términos históricos muy baratas”.

Evolución del Ibex 35 frente a Inditex en los últimos 5 años. Fuente: Bloomberg
Ibex 35 frente a Inditex en los últimos 5 años


En su opinión lo que se está produciendo y va a seguir produciéndose en los próximos meses “es cerrar ese GAP entre Value y Growth, y se van a vender las valoraciones elevadas aunque las compañías sean de mucha calidad”, ya que al pararse el mundo emergente “están empezando a pinchar en resultados, y las compañías Value que se han ido a valoraciones extremadamente bajas, van a ser el objeto de inversión”.

Desvistiendo la materia en cuestión, los índices han plasmado un trayecto inerme en las bolsas en los últimos tiempos, sobre todo desde comienzos del ejercicio, con unos rendimientos de dígito simple o incluso con retornos negativos, como en el caso del ya mencionado selectivo español. Eso hace plantear el tipo de inversión que se quiere acometer.

Como expresa José Antonio González, analista de Estrategias de Inversión la operativa en índices “es preferible para inversores con mayor experiencia y conocimiento del mercado” dado que se requiere de “la utilización de instrumentos financieros más avanzados que con la operativa al contado”.

Por el contrario, para Sara Carbonell, analista de CMC Markets, no es mejor una cosa ni otra, “depende del inversor y del plazo de la inversión”. En momentos de turbulencias o inestabilidad es cierto que los índices sufren, por lo que se diversificar la cartera con acciones que se consideran “defensivas”. Aunque lo importante, concreta, es “cubrir el riesgo”.  

 De manera general, según analiza González, es preferible “la operativa en acciones de cara al corto o medio plazo”, frente a los índices, puesto que podemos encontrar valores con “menor correlación o beta defensiva sobre el mercado”, por lo que podemos obtener “beneficios en la diversificación de nuestra cartera”

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