Están documentados desde a través de investigaciones académicas hasta por simple observación empírica, diferentes sesgos de nuestra conducta y tienen una incidencia negativa en las decisiones que cotidianamente tomamos, afectando evidentemente las que tomamos en relación con nuestros temas financieros y de inversión.

Muchos de estos comportamientos están relacionados con aspectos que o bien distorsionan la percepción que tenemos sobre aspectos concretos de nuestro entorno, o inducen que nuestras decisiones se configuran de una manera tal que se aleja de nuestro mejor interés e incluso de la información que tenemos disponible.

En el artículo publicado a principios de este año, “Which Investment Behaviors Really Matter for Individual Investors?”, los investigadores alemanes Joachim Weber, Steffen Meyer†, Benjamin Loos y Andreas Hackethal, utilizaron información sobre inversionistas europeos para medir el impacto de 10 conductas específicas de en la literatura de la ciencia conductual se han señalado como relevantes las decisiones que tomamos.

La relevancia de esta investigación estriba en que de acuerdo al análisis efectuado, la eliminación de estas conductas negativas puede incidir de manera sistemática en retornos favorables sobre el promedio para los inversionistas.

Algunos de los elementos destacables por la investigación que frecuentemente los de nuestra propia conducta como inversionistas, son los siguientes:

• Efecto de persecución de tendencia. Se refiere a una conducta que nos impulsa a identificar activos o instrumentos financieros que han mostrado un comportamiento de crecimiento en su valor recientemente, lo que nos impulsa a buscar adquirirlos, aun cuando en la mayoría de los casos, para el inversionista promedio individual, la adquisición se lleva a cabo cuando la tendencia ha concluido o será desacelerado de manera relevante. Entrando con frecuencia en períodos de toma de utilidades y consecuente reducción del precio, afectando la rentabilidad del portafolios del inversionista.

• Efecto de disposición. Se refiere a la tendencia que manifiestan frecuentemente los inversionistas individuales (e incluso algunos institucionales) deshacerse de activos instrumentos financieros que han incrementado su valor recientemente, partiendo de la premisa de que se avecina una reducción de su valor, así como la tendencia de retener indebidamente activos instrumentos que han perdido valor recientemente, para evitar materializar la pérdida y con una esperanza de recuperación, lo que frecuentemente lleva a enfrentar pérdidas mayores a las que se hubieran tenido de haber contado con mecanismos de contención de pérdida explícitos, llenos hagan vender un activo cuando éste rebasa una pérdida establecida función de su contribución a nuestro portafolios de inversión total.

• Sesgo local. En esta investigación que analiza inversionistas europeos, esta tendencia es más evidente, pero se presenta de manera similar en inversionistas de todo el mundo. Y se refiere a la propensión de colocar mayoritariamente las inversiones en instrumentos o activos locales, aun cuando se tenga disponible la posibilidad de hacerlo en instrumentos de mercados internacionales. Existe en este sentido una presunción, generalmente infundada, de que tenemos mejor y más precisa información por tratarse de instrumentos de nuestro propio mercado. Ello genera en muchas ocasiones que se mantengan posiciones en instrumentos de activos de niveles de riesgo o rendimiento no favorables para nuestro portafolios de inversión, y que se mantengan además bajos niveles de diversificación que nos protejan contra volatilidad mercados locales o regionales.

• Subdiversificación. Se refiere a la tendencia identificada en el estudio que tienen muchos inversionistas de mantener sus inversiones en un número excesivamente limitado de instrumentos activos, o en instrumentos que se encuentran altamente correlacionados, generando un riesgo global del portafolios mayor al deseable. Esta tendencia hoy se aprecia además con la discusión relativa a la conveniencia o no de diversificaciones excesivas que hace poco eficiente también la administración global de nuestras inversiones.

Éstas tendencias, entre otras mencionadas por el estudio, en caso de ser identificadas y relativamente acotadas, podrán generar en un sistemático - posiblemente ligero pero significativo en el largo plazo - mejor desempeño de nuestras inversiones, en beneficio del fortalecimiento de nuestro patrimonio.


El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

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