Esa diferencia entre pymes provoca que tengamos un déficit muy alto tanto en el nivel de utilización de tecnología como de acceso a recursos financieros necesarios para llevar a cabo su actividad. Una pyme de menos de nueve empleados realmente se dedica a gestionar su día a día, mientras que una pyme de 250 empleados tiene recursos para I+D, para tener una dirección financiera, recursos humanos, marketing, comercial….en definitiva, tiene capacidades para tener un plan estratégico y gestionar recursos suficientes para exportar y ser un elemento de valor para la economía.
 
En España tenemos raras excepciones de pymes con pocos empleados que hayan logrado hacer un uso intensivo de las nuevas tecnologías y que hayan logrado tener éxito en España y en otros mercados, como por ejemplo la famosa web Aceros de Hispania,  en la que su fundador ya da clases y conferencias sobre cómo hacerlo en cualquier evento sobre innovación y nuevas tecnologías.
 
Pero una pyme tiene que saber que es posible utilizar las nuevas tecnologías, pero no es barato ni fácil. Se necesitan recursos, ya que estar pendientes de las redes sociales, de nuestras campañas en marketing  o de captar base de datos, requiere personal especializado y recursos económicos para los mismos. Todas las pymes de nueva creación necesitan recursos para poder entrar de lleno en las nuevas tecnologías, crecer , captar clientes y relacionarse con ellos. Gracias a la tecnología se ahorran muchos costes y nos permitirá escalar nuestro negocio.
 
Pero estos recursos no siempre están disponibles para cualquier empresa. A pesar de existir numerosos eventos donde poder solicitar financiación a inversores particulares, business angels o fondos de capital riesgo, son realmente pocas las empresas que logran convencer a estos inversores profesionales de las virtudes de su empresa. Realmente, a la gran cantidad de pymes cuando necesitan financiación para invertir en estas herramientas, cada vez más básicas a la hora de montar cualquier negocio, no les valen las ampliaciones de capital, sino la financiación bancaria.
 
Pero antes de acometer esta inversión, que pueden ser en algunos casos de muchos cientos de miles de euros, es recomendable previamente testar y medir el resultado de lo que queremos hacer posteriormente a gran escala. Realizar un pequeño test con unos recursos limitados para ver cómo funcionan nuestras promociones en redes sociales, ver cómo captamos clientes en la red y saber qué porcentaje compra finalmente nuestro producto nos puede ahorrar mucho dinero y disgustos a la hora de acometer la gran inversión.
 
También nos encontramos una gran disparidad de precios en los posibles servicios que se deben contratar, desde un buen diseño web, programación o servicios de consultoría. Existen muchos que tienen unos precios desorbitados para las funcionalidades que nos ofrecen y, por el contrario, hay otras que son realmente competitivas y ofrecen un gran servicio para alcanzar los objetivos de nuestro negocio.
 
Una mala experiencia en cualquiera de estos ámbitos puede retraernos a la hora de seguir invirtiendo en las nuevas tecnologías, de ahí la importancia de testar todo a pequeña escala porque, aunque pueda parecer que es más caro, proporciona un aprendizaje y seguridad en los siguientes pasos que conllevan un retorno de la inversión más acorde con lo esperado inicialmente.