En Estados Unidos
el testimonio de Bernanke en sede parlamentaria sobre política monetaria, Beige Book y los resultados empresariales marcan el panorama semanal, sin olvidar la atención que presten a la evolución de la situación europea.

Las medidas aprobadas este viernes por el Consejo de Ministros tendrán un impacto estimado de 56.440 millones de euros en dos años y medio, según fuentes del Gobierno, a la espera de otras medidas, como las tasas a las eléctricas, que completen al ajuste de 65.000 millones.
Reforma del sector eléctrico que se espera para este viernes y que si está basado en imponer nuevos impuestos a discreción comprometería seriamente la viabilidad de algunas de las empresas afectadas. Iberdrola es el caso más paradigmático, pudiendo llegar a necesitar incluso una recapitalización importante de hasta 5.000 millones de euros por la vía de la ampliación de capital.

La primera consideración a hacer es que estas medidas aliviará momentáneamente el aumento del déficit publico pero no nos va a evitar adentrarnos aún mas en la senda de caída del PIB y en un empeoramiento de la situación a medio plazo que conducirá a una nueva rebaja crediticia de España hasta bono basura que desembocará en la ampliación del actual rescate bancario a uno de carácter soberano. La cuestión ya no es por lo tanto el desenlace sino el ritmo de deterioro.

De este modo, a pesar de los avances registrados en la toma de medidas para solucionar la crisis de la deuda periférica europea, ayuda financiera a España y las medidas de ajuste tomadas, y aunque se conseguía, al menos frenar, el deterioro de las primas de riesgo, aumentan los indicios de que la desconfianza se mantiene en altos niveles, así lo vendría a demostrar que pese a todo lo ocurrido las rentabilidades de los países core y del norte de Europa, registran unos niveles de rentabilidad mínimos históricos destacando que en muchos de estos países las rentabilidad hasta el dos años están en negativo.

La mejora que cabría esperar en la rentabilidad de la deuda de España, derivada de la confirmación de ayuda financiera a España y de las medidas de puaste aprobadas por el ejecutivo, no da señales de momento de ser inequívocas y si bien se registra una mejora en la prima de riesgo el nivel de desconfianza se mantiene muy alto. El problema es que, lamentablemente, la situación se parece cada vez más a la situación menos deseada: la historia reciente de Irlanda y Portugal.
Por lo tanto la total desconfianza en la solvencia económica de España y su capacidad de reconducir la situación y la incapacidad de lograr financiación a tipos razonables, unido al deterioro del PIB que provocarán las nuevas medidas de ajuste llevarán sin ninguna duda a que nuestro bono sea rebajado a la calificación de basura antes de que acabe el año. Cuando esto sucede ocurre lo que ahora estamos viendo:
los inversores dejan de considerar la rentabilidad teórica que ofrecen sus activos en España para plantearse cuánto se puede recuperar de lo invertido.

Estaremos atentos también en EEUU a la presentación de resultados empresariales como principal catalizador del mercado en el corto plazo.
Unos resultados donde aumenta el riesgo de profit warnings y cada vez resulta más complicado a las compañías mejorar sus cifras de negocio sin deteriorar el margen.